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Mayweather – Pacquiao: la eterna lucha entre el cerebro y el corazón

Mayweather – Pacquiao: la eterna lucha entre el cerebro y el corazón

La pelea de este sábado entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao, en Las Vegas, reeditará el choque de dos estilos: la técnica contra la agresividad, el cálculo frente a una entrega que no sabe de pausas. Y aunque el combate llega con seis años de retraso, se ganó con todo derecho el rótulo de “Pelea del Siglo” y será el más millonario de toda la historia del pugilismo.


Llega con al menos seis años de retraso, pero igual el confronte entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao se ha ganado el manido rótulo de “Pelea del Siglo”. Será además, sin lugar a dudas, el combate más millonario de todos los tiempos. La pregunta es: ¿podrá ver el mundo una pelea tan espectacular como para que responda plenamente a las expectativas que ha provocado?

Todo parece indicar que el combate no admitirá términos medios: o es un peleón destinado a quedar en la historia o será un fiasco de aquellos.

Y es que la carrera de Mayweather conserva intacto el brillo de sus sucesivos triunfos que lo mantienen como invicto en 47 peleas (26 de ellas ganadas por la vía rápida), pero los que han seguido sus últimos combates se han quedado con la amarga sensación del boxeador amarrete, que hace lo justo para ganar mediante las tarjetas de los jurados, importándole un rábano el espectáculo vibrante que asistentes y espectadores han esperado presenciar y por el cual han pagado cifras que para países tercermundistas, como nosotros, se antojan hasta insultantes.

Si la contienda resulta tediosa, interrumpida y de mediocre nivel, de seguro no será por culpa de Pacquiao. El filipino, campeón del mundo de peso welter (66.678 kilos) reconocido por la Organización Mundial de Boxeo, con un récord de 57 triunfos, dos empates y cinco derrotas, sabe que enfrentando a Mayweather tiene poco que perder y en cambio mucho que ganar, aparte de que por nada traicionará su estilo de peleador agresivo, frontal y sanguíneo.

Mayweather, campeón del mundo reconocido por el Consejo y la Asociación Mundial de Boxeo, en cambio, maneja una propuesta mucho más cerebral y científica. Ello, unido a su notable velocidad de desplazamientos y de manos, lo convierten en un peleador que tan pronto puede transformarse para el oponente en una pesadilla o en un fantasma, cuando ve que las acciones se encienden y decide que lo mejor es subirse a la bicicleta o trabar descaradamente, para ganar esos vitales segundos de tregua que le permitan eludir la pelea franca.

Coincidencia o no, Mayweather se transformó en un tacaño del ring desde que la cadena de televisión Showtime le aseguró 200 millones de dólares por sus próximas seis peleas, siempre, obviamente, que se mantuviera como campeón. Hasta ahora lleva cuatro: frente a Robert Guerrero, ante el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez y frente al argentino Marcos René Maidana, en dos oportunidades. ¿Por qué será que, aparte de “Pretty Boy”, ostenta el apodo de “Money” Mayweather?

En todas ellas aplicó claramente la ley del mínimo esfuerzo. Es decir, tiraba los golpes suficientes como para ir sumando asaltos, pero el resto del tiempo lo consumía aplicando artimañas que lo tienen convertido en todo un maestro. Su última pelea, de verdad pelea, data del 17 de septiembre del 2011, cuando en Las Vegas derrotó por nocaut al 4° asalto al puertorriqueño Víctor Ortiz.

Pacquiao y su técnico, Freddie Roach, tienen un más que difícil desafío la noche de este sábado, en el MGM Arena de Las Vegas. El filipino deberá ir al frente desde el primer tañido de la campana, porque, como sea, en este combate “va de punto”, como se dice en la jerga boxística, y porque simplemente no sabe pelear de otra manera. Su única opción de ganar, por lo demás, es intentando sobrepasar a un rival que lo supera técnicamente y que, además, es incluso más veloz que él, que para nada es una tortuga.

Y, se sabe, lo único incontrarrestable en el boxeo es la velocidad. Un púgil limitado técnicamente puede ganarle a uno mucho mejor dotado en ese aspecto. Un peleador que no tenga una pegada demoledora puede dar perfectamente la sorpresa frente a un noqueador, y lo mismo puede hacer un novato con alguien que lo supere largo en trayectoria. Sin embargo, cuando se trata de velocidad, de verdad no es mucho lo que se puede hacer.

Pacquiao llega, además, bastante tarde a esta pelea. De ella comenzó a hablarse ya durante 2009, cuando tanto él como Mayweather estaban en la cresta de la ola yendo por carriles paralelos. Pero hasta ahora nunca pudo concretarse. Las tibias tratativas iniciales se diluyeron ya fuera porque Pacquiao quería ganar la misma bolsa que Mayweather o porque el estadounidense le exigió al filipino un control antidoping con los parámetros olímpicos. Las posiciones incluso se alejaron mucho más luego que el promotor Bob Arum, que manejaba a “Pretty Boy”, se fuera luego con Pacquiao.

Y desde entonces hasta ahora, el panorama dista de ser el mismo. Mientras Mayweather siguió imbatido, “Pacman” Pacquiao sufrió un par de derrotas que contribuyeron a que su deseo de enfrentar al estadounidense se alejara todavía más. El 9 de junio de 2012, perdió en decisión dividida frente a Timothy Bradley, pero lo terrible estaba todavía por venir: el 8 de diciembre de ese mismo año, fue noqueado en el 6° asalto por el mexicano Juan Manuel Márquez, en el cuarto enfrentamiento entre ambos. La mano del azteca fue devastadora, porque a su potencia se sumó la fuerza del filipino yendo al frente.

Para muchos, su prolongada carrera, iniciada el 25 de enero de 1995, cuando en su país venció por puntos a Edmund Enting Ignacio, y en la que había sumado ocho coronas del mundo en distintas categorías, había llegado a su fin. Pero Pacquiao, que como todo guerrero que se precie no se rinde nunca, tras ese contraste frente a su ya rival clásico volvió a subirse al ring para vencer a Brandon Ríos, a Chris Algieri y cobrarse revancha de Bradley.

Estaba listo para ir por Mayweather. Y no titubeó para proclamarlo a quien quisiera escuchar.

Desde que a comienzos de año se firmó, por fin, el contrato para concretar esta pelea, se intuyó que iba a ser la más millonaria de la historia.

Si hasta ahora el combate entre Mayweather y el “Canelo” Álvarez ostentaba el récord, con 20 millones de dólares de recaudación por venta de entradas y 150 por concepto de “pay per view”, la Mayweather-Pacquiao tiene asegurados ya 250 millones de la divisa estadounidense por ambos conceptos.

No será el único registro que caiga como castillo de naipes. Si hasta ahora la cifra más alta del sistema “pay per view” es de 2,4 millones de abonados, con 120 millones recaudados por la pelea entre el mismo Mayweather y Oscar de la Hoya, en 2007, el combate del sábado aumentará exponencialmente el número de televisores que, previo pago (entre 100 y 120 dólares), podrán recibir la señal en los hogares.

Dados esos números, no extraña la bolsa que se repartirán los contendientes en proporción de 60 y 40. Dicho de otra forma, mientras Mayweather recibirá una bolsa de 120 millones de dólares, Pacquiao deberá “conformarse” con 80, suma que le permitirá solucionar la cuantiosa deuda impositiva que mantiene con el tesoro estadounidense y con el fisco de su país.

Como será el revuelo que ha provocado la pelea que hasta la televisión chilena está anunciando la emisión del combate en directo, en circunstancias de que el gran boxeo internacional había dejado de interesar como elemento de “rating” tras el retiro de Mike Tyson.

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