Publicidad
El día en que Chile cayó, bajo amenaza, en la Copa Davis

El día en que Chile cayó, bajo amenaza, en la Copa Davis

Julio Salviat
Por : Julio Salviat Profesor de Redacción Periodística de la U. Andrés Bello y Premio Nacional de Periodismo deportivo.
Ver Más

El 21 de septiembre de 1975 Jaime Fillol y Patricio Cornejo buscaron en Baastad, ante Suecia, clasificar para la final del torneo. Estaban amenazados de muerte y se anunciaban manifestaciones multitudinarias, pero no hubo forma de cambiar la sede.


Superado con imprevista facilidad el escollo que significaba Sudáfrica (5-0), Chile esperaba con impaciencia la confrontación de Suecia con España en Barcelona. Jaime Fillol y Patricio Cornejo deseaban íntimamente que ganaran los suecos: aunque podían dar por perdidos los puntos que disputaran con Bjorn Borg, podían dar por ganados los que lucharan con el segundo singlista, fuera quien fuera. Y, así, todo se definiría en el juego de dobles, en el que la pareja chilena parecía más poderosa.

Ganó Suecia. Y se abrió la gran posibilidad de que Chile -por primera vez en su historia- se clasificara finalista de la Copa Davis.

La tormenta estalló de improviso. Casi sucesivamente se produjeron una amenaza de muerte contra Jaime Fillol por parte de un exiliado que quería vengar la muerte de su esposa, el anuncio de manifestaciones multitudinarias si el equipo chileno se presentaba a jugar, la decisión de los tenistas nacionales de no asistir, una ácida polémica sobre la actitud de los jugadores e intensas -y fracasadas- gestiones para cambiar la sede.

Chile asistió, finalmente. Y el país se amaneció esperando la jornada inaugural del viernes 19 de septiembre con una mezcla de interés deportivo y de temor.

Ese temor había paralizado a Jaime Fillol días antes. “No quiero ir a Suecia a comprobar si las amenazas de muerte son reales o son un invento”, había dicho. Y sus compañeros habían solidarizado.

La incomparecencia era grave para el tenis chileno. No sólo tendría que pagar una indemnización de 50.000 dólares, sino que arriesgaba una suspensión. Cuando se estaba formando un equipo de emergencia (con Jaime Pinto, Alejandro Piérola y el juvenil Hans Gildemeister) y las autoridades suecas garantizaban seguridad, Fillol, Cornejo y Belus Prajoux decidieron asistir -y correr los riegos-, convencidos fundamentalmente por Luis Ayala, el capitán, y sus propias familias.

Al llegar a Malmoe, todo era normal: ninguna manifestación en contra. Viajaron a Baastad en tres taxis, con dos furgones policiales escoltándolos, y su lugar de alojamiento y concentración fue el mismo que ocupaban los integrantes del equipo sueco. Y los días previos transcurrieron en medio de una tensa espera.

Por mucha entereza que tuvieran, los tenistas nacionales no podían sustraerse al clima beligerante que se preparaba para protestar contra la dictadura de Augusto Pinochet. El despliegue policial se había intensificado, y ese propio cerco era motivo de inquietud.

La noche antes del partido se produjo la primera manifestación: discursos con megáfonos que no alcanzaron a alterar a los jugadores.

Cuando comenzó el partido, cada espectador fue revisado, mientras los manifestantes quedaron a unos cien metros del court.

Patricio Cornejo alentó esperanzas al ganar el primer set a Borg al iniciarse la confrontación. Era el primero que perdía el sueco en su toda su historia de Copa Davis. Pero el número uno del mundo se repuso y ganó el partido en cuatro sets: 3-6, 6-4, 7-5 y 6-3.

En seguida, Jaime Fillol logró un contundente 6-3, 6-2 y 6-3 sobre Birgen Andersson, y el primer día de competencia terminó como se preveía.

El punto clave se disputó en un clima anormal. Las trompetas, los discursos y algún petardo que estallaba de cuando en cuando distraían y atemorizaban a los jugadores. Ninguno se acercó a su verdadero nivel. El triunfo fue para los suecos por 7-5, 6-2, 3-6 y 6-3, y el match quedó prematuramente definido, porque era imposible que Chile ganara sus dos juegos al día siguiente.

Cornejo se jugó entero, como siempre. Pero el gigantón Andersson, que ya había dado el tercer punto a los suecos frente a los alemanes y los españoles, volvió a ser el héroe. El ‘Corazón de Chileno’ cayó por 7-5, 14-12 y (ya agotado) 6-1.

En el partido final, casi no hubo lucha: Borg venció a Fillol por 6-2, 6-1 y 6-2, para establecer el definitivo 4-1 a favor de Suecia.

Cuando se jugó la última pelota, más que decepción hubo alivio. El autor de la amenaza no había aparecido, los manifestantes se habían cansado de gritar y el equipo chileno podía volver a casa.

Derrotado, pero sano y salvo.

Publicidad

Tendencias