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Presidente de Bolivia Carlos Mesa presenta otra vez la renuncia a su cargo

En marzo pasado, el mandatario vecino ya había presentado por primera vez su dimisión al Congreso, que la rechazó y creó un nuevo consenso en torno a su figura. Pero luego de tres semanas de paralizaciones, los hechos están tomando una dinámica que puede derivar en un desenlace imprevisible.


El presidente de Bolivia, Carlos Mesa, presentó hoy su renuncia al cargo en medio de una grave ola de protestas en el país.



En un mensaje a la nación, Mesa puso su cargo a disposición del Congreso y pidió a los sectores sociales que se manifiestan en el país desde mediados de mayo que permitan a los parlamentarios reanudar las sesiones en el Legislativo para analizar su salida, que no es irrevocable.



En su discurso, el gobernante señaló que Bolivia se encuentra en uno de los momentos «más difíciles» de su historia y lamentó que en el país se ha llegado a un punto en el que no se cumple la ley y donde «unos pocos están imponiendo su criterio» sobre el resto de la población.



Mesa pidió a la oposición que permita a los legisladores reanudar las sesiones en el Legislativo para analizar su salida, que no es irrevocable. Explicó que tomó la decisión ante la crisis política que afecta el país.



Mesa lamentó que «unos pocos están imponiendo su criterio» sobre el resto de la población. Expresó que prefiere proteger vidas humanas antes de permanecer en el poder.



Agregó que entrega la presidencia para que se pueda llegar a una solución «de esta crisis que está poniendo en riesgo al país».



Se extiende temor a violencia



El temor de un estallido de violencia apareció entre los habitantes de algunas ciudades de Bolivia y particularmente en La Paz, asediada por multitudinarias manifestaciones durante las pasadas tres semanas.



Esta vez la posibilidad de violencia no proviene de una intervención policial o militar para reprimir las protestas, sino de un potencial enfrentamiento entre sectores de ciudadanos.

El endurecimiento de la situación se revela, por ejemplo, en una convocatoria de la organización de vecinos de El Alto, ciudad vecina a La Paz. Los líderes de El Alto llamaron, pero sólo a los hombres, a una protesta callejera que se prevé será muy grande.



Mientras tanto, los habitantes de algunas zonas ricas y de clase media de La Paz han comenzado a organizar grupos que supuestamente defenderán sus barrios de manifestantes enardecidos.



Capital aislada y virtualmente paralizada



La Paz se encuentra aislada y paralizada desde el pasado jueves por los cortes de ruta, que también han causado escasez de alimentos y falta total de combustible para vehículos.



Los dirigentes de las protestas han calificado de absurda la posibilidad de ataques a las propiedades en los barrios acomodados, pero ese temor se funda en incidentes ocurridos durante las protestas.



Algunos grupos de campesinos, maestros y vecinos de El Alto causaron destrozos en automóviles de lujo la semana pasada y obligaron a quitarse las corbatas a los ciudadanos que encontraban al paso de la protesta.



Los manifestantes alegaron que los incidentes se desataron porque los espectadores de la protesta los insultaron con apelativos notoriamente racistas.



El encono entre quienes se sienten excluidos desde siempre y quienes opinan que son avasallados por las protestas ha crecido en la misma medida en que se agrava la crisis política en Bolivia.



Esto ocurre mientras la Iglesia Católica comenzó una mediación para superar el conflicto que hasta ahora no ocasionó ni heridos ni presos, ya que el gobierno del presidente Carlos Mesa controla pacíficamente las protestas.



Movimiento autonomista



Uno de los bandos de la disputa que está a punto de paralizar Bolivia es un movimiento autonomista del próspero departamento de Santa Cruz, al este del país, liderado por empresarios que buscan administrar los grandes recursos de la región.



Los opositores a los empresarios son los líderes sindicales e indígenas, principalmente del oeste del país, que aspiran a instalar una asamblea constituyente que según ellos sentará las bases para combatir la pobreza y la exclusión social en Bolivia.



La tensión va en crecimiento y las posiciones se endurecen.
La pugna entre estos dos sectores se ha expresado en una animadversión, incluso de corte racista, entre algunos habitantes de Santa Cruz (llamados popularmente cambas) y los manifestantes del occidente andino, de origen quechua y aymara.



La semana pasada, en la ciudad de Santa Cruz, una organización llamada Unión Juvenil Cruceñista atacó una manifestación de indígenas y hombres y mujeres fueron duramente golpeados por jóvenes armados de palos.



Los jóvenes de la Unión Juvenil Cruceñista dijeron que no permitirán manifestaciones indígenas en Santa Cruz y hasta amenazaron con organizar grupos que sólo dejen ingresar a esa ciudad a personas que no tengan origen indígena.



Y desde el occidente andino, algunos sindicalistas radicales hicieron correr el rumor de que grupos de ex reclutas aymaras pretendían desplazarse a la ciudad de Santa Cruz.



Ambos extremos han sido descalificados por los líderes de cada bando, pero a pesar de eso, el clima de tensión va en crecimiento, en medio de una paulatina paralización de actividades y de un endurecimiento de las posiciones.



Desenlace imprevisible



La situación límite -dice la agencia Alai-Amlatina, desde una visión de izquierda de la crisis- parece llegar a la hora de las soluciones y los movimientos sociales están demostrando que, cualquier solución pasará por la atención de sus demandas.



El llamado que realizó la Iglesia Católica, después de sus
reuniones con el presidente Carlos Mesa, los presidentes de
las cámaras de senadores y diputados y el presidente de la
Corte Suprema de Justicia, para que los movimientos sociales
depusieran sus medidas de presión, no logró sus resultados y,
el propio presidente Mesa tuvo que salir de Palacio Quemado en
un momento en que una de las columnas estuvo a punto de
ingresar a la Plaza Murillo.



En estos momentos es vox pópuli, que cualquier salida, a
excepción del golpe militar, pasa también por la sucesión
constitucional incluidas las renuncias del presidente Mesa y
de los presidentes del Senado y Diputados. No sólo los
obispos sino el propio Evo Morales, que hasta ayer resistía a
pedir la renuncia del presidente, se sumó ayer por la tarde a
dicha demanda.



Pero la solución no será definitiva porque la polarización
entre los proyectos políticos de los movimientos sociales y
los encabezados por el Comité Cívico de Santa Cruz continuarán
pugnando por alcanzar hegemonía nacional, cada uno con sus
fortalezas y debilidades.



Los "cívicos" -según Alai-Amlatina- representados y apoyados por los sectores empresariales, incluidas las empresas petroleras, tienen como principal debilidad su carácter económico-corporativo y regional, cada vez más cuestionado por sectores populares, a
pesar de la acción de sus cuerpos de choque juveniles.



Los movimientos sociales a los que se han sumado
transportistas,vendedores ambulantes y otros
sectores, tienen como principal debilidad la falta de un
comando unificado y la falta de apoyo de la clase media,
muchos de cuyos intelectuales ocupan cargos en ministerios y
dependencias pública del actual gobierno. Este sector de la intelectualidad es el que se conoce como el de los llamados «doctores de Chuquisaca», que suelen ser árbitros de las crisis, al igual que el Ejército.





Fuentes: EFE, BBC MUNDO, Alai- Amlatina



FOTO EFE




















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