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Opinión: las reformas que el fútbol necesita

Opinión: las reformas que el fútbol necesita

Bastaría fijarse en otras disciplinas, e incorporarlas al balompié, para que el cambio resulte atractivo, fundamental y beneficioso.


El fútbol está considerado el deporte más lindo del mundo.

Debe de ser así. De otro modo no estaría tan extendido en el mundo y no atraería a tanta gente de tan distintas culturas y características.

Pero podría convertirse en algo más bello aún. Y no hay que ser una estatua de Rodín para darse cuenta de cuáles son los aspectos que afean el juego. Y no hay que ser un discípulo de algún gran investigador para encontrar las soluciones.

La International Board, el organismo encargado de promover, vigilar y modificar las reglas del fútbol, sobrepasó hace poco al Vaticano en materia de conservadurismo. Y no es porque se haya liberalizado, sino porque el Papa Francisco dio una par de pasos hacia el progresismo, mientras el ente del fútbol no da ninguno. Les cuesta a los viejos de la Board cambiar los aspectos reglamentarios. Consideran que el fútbol es perfecto porque tiene imprevistos, porque los árbitros se equivocan, porque no siempre se da el resultado lógico. Está bien eso: forma parte del atractivo. Pero no hinca el diente en otros aspectos que pueden mejorarlo.

Bastaría fijarse en otras disciplinas, e incorporarlas al fútbol, para que el cambio resulte atractivo, fundamental y beneficioso.
Del hockey césped podría sacarse un aspecto que para quienes lo practican resulta natural y que en el fútbol a nadie se le ocurre: cometida una falta, apenas suena el pitazo, el infractor deja el implemento en el lugar de la incidencia y se retira de inmediato a una distancia prudente. En el fútbol, dejarían la pelota en el lugar y se pondrían a 9,15 metros de distancia. Y eso, además de ahorrar tiempo de juego interrumpido, permitiría una reanudación más rápida y más favorable para el equipo que recibió la infracción.

Del básquetbol se podría rescatar la regla que permite jugar con la pelota en el aire aun cuando haya traspasado las líneas. Es decir, el juego sigue hasta que el balón pique fuera del campo. ¡Cuántos tiros de esquina se han malogrado porque la pelota hizo una curva y anduvo un ratito volando por fuera!… ¿Y a quién le importa una cosa así? Más importante es la continuidad del juego. Significaría, además, menos posibilidad de error para los árbitros asistentes.

Del rugby se podría ocupar una regla bien básica en ese juego, el pase con la mano hacia atrás, en una situación determinada del fútbol: la posición adelantada. Se ha sugerido tantas veces que se elimine el off-side, y ha encontrado siempre la oposición de International Board, que esgrime uno de sus argumentos favoritos: el error sirve para darle colorido al juego y polémica a la tertulia posterior. Entonces, ¡bueno ya!: no lo elimine. Pero puede darle cierta flexibilidad: que al jugador que esté adelantado se le sancione si prosigue su trayecto hacia el arco y lo deje seguir si envía el balón hacia un punto más retrasado. Así, el juego se mantiene sin que el jugador adelantado saque tanto provecho de su posición.

En el fútbol americano el reglamento permite que haya sustituciones ilimitadas. En el nuestro, eso sería inconcebible: los entrenadores se llevarían en eso para ganar tiempo. Pero, a lo mejor no habría que desecharlo totalmente: ¿por qué no permitir que un gran lanzador de tiros libres entre, ejecute la falta y se vaya de nuevo a la banca? O, para dar otro ejemplo, ¿por qué no utilizar al arquero ataja-penales en esas circunstancias?

Aunque muchos piensen que el sol veraniego me achicharró el cerebro, parodiando a Yerko Puchento termino igual que él: “¡Lo dije, y qué!”

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