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Subsecretario Flores desata un verano de bajas en Economía


El verano terminó con varias bajas en el ministerio de Economía. Se fueron Rafael Loyola Domínguez, el jefe de gabinete que llevó Pablo Longueira cuando asumió como ministro de Economía, y Fernando Claro Valdés, el asesor que llegó junto con el ex ministro Juan Andrés Fontaine. El primero se fue a trabajar con el director general de Obras Públicas, Fernando Prat. El segundo, como asesor del ministro de Educación, Harald Beyer.

Ambos eran muy cercanos a Longueira y no lograron afiatarse con el equipo del subsecretario de Economía, Tomás Flores, empoderado desde que el Presidente Piñera le pidió mantenerse en el cargo tras presentar su renuncia en el mes de noviembre. Desde entonces la empatía no abunda entre los funcionarios del ministerio y los de la subsecretaria, lo que genera descoordinaciones y hace que los trabajos, a veces, se dupliquen.

Longueira no quiere comprarse problemas: a él le interesa apurar la agenda social, hacer los anuncios y aparecer como el defensor de la clase media. Cuando asumió el puesto quiso nombrar a un nuevo auditor –cargo de su confianza- pero el subsecretario Flores se opuso y él no dio la pelea.

Otro que partió es Eduardo Escalona, jefe del área jurídica del ministerio y militante del PS, quien se integró como abogado del estudio Philippi, Irarrázaval, Pulido & Brunner, aunque se lo ha visto frecuentemente en reuniones con su antiguo equipo en las oficinas de la cartera de Economía.

El éxodo comenzó con Herman Bennett, el asesor mejor pagado del Ministerio, que emigró el 31 de diciembre. El ingeniero comercial de la UC y doctor en Economía del MIT –fichado por Juan Andrés Fontaine- recibía un sueldo de $6,3 millones brutos, lo que generaba urticaria. Más porque pese a sus títulos hubo demora en la entrega del proyecto de ley de quiebras que estaba a su cargo. Dicen, además, que no contaba con la simpatía de Tomás Flores.

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