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Opinión: un descenso programado

Opinión: un descenso programado

Andrés Alburquerque
Por : Andrés Alburquerque Periodista El Mostrador Deportes
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Cobreloa realmente nació grande. Respaldado por una billetera generosa proveniente de Codelco y de sus trabajadores, se asentó con autoridad en nuestra historia futbolística. Contó con dirigentes idóneos, que realizaron una elección de entrenadores y jugadores impecable. Por eso los escasos errores quedaron sepultados por una larga lista de aciertos, que llenaron de gloria al equipo de Calama.


Así fue como el club llegó a ser referente en Sudamérica en la década de los ’80 y mediados de los ’90, en los que acumuló dos subcampeonatos de la Copa Libertadores y ocho títulos nacionales de Primera División.

Incluso, después de que Codelco decidiera reducir al mínimo su subsidio, Cobreloa siguió siendo generoso y mantuvo campañas acordes con un pasado de abrazos y de copas.

Ahora, después de años de decadencia, termina condenado al descenso administrativo, castigo impensado para un grande y poderoso. Por una interpretación de reglamento, por un error fácilmente evitable.

No es justo, pensaron muchos, pero lo de Cobreloa responde a una seguidilla de tropezones. Tanto así, que aunque la Segunda Sala del Tribunal de Disciplina no los hubiese sancionado, los naranjas podrían perder el domingo ante Ñublense y meterse solos al túnel de su primer descenso.

Para entender qué pasó en este camino, habrá que convenir en que los directivos de entonces ya no son los mismos, y que ahora, según muchos hinchas que han alzado la voz, el club está mal conducido. Como me resumió un amigo calameño: “Hoy son muchos los dirigentes que dicen hacer algo por el club, pero pocos tienen la capacidad y el liderazgo para hacerlo”.

Eso llevó a los desaciertos en la contratación de jugadores y técnicos, que nada aportaron. Por el contrario, fueron debilitando paulatinamente al equipo, cada vez menos respetado.

Ahora resulta que ir a Calama no es ningún trauma para nadie, y antes la mayoría celebraba con euforia un empate. Más singular aún: obtener un triunfo en Calama era augurio de convertirse en el campeón de la temporada.

En la actualidad es un club que ni siquiera entusiasma a sus exigentes hinchas, cansados de deambular por la mediocridad de las últimos temporadas, sin figuras que ir a ver al estadio ni equipos de juego llamativo. Un equipo que parece mimetizarse con las arenas del desierto que rodea a la vilipendiada Calama.

Sus dirigentes dicen ahora que defenderán a muerte a Cobreloa, que no van a descender así como así, que están dispuestos a recurrir a las más altas esferas.

Invocan al Tribunal Arbitral du Sport (TAS), con sede central en Lausana, Suiza. Una entidad que dirime disputas en torno al deporte de todo el mundo y que fue creado por el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el español Juan Antonio Samaranch, para dirimir disputas durante los Juegos Olímpicos de 1984.

Actualmente es un tribunal completamente independiente y sus sentencias tienen la misma fuerza ejecutiva que las sentencias de los tribunales internacionales.

Lo malo es que sus fallos por lo general demoran meses y, si efectivamente se llega a dar una apelación loína, podría incluso retrasarse el inicio de los próximos torneos.

Pero si Ñublense gana el domingo en Chillán, Cobreloa diría adiós sin apelación, y el último estertor naranja podría morir sin haber nacido.

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