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Cuando la tecnología no ayuda a un fútbol más justo

Cuando la tecnología no ayuda a un fútbol más justo

Para no creerlo. Escocia perdió de local la clasificación a la Eurocopa al resignar un empate 2-2 con Polonia, justo en el último minuto de descuento otorgado luego de que momentos antes un adolescente se tomara una selfie en plena cancha con el goleador polaco Lewandowski.


En los últimos años son cada vez más los que piden la inclusión de la tecnología para hacer más limpio y justo al balompié. Y cada vez menos los que se atreven a oponerse argumentando que la injusticia y la trampa son parte de las «cosas del fútbol».

Pero lo que ocurrió el pasado 8 de octubre en el Hampden Park de Glasgow sorprendió a medio mundo. Que la tecnología sirviera para alterar injustamente un resultado, y clave por añadidura, no estaba en los cálculos de nadie.

Pero ocurrió. Y del modo más impensado.

No quedaba nada para que el árbitro húngaro Viktor Cassai pitara el final del partido en el que el local Escocia vencía esforzadamente 2-1 a la renacida Polonia y mantenía así su remota chance de clasificar como mejor tercero para la fase final de la Eurocopa de Naciones que se disputará en Francia.

Cada equipo había realizado sus tres cambios, y tampoco había habido lesionados ni ningún tipo de interrupciones indebidas. Por reglamento, Cassai debía alargar un máximo de tres minutos más.

Hasta que ocurrió lo increíble. Desde la gradería saltó un muchacho que burló la seguridad, ingresó a la cancha y se arrojó sobre el goleador polaco Robert Lewandowski. No quería agredirlo ni abrazarlo desbordadamente.

No. Adolescente como es, criado en un mundo donde la tecnología lo es todo, solo quería inmortalizarse junto a su ídolo del único modo que ha aprendido en sus cortos años: tomando una Selfie con su celular. Todo transcurrió muy rápido. Pero ni el jugador, el árbitro o la policía hicieron amago de sacarlo de la cancha. Simplemente dejaron que el chico obturara y luego se retirara. La misma foto que ilustra esta nota.

Hasta ahí, todo parecía simpático. Hasta el nervioso público escocés lo tomó con gracia. No imaginaba que aquello acabaría en desgracia.

El juez, con toda razón, dio un minuto más de agregado, prolongando el duelo hasta el minuto 94.

Justo los 60 segundos que necesitaron los polacos para convertir el empate 2-2 gracias a un gol «in extremis»…obviamente del héroe Lewandowski, que gracias a la selfie tomó el respiro preciso que le faltaba para perforar la valla escocesa.

Otra vez más, como ocurre invariablemente desde 1996, Escocia se quedaba a la vera del camino de la Eurocopa.

Ni qué decir el barullo que se armó en toda la isla británica. En la prensa, las redes sociales y las tabernas. Todos culpan al incauto admirador de Lewandowski por haber inducido al árbitro a dar un minuto más de lo permitido. Otros culpan a la seguridad del estadio por no impedir su ingreso al terreno de juego.

Nadie repara en que todo es culpa de la tecnología. De no ser por este mundo globalizado, el pequeño admirador escocés de un goleador eslavo habría sido, posiblemente, más querendón del terruño propio y jamás hubiese cruzado por su mente saltar a la cancha en los últimos momentos del partido en que los clanes de las highlands resistían heroicamente los embates de los invasores polacos.

Es que, a contrapelo de lo que piensan los idealistas, parece que la tecnología también puede aportar a las «cosas del fútbol».

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