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Lyuba Yez, escritora: “La culpa es un gran villano” BRAGA Fuente: Editorial Planeta

Lyuba Yez, escritora: “La culpa es un gran villano”

Antonia Sepúlveda
Por : Antonia Sepúlveda Periodista en El Mostrador Braga.
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“La noche del nunca más”, editado por Planeta, corresponde a la cuarta novela de la periodista y magíster en Sociología, Lyuba Yez. “La protagonista siente en un punto que ser madre había golpeado su identidad como mujer, que es algo universal que nos pasa a las mujeres que somos madres, que al final te conviertes en madre para todo el mundo, y lo que sucede en esta historia es que la protagonista, además de cumplir ese rol, debe hacerse cargo de todo y de cuidar al marido, que en el fondo se transforma en un tercer hijo, y eso la hace parecer, en el fondo, que se equipara a la mujer con la maternidad, o sea, es hacerla desaparecer como mujer, y me parece que eso está muy mal visto desde quien lo vive, porque cuesta mucho salir de esa categoría”, comentó la autora en conversación con El Mostrador Braga.


Lyuba Yez se ha desempeñado como académica e investigadora en ética de las comunicaciones y prácticas periodísticas, además de trabajar como escritora, editora y guionista para televisión, colaborando en diversos medios nacionales e internacionales.

La noche del nunca más cuenta la historia de L., una mujer de 42 años a quien, en una noche catastrófica su vida y la de su familia da un vuelco sin precedentes. La muerte se sentó sobre la cama, luego de que su marido, R., sufriera un accidente cerebro vascular que lo tendría hospitalizado poco más de cuatro meses. L., deberá cuidar y preocuparse de sus dos hijos pequeños y la manutención de la familia a solas, lo que le traerá dudas, temores y mucho sufrimiento. Un grito desesperado de auxilio y desahogo en la pluma de Lyuba Yez.

-Esta novela es una autoficción, ¿pero qué tanto de la novela decidiste ficcionar?

-Considero que la ficción guarda relación con un tema de forma más que de fondo. En general, no tuve que hacer ningún trabajo en dramatizar o darle giros a la trama; la historia se contaba sola. Este libro surgió porque yo empecé escribiendo una especie de diario de vida, porque me ayudaba psicológica y emocionalmente, pero en un punto me di cuenta de que existía una gran historia, y que esta historia no terminaba y continuaba sucediendo cosas, que, de alguna manera, la protagonista no paraba nunca de enfrentar cosas, una tras otra; y comencé a pensar que, si yo inventara una historia así, probablemente nadie creería que pueden suceder estas cosas, pero sí pasan. Lo que a mí me pasa es que yo soy periodista y además escribo, entonces siempre juego con esa dualidad entre lo verdadero, que está nublado, y lo inventado, aunque, en el caso de esta novela, lo verdadero es demasiado. Cuando yo leí mi diario pensé que esta historia podría tener algún futuro, y luego lo comencé a trabajar de otras maneras, porque en el fondo, en términos creativos, la base del libro era como una columna vertebral que yo usé, pero lo que hice realmente fue un trabajo estético y literario para transformar todo esto en una historia que se pudiera leer. Sí jugué con los personajes, hay algunos personajes que están inventados, otros fusionados, que fueron creados para generar ciertas situaciones, porque hay cosas que efectivamente sucedieron, pero en otro lugar, pero en general creo que esos cambios no inciden en nada en la historia y en el lector.

-Existe una angustia y desazón en la protagonista que no se debe solamente al accidente de su pareja, sino que parece ser más un cansancio por el hecho de tener que hacerse cargo de todo, ¿crees que la novela da cuenta de la carga física y mental que se llevan las mujeres en estas situaciones?

-Me he dado cuenta de que me alegro de haber escrito esta historia, porque, a pesar de ser muy triste, efectivamente logra dar cuenta de lo que significa hacerse cargo de todo en un momento tan brutal como le toca a la protagonista, y no solo en ese sentido, sino que me he visto conversando con muchas mujeres en situaciones similares, quizás no tan dramáticas, pero que finalmente te das cuenta de que una como mujer no puede parar de producir, y me alegra haber planteado esa “rebeldía” de la protagonista ante los roles que se supone que debemos asumir, como que en el fondo, tú no te puedes enfermar, no puedes llorar frente a los hijos, no puedes dejar de producir, de trabajar, etc., y eso me parece espantoso.

-Se citan muchos libros y películas a lo largo del libro, y me recordó precisamente a una entrevista que realicé a Pilar Quintana a partir de su libro Los abismos, en donde ella cuenta que en un punto de la maternidad se suele ver como sinónimos mujer y madre, ¿de qué forma crees que la protagonista se ve “atrapada” en esta categoría?

-La protagonista siente en un punto que ser madre había como golpeado su identidad como mujer, que es algo universal que nos pasa a las mujeres que somos madres, que al final te conviertes en madre para todo el mundo, y lo que sucede en esta historia es que la protagonista, además de cumplir ese rol, debe hacerse cargo de todo y de cuidar al marido, que en el fondo se transforma en un tercer hijo, y eso la hace parecer, en el fondo, que se equipara a la mujer con la maternidad, o sea, es hacerla desaparecer como mujer, y me parece que eso está muy mal visto desde quien lo vive, porque cuesta mucho salir de esa categoría. 

-¿Cómo podemos percibir la culpa en el libro?

-Desde una educación católica, la culpa ya está instalada. La protagonista siente culpa por todo; por estar, por no estar, por trabajar, por no trabajar, por ir a ver al marido dos veces a la clínica y dejar a los hijos, etc., y llega un punto en que ella se está resistiendo a la situación, y luego de esta resistencia salta a rebelarse, a decir que no quiere vivir así, que no quiere sentirse así, pero incapaz de decir que no puede más. Creo que la culpa es un gran villano, porque le impide decir lo que quiere, la frena, le hace dudar, porque en el fondo siente tanta culpa, que incluso deja de hacer cosas por sí misma, o que ni siquiera es capaz de hacer por sí misma, porque siente que si las hace está todo mal, como por ejemplo salir a tomarse algo con una amiga. En el fondo, no permitirse momentos luminosos dentro de toda la oscuridad.

-Se gira mucho entorno a la figura de la felicidad y lo que significa, que finalmente no llega a ninguna conclusión específica, ¿por qué crees que estamos tan ensimismados en encontrarle un sentido a la felicidad?

-No tengo una visión clara, pero pienso que existe cierta necesidad instalada de encontrar la felicidad. Uno idealiza esa felicidad, y se le ve como meta. Es parte de entender los grises de la vida, que nada es tan blanco ni tan negro, en el fondo esta pareja no es una pareja que funciona perfecto, no es el mejor matrimonio, y el accidente genera una sensación de pérdida y término, que se acabó el amor, pero finalmente esto fue una historia más de nuestra vida, no necesariamente la única. 

-El duelo se presenta de diversas formas dentro del libro, pero la que me parece más interesante es la pérdida de la propia protagonista, ¿de qué forma crees que se vive el propio duelo frente a estas situaciones?

-Yo creo que sí, que efectivamente uno de los grandes dolores de ella es perder algo que ella creía que era lo más fundamental y que era parte de su propia construcción y naturaleza. Hay una pérdida de sí misma, y que es lo que encuentro más impactante del libro, que no solo tuvo la pérdida del marido, el padre de sus hijos; de otras personas también, sino que el perderse a sí misma la adentra en un estado de desesperación, casi de locura, de resistirse a ese duelo. Incluso después de haber escrito todo el libro, uno entra en un estado de la escritura en donde se percata que los historia era mucho peor que lo que pensaba, y eso tiene que ver con lo que hablábamos antes con el ser mujer, la culpa, el postergarse, las culpas, cómo está instalada la mujer en esta historia.

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