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Tocalli, ¿cabeza de turco?

Tocalli, ¿cabeza de turco?

Todo sugiere que el fracaso de la Sub 20 provocará cambios en el fútbol joven. Pero lo más probable es que estos se limiten a la salida del cuerpo técnico que encabeza Hugo Tocalli, evadiendo decisiones de fondo para revertir el bajo nivel competitivo de nuestras divisiones inferiores y la inmadurez demasiado prolongada de los futbolistas menores.


Poniéndose a cubierto del vendaval de críticas surgidas ante el humillante descalabro de la Sub 20, Sergio Jadue ya dijo luego de la derrota ante Uruguay que no está en condiciones de garantizar la permanencia del argentino Hugo Tocalli al frente de las selecciones menores chilenas.

Hábil como ha demostrado ser para escalar a nivel directivo y posicionarse incluso en la cima sudamericana, el timonel de la ANFP desliga así su responsabilidad en este fracaso y, lo más inquietante, oculta malas decisiones estructurales tomadas por su administración y que pueden ahondar el debilitamiento del fútbol joven.

Un año y medio atrás la ANFP decidió correctamente al crear el cargo de jefe superior de las selecciones menores. Lo negativo es que eligió mal y a contrapelo de lo que fueron sus anteriores elecciones en la selección adulta, con la traída de Marcelo Bielsa, primero, y Jorge Sampaoli, después, tras el mal paréntesis que significó Claudio Borghi.

Eligió mal porque contrató a Tocalli, un entrenador elogiado por su título mundial Sub 20 con Argentina en 2007, pero cuyos dogmas y metodologías distan de Bielsa y Sampaoli, dos entrenadores que a fuerza de intensidad, dinámica y precisión elevaron el nivel futbolístico de la selección chilena adulta a alturas impensadas y causaron un elogio unánime a nivel internacional.

Con esa decisión la ANFP desanduvo incluso el camino iniciado por José Sulantay y Mario Salas, que clasificaron a tres mundiales Sub 20 con un fútbol de alta exigencia física y un orden colectivo superior al promedio de nuestros torneos internos.

Tocalli vive el fútbol de otra forma. Es aquel que vimos en el Colo Colo campeón en 2009: orden defensivo y construcción ofensiva paciente. Nada de exigencias inhabituales a las que vemos domingo a domingo.

¿Qué habrán pensado en la ANFP para contratar a un DT tan distante de Bielsa y Sampaoli con el objetivo de preparar a los futuros seleccionados adultos? Es una de las varias respuestas que deben dar en las oficinas de Quilín.

A esa primera mala decisión fundacional la ANFP sumó otras en el camino. La principal, no haberse impuesto sobre Tocalli cuando éste los obligó a decidir la partida de Mario Salas de la Sub 20, tras una discusión de este con su hijo miembro del cuerpo técnico.

El tiempo demostró que aquella decisión tomada a mitad de noviembre de 2013 fue el inicio del derrumbe. La ANFP se desprendió de un estratega que había situado a la selección Sub 20 a un apreciable nivel internacional, que conocía muy bien a nuestras divisiones inferiores y que no hubiese errado en elegir a los jugadores precisos para repetir con esta nueva camada su éxito anterior.

Desde entonces la Sub 20 nunca tomó vuelo. Ni con Claudio Vivas, el sucesor elegido por Tocalli y que se fue por culpa de su pésima campaña preparatoria, ni con el propio Tocalli, que en los últimos cinco meses del proceso intentó torcer un destino marcado desde la salida de Salas y la llegada del staff de argentinos desconocedores de la realidad de nuestro fútbol joven.

Esa ignorancia los obligo a un extenso y hasta innecesario período de pruebas de jugadores venidos de todo el país, con la consiguiente pérdida de tiempo para afiatar a los que siempre debieron ser convocados. Lo inútil de esa búsqueda queda demostrado al revisar la nómina de 23 seleccionados para el Sudamericano. Salvo el antofagastino Bolados y el temuquense Díaz, el resto proviene de los clubes más destacados del fútbol joven: Universidad Católica, Colo Colo, Universidad de Chile, O’Higgins y Unión Española, entre los principales, más los que regresaron del extranjero.

Pero las culpas de Tocalli llegan hasta ahí. Que haya elegido mal al equipo titular o enfocado erróneamente los partidos, son pecados veniales. De no haberlos cometido, el resultado hubiese sido el mismo, tal vez menos humillante, pero negativo igual.

Y es que el argentino desembarcó en un medio poco competitivo a nivel juvenil y que carece de una instancia de maduración de los mejores previo a su salto al fútbol profesional. Todo ello quedó patente en la desorganización exhibida en Uruguay ante charrúas, brasileños y colombianos.

En nuestro fútbol se da la paradoja que los mejores juveniles, aquellos de los llamados equipos grandes, son los que más sufren para dar el salto, porque los encargados de los equipos adultos no se arriesgan con un futbolista inmaduro salvo que sea un portento tipo Alexis Sánchez, Jorge Valdivia, Arturo Vidal o Garay Medel. La mayoría de sus compañeros termina dejando el fútbol o yéndose a préstamo con poco éxito la mayoría de las veces. No está la posibilidad, como en España, Argentina y otros países, de que los grandes tengan filiales en la Segunda División, donde también hay nivel competitivo y serviría como un excelente campo de maduración para las promesas. En cambio, los chicos de los equipos menores (aquellos que nada pierden con probar a sus juveniles en el profesionalismo) suelen debutar antes, madurar y terminar alcanzando un nivel impensado comparado con el que mostraban cuando habitualmente eran derrotados y hasta goleados en el fútbol joven por aquellos que ahora hacen banca o miran desde las tribunas.

Si el fútbol joven ha pecado históricamente de falta de competitividad, algo había mejorado desde la separación de los clubes en dos divisiones, a partir de los Sub 15. Rivales de igual talla, ascenso y descenso, todo ello al menos propiciaba partidos más parejos y exigencias superiores para los mejores prospectos. Inauditamente, en medio del desastre de Uruguay, la ANFP anunció que este 2015 se volverá al obsoleto sistema de división geográfica. Así, en las cuatro divisiones mayores del fútbol joven habrá cinco grupos formados por equipos de niveles muy desiguales. Hasta un par de elencos semi profesionales se coló por ahí. Con pocos rivales exigentes los mejores y sin el incentivo del cambio de división los inferiores, es de perogrullo que todos perderán. Excusas más, excusas menos, lo cierto es que detrás de esa división antideportiva se esconden causas económicas para abaratar costos de traslado de los equipos chicos.

Si todo esto fuera poco, los juveniles tienen remotos espacios en los primeros equipos, la mayoría de ellos haciendo uso de la norma de siete extranjeros. Tampoco acá se comprende la lógica de esa regla, salvo el afán de abaratar costos en las plantillas. Si no quiere escuchar a los que saben en nuestro medio, a la ANFP le bastaría con mirar la Premier League inglesa, un torneo plagado de extranjeros que no pueden jugar por Inglaterra, selección que hace rato da la hora en los mundiales.

Todo ello conforma un escenario poco auspicioso para el fútbol chileno. De no abortar todas las decisiones erróneas, el prestigio ganado en la última década desaparecerá indefectiblemente con el ocaso de la generación dorada.

En el horizonte próximo está el Mundial Sub 17 que se disputará en chile durante octubre. El equipo dirigido por el argentino Alfredo Grelak no es más auspicioso que la Sub 20. Con el agravante de que a nivel Sub 17 Chile no pasa a la segunda ronda de un Sudamericano desde que en 1997 la generación de Claudio Maldonado. Milovan Mirosevic, Cristián Álvarez y Manuel Villalobos clasificara al Mundial de Egipto. Un hecho inaudito que jamás ha merecido un debate serio en la ANFP, en el Colegio de Entrenadores o en otras instancias de nuestro fútbol. El riesgo entonces de no estar a la altura de todo anfitrión de un Mundial es altísimo.

Hasta ahora no se sabe si tras el papelón de Uruguay la ANFP decidirá un remezón serio para garantizar una presentación digna en el Mundial y un mejoramiento de largo plazo.

En cambio, lo único escuchado en las últimas horas es la tentación de Sergio Jadue de irse por la fácil. Sacar a Tocalli y lavarse las manos. Influido por la moda de Onures, Scherezades y Fatmagules pareciera que él ha elegido a su «cabeza de turco».

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