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El jugar con los niños es una base importante para el desarrollo en la etapa infantil

El jugar con los niños es una base importante para el desarrollo en la etapa infantil

La psicóloga de la Universidad Católica y directora de Triple P, Francisca Puga, explica que el juego es una parte importante del crecimiento infantil. “Por medio de éste, los niños desarrollan sus habilidades cognitivas como aprender colores, formas, causalidades, cantidades; sus habilidades sociales y morales como los turnos, la competencia y la empatía; sus habilidades psicomotoras como correr, saltar, cortar, encajar y el conocimiento del cuerpo, sus límites y posibilidades. El juego también es una forma de expresar y conocer la alegría, el miedo, la pena, la ansiedad y otras emociones. Permite expresar emociones e ideas libremente, influyendo en su autoestima”, precisa.


El juego es el “trabajo” de los niños, es la vida de los niños, es la realidad de los niños. Ellos “son” juego. Por definición, el juego consiste en aquellas actividades realizadas para entretenerse, que tienen recompensas sociales, psicomotrices y de comportamiento.

La psicóloga de la Universidad Católica y directora de Triple P, Francisca Puga, explica que el juego es una parte importante del crecimiento infantil. “Por medio de éste, los niños desarrollan sus habilidades cognitivas como aprender colores, formas, causalidades, cantidades; sus habilidades sociales y morales como los turnos, la competencia y la empatía; sus habilidades psicomotoras como correr, saltar, cortar, encajar y el conocimiento del cuerpo, sus límites y posibilidades. El juego también es una forma de expresar y conocer la alegría, el miedo, la pena, la ansiedad y otras emociones. Permite expresar emociones e ideas libremente, influyendo en su autoestima”, precisa.

La profesional –quien también es magister en psicología social comunitaria del London School of Economics– detalla que a medida que los niños crecen su forma de jugar va cambiando. Por ejemplo, dice, en los niños pre-escolares es común observar inicialmente un juego independiente y solitario y luego un juego paralelo, donde juegan con lo mismo, pero sin involucrarse en el juego del compañero. “Durante la etapa pre-escolar, comienzan a jugar de manera más asociativa, en grupo, teniendo un mismo objetivo o tema, pero sin poder establecer muchas reglas u organizarse formalmente. Ya a finales de la etapa pre-escolar, es común observar un juego más colaborativo, donde el grupo se organiza, existe al menos un líder y los niños están o no están claramente dentro del grupo”.

Francisca Puga opina que tanto la tecnología como el sistema educacional tradicional influyen en la espontaneidad y el movimiento libre del juego. Por ello, resalta, es fundamental incentivarlo en el hogar. “Los niños siempre aprenden y me atrevería a decir que, a través del juego libre en la casa, aprenden más habilidades complementarias y, a la vez, necesarias para el buen desempeño escolar en la vida. No del juego estructurado o con un fin o meta específica. De ese probablemente tienen suficiente en el colegio o el jardín. El problema es que es más difícil para los adultos participar del juego libre de los niños, sin embargo es necesario hacerlo, a pesar del poco tiempo que se tiene por el exceso de trabajo. Hay que tratar de que se note nuestra presencia y enseñarles algo a nuestros hijos e hijas”.

La directora de Triple P da algunas pautas para que los padres puedan incentivar y participar en el juego de sus niños o niñas. “Para los más pequeñitos y no tan acostumbrados al juego, se puede partir por tener materiales con los que se pueda crear, que no tengan una función o forma muy definida: telas, bloques, cartones, papel, tijeras, lápices, masa. Es importante que estas cosas estén visibles y al alcance de los niños, para que puedan acceder a ellas cuando necesiten jugar, expresarse, y uno comparta ese momento con ellos”.

Segundo, continua, “tenemos que hacer un trabajo con nosotros mismos para parar las preguntas automáticas que hemos aprendido para ‘involucrarnos’ o iniciar el juego de un niño: ¿Qué vas a hacer?, ¿qué estás haciendo?, ¿te enseño a…? Todas esas interrogantes limitan la libertad en el juego del niño porque lo hacen pensar que las cosas se hacen de una sola manera y que ellos tienen que aprender cómo se hace de otra persona, no de ellos mismos. Es mejor reemplazar estas frases por comentarios como ‘qué entretenido’, para luego seguir la guía del niño: ‘sí, es que esto es un cohete que va a ir a… ¿quieres ir a la luna?, ¿me ayudas a amarrar esto ahí?’. A veces, nuestro silencio, pero mirada atenta y disposición a ayudar en lo que se requiera o a asumir el papel que nos es dado, es mucho más ‘educativo’ que guiar el juego, dar instrucciones o enseñar cómo se usa o se juega a algo”.

Por otra parte, Francisca Puga, señala que es bueno poner límites al momento de jugar para proteger a los niños de dañarse, como subirse a lugares peligrosos o utilizar cosas filudas, pero, enfatiza, “el juego libre significa que se deben poder ensuciar, subir, bajar, gritar, desordenar o manchar. Si no estamos acostumbrados al juego libre, empecemos de a poco. Unos minutos a la semana, donde podamos seguir el juego de los niños, sin guiarlos, nos ayudarán a hacer de esta entretención una forma habitual de compartir con nuestros hijos e hijas, ayudándolos a su crecimiento como seres humanos”.

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