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El reportaje del Economist que desvela a los empresarios chilenos


Un reportaje que apareció la semana pasada en la prestigiosa revista británica The Economist tiene a los empresarios chilenos desvelados.

La nota dice que las altas tasas de impuestos corporativos de Estados Unidos han generado una fiebre de empresas que están abandonando el país y que la tendencia seguirá creciendo. Los empresarios locales lo ven como una validación a las críticas que le hacen a la Reforma Tributaria de Bachelet. Se lo reenvían por correo electrónico y es tema de conversación en directorios

Cabe recordar que hace unos meses el semanario criticó la propuesta del gobierno chileno, en especial la eliminación del FUT.

Este medio ha recibido al menos 11 copias de diferentes fuentes del mundo empresarial con los diversos argumentos que ofrecen como evidencia del profundo error que el gobierno de Michelle Bachelet estaría cometiendo con la Reforma Tributaria.

The Economist hizo una radiografía del fenómeno que está ocurriendo en el mundo empresarial de Estados Unidos.

Recuerda que Estados Unidos es un país de inmigrantes, pero, irónicamente, algunas de sus mayores empresas están dispuestas a emigrar, impulsadas hacia el extranjero por las altas tasas impositivas y el sistema norteamericano de impuestos universales, que agarra parte de las ganancias en el extranjero.

Según el semanario, el método preferido para la salida utiliza una fusión con una compañía fuera de frontera –generalmente una que también tenga algún tipo de lógica industrial– como pretexto para la reincorporación en un lugar de impuestos más amigables. 

Medtronic, fabricante de dispositivos médicos, es la última y más grande empresa en cambiar su domicilio de esta manera. La compañía estará domiciliada en la “Irlanda de los bajos impuestos”, la sede oficial de su socio de fusión, Covidien. Pero los ejecutivos de Medtronic se quedarán en Minneapolis y los de Covidien permanecerán en Mansfield, Massachusetts. 

Esta sería la decimoquinta transacción de la última oleada de inversiones, que se inició hace dos años. 

La revista británica señala que operaciones de este tipo son particularmente populares entre las empresas de servicios de salud y energía: un ejemplo es la reciente oferta de Pfizer, abortada por AstraZeneca, que todavía puede ser revivida. Habría sido un éxito de taquilla del género.

De acuerdo con Bloomberg, cerca de 50 empresas estadounidenses han volado de su nido desde que expertos tributarios tramaron la idea en la década de los 90.

Estados Unidos ha intentado varias veces evitar que las compañías huyan al extranjero a través del sistema de inversión de impuestos, con un éxito limitado: las reglas introducidas hace una década requieren que el socio extranjero esté valorado en al menos el 20% del grupo combinado.

Esto, por ejemplo,  ayudó a frenar la salida de empresas con “firmas fantasmas” hacia las Islas Bermudas  e Islas Caimán, lugares donde no les cobran impuestos.

La medida dejó a las multinacionales estadounidenses con la opción de fusionarse con empresas más pequeñas en lugares con bajos impuestos a las empresas, como Irlanda, Holanda y el Reino Unido, siempre que las compañías involucradas tuvieran algunos empleados y oficinas ("sustancia" en jerga tributaria) en esos países.

Nuevas trabas

Varios proyectos de ley presentados en el Congreso este año por el partido Demócrata han propuesto elevar el umbral antes mencionado del 20% al 50%; en otras palabras, el socio extranjero tendría que ser tan grande como el norteamericano para que la inversión se realice. El cambio se aplicaría con carácter retroactivo, a partir del próximo mes de mayo.

Si la ley llegase a pasar, el último acuerdo entre Medtronic y Covidien sería bloqueado, ya que los inversores de Covidien poseerán sólo el 30% de la nueva entidad. Aunque parece improbable, ya que los proyectos no ganarán el amor del sector republicano que necesitan, a menos que sean parte de una reforma tributaria mucho más amplia.  

De todas formas, el acuerdo les da el derecho de cancelar la fusión en caso de que el Congreso norteamericano modificase la ley de impuestos si perjudicase al grupo resultante.

Quienes también ya están preparados con su as bajo la manga ante la posible nueva ley son los abogados tributaristas, en caso de que la propuesta demócrata del 50% logre pasar.

La estrategia sería que una empresa estadounidense mantenga su participación por debajo de la mitad, incluso si su partner es más pequeño, tomando una porción de dinero en efectivo a cambio de la reducción de la participación.

Para The Economist, el problema radica en que los congresistas probablemente terminarán dándose cuenta de que prevenir inversiones sólo conduce a más juegos del gato y el ratón con los planificadores de impuestos corporativos.

En su análisis, la revista cree que sería mejor reducir el incentivo a dejar EE.UU. cortando el impuesto corporativo a una cifra cercana al 25%, y cambiar hacia un sistema de impuesto territorial que grave solo las utilidades domésticas, tal como lo hace la mayoría de los países.

Entre otros beneficios, esto envalentonaría a las empresas a devolver a casa sus ganancias en el extranjero, para invertirlas en Estados Unidos.

Porque, si no, The Economist concluye que la tentación seguirá siendo demasiado grande. 

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