El conductor colombiano no brilló como otras veces, pero de todos modos guió con sabiduría a su equipo para lograr su tercer triunfo oficial sobre Brasil y recomponer sus posibilidades en la Copa América.
Los pastos del Monumental le vienen bien al talento colombiano. Sobre todo a los que gustan de ponerse la camiseta número 10.
En esa cancha brillaron en años anteriores Giovanni Hernández y Macnelly Torres, claro que ambos luciendo una camiseta blanca.
Esta vez, con la amarilla tricota de su selección, el turno fue de James Rodríguez. El cerebro del equipo de José Pekerman tuvo esta noche sangre fría para conducir el ataque colombiano en la primera etapa, cuando había que anotar, y también para intentar el desahogo cuando llegó la hora defender el solitario gol de Murillo.
No hubo puntos bajos en la selección cafetera. Todo el equipo rindió a gran altura. Pero si fue capaz de dominar a Brasil en todos los ámbitos del juego y durante todo el partido, se debió a la sabia conducción de Rodríguez, que con lo de esta noche pagó la deuda de su debut contra Venezuela.
De aquel jugador ofuscado y errático ante la Vinotinto a este pleno de claridad y talento hay un mundo de distancia.
Ya se verá ante Perú cuál es su verdadero nivel en esta Copa América. En todo caso, tras el envión anímico obtenido tras la victoria ante Brasil, es mejor apostar porque seguiremos viendo en suelo chileno a aquel James Rodríguez que se luce en el Real Madrid.
