Publicidad

El libro que homenajea a las grandes películas de los ’90

Dando una amplia mirada a diversas películas de la década pasada, el libro de Jurgen Muller, El cine de los 90, logra componer un texto de gran calidad visual e intenso contenido fílmico. Cintas de directores de la talla de David Lynch, Quentin Tarantino, Stanley Kubrick, Martín Scorsese, Milos Forman, Jim Jaramush o Abel Ferrara, confluyen en un documento cinematográfico tan diverso como interesante.


Durante los años noventa, el mundo vislumbró una potente renovación del cine contemporáneo. Nuevas miradas y tratamientos temáticos, aparecían bajo el alero de influyentes y creativos directores. Cintas como El silencio de los inocentes de Jonathan Demme, Delicatessen de Jean Pierre Jeunet y Marc Caro, Pulp Fiction de Quentin Tarantino, Asesinos por naturaleza de Oliver Stone, Doce monos de Terry Gillian, Fargo de los hermanos Coen o Trainspotting de Danny Boyle, marcaron un despertar en el séptimo arte y a la vez una renovación en los recursos utilizados.



El libro de Jurgen Muller, El cine de los 90 (importado por la editorial Contrapunto), logra aunar toda esa magia cinematográfica que se generara en los últimos diez años del milenio, trasformándose en un texto realmente atractivo y decidor que invita al lector a rememorar innumerables películas y melancólicos momentos.



En una edición de lujo, con espectaculares fotografías y referencias a cada una de las cintas, El cine de los 90 aparece como un texto ágil y sumamente interesante para cualquier amante del rubro de las imágenes en movimiento. Filmes comerciales y cine arte, largometrajes de acción y películas de autor, comedia y drama, destreza y creatividad. Todo, en 800 páginas a todo color.



Sin duda que uno de los pilares del cine de la década de los noventa se materializó en los trabajos del director norteamericano Quentin Tarantino. Excesivo, violento y sumamente talentoso, el cineasta irrumpió dentro de la industria en 1992 con la gran película, Perros de la calle. Pero sería en el ’94 con Pulp Fiction donde se trasformaría en un icono del cine contemporáneo y un nuevo referente para las generaciones emergentes.



Protagonizado por John Travolta, Samuel L. Jackson y Uma Thurman, Pulp fiction presentaba una gran gama de recursos cinematográficos que hacían del filme un objeto de admiración. La capacidad de Tarantino para jugar con los tiempos narrativos, los dinámicos diálogos de sus personajes, su intensa tendencia hacia la violencia y aquella particular aptitud para seleccionar los temas que integran sus bandas sonoras, hacían de sus incursiones fílmicas, y específicamente de Pulp Fiction, objeto de culto moderno.



"El enfoque de la violencia de Tarantino es un tema en sí mismo, siempre presente en la película, aunque rara vez de muestra de forma explícita. El arma es más importante que la victima. En un filme de acción convencional, la escena en la que Jules y Vincent recorren un largo pasillo hasta llegar al apartamento en el que asesinarán a varias personas, se habría usado para crear suspenso, pero en su película, Vincent y Jules hablan de trivialidades, como dos colegas de oficina camino del bar", explica Muller.



Otro de los grandes personajes que marcaron la década noventera, fue sin lugar a dudas, David Lynch. Su singular y retorcida propuesta estética y narrativa, logró cautivar al mundo entero. Hurgando en las pesadillas de la mente, Lynch construyó un mundo de imágenes simbólicas -muchas veces surreales- que a medida que se sucedían los fotogramas, emergía un puzzle cinematográfico que generalmente dejaba absorto al más ávido de los espectadores.



Durante los noventa, David Lynch estrenó tres películas, Twin Peaks (que venía a cerrar la serie de televisión), Una historia sencilla y Carretera perdida. Pero sería esta última la que cautivaría la atención del público y la crítica especializada -también había sido aclamado con Terciopelo azul en 1986-. Con una música sensacional, actuaciones soberbias y una historia macabra y a la vez fascinante, Carretera perdida se convertiría de inmediato en un registro sólido de lo que era capaz su realizador.



La película resiste a una sola explicación: Lynch invita a las interpretaciones múltiples llenándola de citas que van desde Alicia en el país de las maravillas y El grito, de Edward Munich (en la toma final) hasta El mago de Oz (1939). La transformación de Arquette de morena a rubia es una alusión a los estereotipos de Hollywood de la belleza ideal femenina, pero cuando más elementos individuales analicemos, menos éxitos obtenemos en formar un retrato final y completo del largometraje. David Lynch rechaza la narración cinematográfica convencional y Carretera perdida conserva su carácter misterioso hasta el final".



Otro de los fenómenos de la década fue la aparición de variadas películas de los geniales Ethan y Joel Coen. A través de su independencia creativa, se permitieron crear un universo cinematográfico fértil y generoso en simbologías e ironías. Los Coen dieron rienda suelta a su creatividad -dejando de lado las presiones de Hollywood-, apostaron por desenvolverse fílmicamente en terrenos atrofiados y hostiles de Norteamérica y finalmente, conformaron grandes contribuciones al rubro de las imágenes en movimiento.



Uno de sus máximos logros (junto a Barton Fink), recae en la película protagonizada por Frances McDormand, Fargo. En el filme, los Coen hacían gala de su más oscura percepción social, componiendo un impactante trabajo de guión, dirección de actores y humor negro. Fargo contaba la historia de un hombre que contrata a dos asesinos a sueldo para que secuestren a su esposa, y así cobrar la gran recompensa que ofrecería su adinerado suegro.



"Fargo es un filme inclasificable. Grotesco y completamente absurdo, pero sobre todo, espeluznante. La crueldad y la brutalidad se convierten en fuerzas con derecho propio y la historia termina en un inesperado baño de sangre porque los protagonistas son incapaces de controlar la situación. En Fargo, todo se mueve lentamente. No sólo porque el mundo está hundido en la nieve y cada movimiento requiere tres veces el esfuerzo habitual, sino porque los habitantes de Minnesota, en su mayoría descendientes de inmigrantes escandinavos, suelen ser lentos".



Otra de las "joyas cinematográficas" presentes en el libro Cine de los 90, es la cinta del realizador Paul Thomas Anderson, Magnolia. Con la actuación de Tom Cruise, John C. Reilly y Julianne Moore, entre otros, el filme reproducía una serie de historias paralelas con pequeñas semejanzas o acercamientos entre sí. Con una sensibilidad admirable -acrecentada por las excelentes melodías de Aime Mann- Magnolia lograba pasearse por diversas temáticas pero siempre centrada en las mínimas conexiones que el destino establece entre distintas historias.



"Los conflictos interpersonales corren paralelos a las deterioradas relaciones entre padres e hijos y hombres y mujeres, todas arruinadas por la incapacidad de construir y mantener amistades, así como por la imposibilidad de una comunicación real. Magnolia es una critica caroñosa pero cínica ala televisión, en la que todos los personajes parecen intentar emular sus tópicos. Detrás de todo está el magnate de la televisión Earl. Las vidas de los personajes no son más que televisión hecha carne, absurdos dramas al otro lado de la pantalla".


Publicidad

Tendencias