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La disputa entre Obama y Clinton se sumerge en la indefinición

Cuando falta poco para que termine el proceso que determinará quién competirá con John McCain por el sillón de la Casa Blanca, ninguno de los dos postulantes da su brazo a torcer respecto de sus posibilidades. Y pese a que el representante afroamericano confía en su victoria, la ex primera dama mantiene su optimismo respecto a sus posibilidades. Para colmo, los superdelegados que tendrán la última palabra todavía no se inclinan con claridad respecto a una u otra candidatura.


Barack Obama ganó la mayoría de delegados electos, Hillary Clinton dice tener más voto popular, los «superdelegados» no acaban de decidirse y todavía no está claro qué pasará con las votaciones de Florida y Michigan.



Este es el clima de indefinición en el que se encuentra el Partido Demócrata, víctima en gran medida de sus propias y complicadas normas.



A dos semanas de que acabe el proceso de primarias, Obama dice tener la victoria al alcance de la mano pero todavía no la ha acabado de amarrar.



Clinton, mientras tanto, no da el brazo a torcer y ha reinventado las matemáticas electorales con cifras de su propia cosecha.



Es decir, donde la mayoría dice que son necesarios 2.026 delegados para ganar la candidatura presidencial demócrata, ella sostiene que son 2.210. (Se ha agregado uno a la cifra de 2.025 tras la victoria de un demócrata en una elección especial al Congreso en Misisipi la pasada semana).



El cálculo de Hillary incorpora los resultados en Florida y Michigan, penalizados por el partido sin representación tras haber adelantado la fecha de sus primarias.



Esos dos estados darían a la senadora, según su campaña, ventaja en el voto popular, lo que según ella debería de ser el argumento a considerar por la elite del partido a la hora de dar el espaldarazo definitivo a uno de los dos candidatos en liza.



El Partido Demócrata, mientras tanto, se prepara para una difícil reunión a finales de mayo en la que tendrá que decidir como solucionar el contencioso de Florida y Michigan.



Pocos son los que aventuran un golpe de suerte que cambie la que se presenta como adversa fortuna de Clinton, pero mientras no se solucionen los interrogantes pendientes la senadora dice estar dispuesta a jugar sus últimas cartas.



Su principal argumento ante los jerarcas del partido, el selecto club de alrededor de 800 personalidades y funcionarios electos al que se conoce como «superdelegados», es que ella tiene más posibilidades de vencer al republicano John McCain en noviembre.



Alrededor de 200 de esos 800 «superdelegados» todavía no se han decidido y dado lo ajustado de la campaña serán ellos los que este año tengan la última palabra en la carrera por la candidatura presidencial demócrata.



Obama, mientras tanto, tiene las matemáticas y el viento a su favor y parece convencido de que la candidatura caerá inexorablemente en sus manos.



«Esta noche hemos alcanzado un gran hito en esta carrera», aseguró hoy la campaña del senador por Illinois, en referencia a la mayoría en el número de delegados electos conseguidos tras las primarias de esta noche en Kentucky y Oregón.



A diferencia de Clinton, que tiene la mirada puesta en el presente, Obama mira claramente a las presidenciales del 4 de noviembre, al convertir a McCain en el centro de todos sus ataques.



Sirva como ejemplo su discurso de esta noche en Iowa, en el que alabó el infatigable espíritu de Clinton y alertó, al mismo tiempo, de los riesgos que supondría una presidencia de McCain, que prolongaría dijo, las fallidas políticas de la actual Casa Blanca.



Por lo demás, las primarias del martes último volvieron a dejar al descubierto los puntos fuertes y débiles de los dos «presidenciables» demócratas.



Así, Clinton se hizo con una aplastante victoria en Kentucky, donde desbancó a su contendiente por 35 puntos porcentuales, según los datos preliminares, gracias al decidido apoyo de la abundante clase trabajadora en el estado.



Obama, mientras tanto, se hizo con el triunfo en Oregón, un estado con una población educada y un progresista electorado demócrata.



El senador afroamericano ha obtenido buenos resultados entre los sectores más educados, así como entre los jóvenes, los afroamericanos y los independientes, pero no ha logrado atraer a la clase blanca obrera, que según los observadores resultará crucial en las elecciones generales de noviembre.



Tras los comicios de hoy sólo quedan tres primarias pendientes: las de Puerto Rico del 1 de junio, con 55 delegados, y las de Dakota de Sur y Montana el 3 de junio, con 15 y 16 delegados respectivamente.



EFE

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