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Schmidt-Hebbel: “Sería bueno que Hacienda y el Central hicieran públicos sus planes de contingencia”


Las cifras de Imacec e inflación dan una sensación de tranquilidad en las finanzas chilenas que no se condicen con el actual escenario de crisis que vive Europa. Alta actividad, baja inflación y un panorama que no parece decaer sitúan a la economía en un crecimiento sobre el 5,0% en lo que va del año, lo que para muchos especialistas era impensado.

Para Klaus Schmidt-Hebbel, economista de la Universidad Católica y ex economista jefe la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), lo que Chile está viviendo actualmente tiene que ver con “dos fuerzas que van en sentido contrario”. A su juicio, las tareas bien hechas en el pasado y la recuperación post terremoto, más las excelentes condiciones internacionales de los años recientes, tienen a Chile creciendo con un viento de cola, pero advierte que “por delante probablemente vendrán vientos muy helados desde el norte, vientos polares de Europa que son muy fríos”.

– Desde el año pasado se dice que viene una crisis, pero en los números parece no estar presente, ¿está disfrazada?

– No está disfrazada, lo que pasa es que hay dos fuerzas que van en sentido contrario. Una fuerza es la recuperación post terremoto y la respuesta a las condiciones macroeconómicas expansivas que incluso hoy existen en Chile. En materia de TPM se está por debajo de la tasa neutral estimada por el Banco Central. A eso hay que sumar una situación fiscal, de superávit efectivo, pero de déficit de balance fiscal cíclicamente ajustado (no estructural), que también es expansivo, en condiciones en que la economía está en pleno empleo e incluso de algún grado de sobreempleo o subcapacidad de producción. Esas condiciones macroeconómicas domésticas, más un muy buen crecimiento hasta hace pocos meses de las economías emergentes, hacía que nuestras exportaciones volasen en cantidad y en precio, y aún vuelan. Se han recuperado los precios de las materias primas en las últimas semanas, de niveles muy altos han vuelto a subir a niveles altísimos. Por lo tanto, aún estamos en condiciones internacionales de vacas gordas: los términos de intercambio siguen altísimos y los volúmenes de exportaciones, que reflejan la alta demanda por nuestros principales productos siguen volando. Eso explica la significativa inercia de un crecimiento doméstico aún alto y por eso los indicadores publicados la semana pasada por el BC muestran que el ‘momentum’ de crecimiento efectivo está entre 5,5% y 6%.

– ¿Ese panorama se mantendrá?

– Desde fines del año pasado enfrentamos una secuencia de muy malas noticias fiscales, financieras y reales que vienen desde Europa, que implican un riesgo significativo de una recesión europea prolongada y una continuación. Ya no vamos a tener el viento de cola favorable desde de la economía mundial. China se está enfriando, claramente la Unión Europea está ahora en estancamiento o en recesión y lo más probable es que esa recesión se acentúe en la segunda mitad de este año. En EE.UU. las señales de confianza, actividad y empleo son mixtas, apuntando a un crecimiento muy moderado, muy modesto, que por supuesto está afectado negativamente por las condiciones europeas. Asia también se está enfriando, en particular India y China, que son locomotoras hoy del crecimiento mundial. En ese sentido, la posición más cauta del Ministro de Hacienda y del Banco Central de Chile están justificadas plenamente, porque la política fiscal y monetaria deben mirar hacia adelante, no hacia atrás. De atrás tenemos el viento de cola favorable, pero por delante chocamos con vientos polares que vienen de Europa. Por lo tanto, yo suscribo esta posición más conservadora y más cauta en todo tipo de políticas domésticas.

-¿Es justificable esperar lo peor de esta crisis?

– Los mercados y los analistas consideran distintos escenarios, con distintas probabilidades asociados a estos. Un escenario, quizás el más benigno, es una continuación de la crisis europea con sobresaltos moderados, alta volatilidad financiera, recesión moderada, con algún país o sistema bancario de tamaño pequeño o mediano requiriendo de nuevos rescates financieros, pero sin que ello derive en una crisis. A este escenario le asigno una mayor probabilidad de ocurrencia.

– ¿Qué otro escenario se puede esperar?

– Un segundo escenario es que ocurra una crisis financiera sistémica de toda la banca europea o que uno o dos gobiernos de países europeos grandes (España, Italia) requieran de un rescate masivo, porque se les cierran los mercados privados voluntarios al dispararse las tasas de interés desde primas de riesgo soberano de 500 puntos base a 700 puntos base o más. Eso los obligaría a solicitar un rescate a alguno de los fondos de estabilidad europeos, pero que están limitados a un monto máximo comprometido en 500 mil millones de euros. La insuficiencia de estos fondos podría gatillar un pánico generalizado, contagiando a los mercados financieros y de capitales, primero en Europa y, eventualmente, en el mundo entero, como ocurrió en 2008-2009. Este escenario de pánico implica pérdidas de capital en todos los demás activos financieros -y reales- del mundo, incluidos los chilenos, induciendo una recesión más profunda, lo que es agravado por el colapso simultáneo de las demandas mundiales por bienes de capital y por bienes de consumo durables. Sin embargo, asigno a este escenario más catastrófico, que sería una variante de la experiencia posterior a Lehman Brothers, una ponderación más baja. Vale decir, soy moderadamente optimista.

-Hacienda tiene un plan de contingencia, ¿sería bueno que entregue el contenido?

– Sin ninguna duda, sería bueno por transparencia y credibilidad que tanto el Banco Central como el Ministerio de Hacienda hicieran públicos los elementos de sus planes de contingencia. Me imagino que dichos planes conjugan elementos de política que fueron usados exitosamente en Chile en respuesta a la crisis financiera y recesión de 2008 y 2009: políticas fiscales y monetarias expansivas, complementadas por medidas de acceso a liquidez en dólares y pesos a tasas muy bajas, además políticas monetarias de aplanamiento de la curva de rendimiento con operaciones que permitían garantizar que las tasas a 90 y 180 días fueron bajas y cercanas a la TPM, con elementos nuevos. Ahora, habiendo dicho eso, debo agregar que las condiciones macrofinancieras actuales de la economía chilena son inmejorables para enfrentar un escenario externo adverso. Uno, porque estamos en pleno empleo; dos, porque nuestras tasas de interés, siendo moderadas, ofrecen un espacio para una política monetaria mucho más expansiva; tres, porque nuestra posición fiscal es muy sana, con un superávit efectivo coherente con un pequeño déficit estructural o de balance ajustado y cíclicamente equilibrado, que también permite adoptar una política fiscal mucho más expansiva, de ser necesaria. Esas son condiciones óptimas para enfrentar los helados vientos del norte.

– Siente que la autoridad monetaria y fiscal han sido sinceras con el panorama. En los últimos días se ha dicho que por coyuntura de salario mínimo y reforma tributaria se reforzó el mensaje de crisis…

– Yo creo que son sinceros. Yo trabajé 12 años en el Banco Central y me consta que los IPoM y el IEF reflejan sinceramente la visión compartida de los consejeros del banco central. Mi impresión es que los gobiernos también lo hacen y no pintan un cuadro peor que lo que ellos crean por una situación de pasar una coyuntura o pasar una ley, porque entienden perfectamente que la credibilidad se pierde rápidamente si los mercados y la opinión pública identifica que no están hablando sinceramente. El activo más importante que cuidan bancos centrales y gobiernos democráticos abiertos, que tienen que responder a su electorado, porque está en su propio interés, es sincerarse en sus apreciaciones y pronósticos económicos y financieros. Sin embargo, tanto los bancos centrales como los gobiernos realizan análisis internos de escenarios extremos, que tienden a no compartir con el público, para identificar posibles respuestas a dichos escenarios.

– ¿A raíz de eso apunta la necesidad de dar a conocer los planes de contingencia?

– Justamente. Ahí tienen una tarea por hacer. Como ciudadano y como observador económico y financiero me encantaría saber, y creo que le haría un enorme bien al país compartir dicha información, porque reforzaría aún más la credibilidad financiera y monetaria si conociéramos esos planes de contingencia con más detalle.

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