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Paraguay apelará a sus virtudes históricas para salir del pozo

Paraguay apelará a sus virtudes históricas para salir del pozo

Están en el fondo, adonde nunca imaginaron llegar. Como la renovación de jugadores no fluye con la rapidez debida, la columna vertebral sigue sostenida en los veteranos. Con todo en contra, los guaraníes apelarán a la solidaridad, el colectivismo y la sangre fría para escalar posiciones en nuestro continente.


Al comienzo solo se diferenciaba de sus compañeros de Unión Española por sus extraños nombres de pila. Después se distinguiría en aspectos más fundamentales de la vida.

Casiano Wilberto Del Valle jugó por el club hispano entre 1996 y 1997. No llegó a ser un José Saturnino Cardozo en la UC ni un Salvador Cabañas en Audax Italiano, pero nadie puede quejarse de su empeño y profesionalismo.

En un momento dado la Unión entró en crisis económica y el pago de los sueldos se hizo demasiado espaciado. Los futbolistas reclamaron hasta que les dio hipo pero igual siguieron llegando al estadio Santa Laura a bordo de sus autos. Todos, menos uno. Tomando debida nota de que el viento soplaba en contra, Casiano Wilberto cambió sus hábitos de desplazamiento y comenzó a llegar y a retirarse en micro.

¿Será ese sentido del realismo lo que ha permitido a los guaraníes alcanzar logros vedados para los chilenos?

Es posible, porque salvo por su mayor estatura, ellos no son más técnicos, habilidosos o rápidos que los nuestros. Es más, a la hora de dejarla chiquita los chilenos sacan ventaja.

Solo que los paraguayos son conscientes de sus debilidades. Y en la cancha toda su vida han luchado para superarlas o disimularlas. Por eso hablan en guaraní para darse instrucciones, nunca se desconcentran, son solidarios a morir, pegan mirando para el cielo y no se calientan cuando les golpean. Son una oda al pragmatismo.

Todo ello les ha permitido históricamente ser el cuarto de Sudamérica, por encima de Chile y Colombia, que por talento siempre tienden a impresionar más. Y también les ha posibilitado superar con cierta frecuencia a Brasil, Argentina y Uruguay.

Es que a todos los enfrentan igual. Sin mirarlos en menos ni tampoco temerles. Llevan en su ADN el sacrificio de sus héroes del Chaco y hacen de sus partidos batallas que hay que ganarlas no cejando hasta que suena el silbato final.

Así han sido dos veces campeones de América, en 1953 y 1979, este último título ganado contra el Chile que conformaba Luis Santibáñez. Otras seis terminaron segundos.

También ganaron un Preolímpico, un Sudamericano Sub 20, dos Sudamericanos Sub 15 y una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Uno de sus dos mejores equipos de clubes, Olimpia, ha ganado tres veces la Copa Libertadores y una vez la Copa Intercontinental.

Copas por subtítulos en los sudamericanos Sub 20 y Sub 17 también hay varias en sus vitrinas.

Y como saben que la vida tiene muchas vueltas, no le enrostran a nadie su superioridad. Simplemente siguen callados trabajando para no decaer y continuar venciendo.

LA ÉPOCA DORADA Y EL OCASO

No hay dos opiniones en Paraguay. Lo mejor lo vivieron entre 1998 y 2010, cuando clasificaron a los cuatro mundiales disputados, cerrando el ciclo con su llegada a cuartos de final en Sudáfrica.

Fue un ciclo virtuoso procreado por Sergio Markarian a comienzos de los 90. Don Marka clasificó a Paraguay a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 de la mano de José Luis Chilavert, Carlos Gamarra, Celso Ayala, Francisco Arce, José Saturnino Cardozo, Mauro Caballero y Jorge Luis Campos, entre los más recordados. Con ellos formó la base de la tricolor adulta que clasificaría para Francia 98, donde en octavos de final perdieron en tiempo extra con los finalmente campeones.

Esa generación aguantó sus buenos años, pero fue pausadamente renovada, manteniéndose el alto rendimiento clasificatorio. Otra generación olímpica, la de 2004, le insufló nuevos aires triunfales. Roque Santa Cruz, Nelson Haedo Valdés, Edgar Barreto, Aureliano Torres, Paulo da Silva y Julio Manzur, entre otros, se integraron al equipo adulto y mantuvieron el recorrido por la senda correcta, guiados por el Tata Martino. Así destacaron en Sudáfrica y solo fueron desbancados otra vez por los futuros campeones, esta vez los españoles.

El canto del cisne fue la Copa América 2011. Estrujando las pocas fuerzas que quedaban, los guaraníes llegaron a la final, donde se rindieron ante los uruguayos.

Luego vendría el bajón del que no se han recuperado. Hasta se comieron calladamente la humillación de haber sido últimos en las clasificatorias para Brasil 2014. Ahora llegan a Chile sabiendo que esta copa es una mera oportunidad para el renacimiento. Los lidera Ramón Ángel Díaz, que las ha visto duras.

Un vistazo a la nómina comprueba que la renovación está costando más de la cuenta. En el arco Justo Villar, en la zaga Paulo da Silva y adelante Roque Santa Cruz, Lucas Barrios, Nelson Haedo Valdez y Edgar Benítez. Los veteranos vienen a sostener a los jóvenes que se llevarán el peso de aquí en adelante.

Sudamérica podrá creer que están francamente disminuidos. A los paraguayos no les importa. Saben que esta Copa América es una lucha más de las cientos que han dado a lo largo de su historia.

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