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El estilo Wall Street también domina la política

Renuncia Ricardo Lagos porque cree que perderá o porque cree que la Concertación es ingobernable. Lo primero nos debería tener sin cuidado, porque es un problema personal, lo segundo es grave porque él si sabe lo que es gobernar con la Concertación. Si Ricardo Lagos cree que no se puede gobernar con la Concertación como está, es grave, imagínense que ella gane de nuevo y sea ingobernable.


Ahora vivimos en la zozobra política y económica con esta crisis que está en curso. En ambas hay cierto grado de actitudes adolescentes. Wall Street sufre una fiebre de incertidumbre produciendo una montaña rusa en los valores de las empresas, dando y quitando la vida económica a entidades que tienen décadas de existencia. Debería haber una suerte de tribunal de los derechos económicos, así como lo hay de los derechos humanos, porque no resulta razonable que la fiebre de incertidumbre de algunos pueda destruir las fuentes de trabajo de miles. No es razonable que los valores de las empresas dependan de los nervios de algunos, y no de su valor real. Acaso lo que la economía nos ha dicho con esta crisis es que no existe el valor real, sino sólo un valor presente, que es la suma de los nervios de los que toman las decisiones. Con todo, la histeria bursátil vivida en los últimos meses debe llevar a la creación de al menos una «Unidad de tratamiento Intensivo» de los actores y sus consecuencias. No es razonable que se puedan comprar empresas con edificios y máquinas por un valor simbólico nominal, que al día siguiente puedan multiplicar al infinito su valor nuevamente. Algo esta podrido en los mecanismos si ello es posible. Esa no es la mano invisible sino la mano de la arbitrariedad.

En la política la cosa no se ve muy distinta. La carrera presidencial parece tragarse también toda la atención, dejando de lado los sucesos de la vida real. Los problemas de la educación, el acceso a las oportunidades, los futuros de miles de jóvenes que se juegan en estos días, no son interesantes. Sólo importa quién será el candidato de una de las coaliciones. Se invierte una cantidad desproporcionada de recursos, tiempo y energía en intentar anticipar qué pasará. De facto, no hay verdaderas noticias en los medios al respecto, en el sentido que lo que se imprime en los diarios no aumenta el grado de conocimiento de lo que está sucediendo. Eduardo Frei esta decidido a ser candidato y espera ser nominado por su partido, mientras Jose Miguel Inzulza no está decidido porque  no cree que puede ser nominado por los partidos de su sector. En una primaria no queda claro cual de los dos pueda ganar. Fíjense ustedes que hay incertidumbre también, cosa notable porque se trata de una elección, es decir por definición puede resultar de una u otra manera. Se intenta con las encuestas disminuir esa incertidumbre, pero, cosa curiosa, no se logra, porque de verdad no sabemos que es lo que sucederá. Si supiéramos, no habría tanta zozobra y especulación.

El resultado es simple: la especulación manda nuestras vidas en lo político y en lo económico, el mundo está regido por las conjeturas. Si alguien cree más en una opción, entonces especula por ella, con consecuencias para otros. Nada de certezas, sólo conjeturas. Lo cierto es que la crisis económica hace más compleja la política, porque abre la expectativa de que la victoria de Sebastian Piñera sobre la Concertación no tenga lugar. El silogismo es simple: en tiempos de crisis la gente se une, en tiempos de crisis la gente espera menos, en tiempos de crisis la gente no cambia, ergo, se abre la posibilidad de un quinto gobierno de la Concertación. Lo normal, como en EE.UU., es que la crisis favorezca al opositor, pero ¿quién dice que la política es normal en Chile?

Imaginemos un extraterrestre que nos visita, ¿cómo explicarle que no tenemos mecanismos para tomar decisiones en política, que cada vez que hay que nominar a un candidato a alguna cosa, hay que improvisar? Se recurre a las encuestas, de paso habría que precisar que cualquier tipo de encuesta vale, que nadie compara una encuesta con otra porque como no hay un piso metodológico mínimo, nada se puede comparar. Todas representan universos propios, no comparables. Entonces es un poco amateur, un poco voluntarista, un poco populista. El caudillo que más arrastra es el que gana. Con ello la política se llena de caudillos. Se recurre también a los compadres, los más cercanos, lo más incondicionales. Con ello la política se llena de clientelismo, porque no hay almuerzos gratis. Es así como los técnicos, los profesionales conocedores de los temas, no llegan a la política sino sólo como asesores a contrata en los ministerios, porque no se les puede pagar por planta ya que esos sueldos son muy bajos. Esos técnicos no tienen contrato laboral, por ende tampoco previsión ni salud. El ministerio del Trabajo no cumple en ese ámbito, porque fiscaliza sólo afuera del Estado, no dentro del Estado. Nadie es profeta en su tierra.

Nada de mecanismos conocidos, nada de tiraje de la chimenea en la formación de las generaciones de relevo, nada de institucionalización de la política. Lo conveniente es la total informalidad, para así mantener la primacía de algunos por sobre otros. La mano invisible existe más en la política que en la economía.

Se habla de los monopolios económicos, que por cierto existen, y de las imperfecciones del mercado, que son enormes. Al menos la economía goza de la ventaja de poder reconocer sus falencias al compararla con un Estado ideal de libro de texto. Se puede criticar con propiedad sus fallas de funcionamiento. En la política no se puede, porque no existen los libros de texto, sólo los ejemplos. No se puede criticar porque han sido suficientemente astutos para no crear ningún tipo de benchmark contra el cual comparar. Todo es asunto opinable, es el total dominio del poder de lo arbitrario.

La renuncia de Ricardo Lagos a la pre candidatura presidencial pone de manifiesto estas falencias. Su renuncia es del todo fantástica, porque renuncia a algo con tal grado de incertidumbre que en vez de disminuirla, la confirma. Renuncia a algo que realmente no le estaba ofrecido, algo para lo cual no había sido elegido, sino de alguna manera estaba autoseleccionado. Renuncia Ricardo Lagos porque cree que perderá o porque cree que la Concertación es ingobernable. Lo primero nos debería tener sin cuidado, porque es un problema personal, lo segundo es grave porque él si sabe lo que es gobernar con la Concertación. Si Ricardo Lagos cree que no se puede gobernar con la Concertación como está, es grave, imagínense que ella gane de nuevo y sea ingobernable. Todo es posible.

No hay que descartar ninguna alternativa, porque sin alerta previa se desploman y se alzan las bolsas de valores en el mundo, sin que se alcance a seguir la fiebre de incertidumbre, de la misma manera no se alcanza a seguir la lógica política que no transparente sus objetivos de una manera comprensible para un ciudadano de a pie.

¿Cuáles son las propuestas sobre educación de los semi candidatos, pre candidatos, candidatos por venir? ¿A quién le importa?

No se extrañen que los jóvenes no estén involucrados, como pueden estarlo en ese grado de informalidad, ¿quien los considera como sujetos de política? Nadie. Si no son sujetos, tampoco pueden ser objeto. Ni voto voluntario, ni inscripción automática cambiarían este estado de situación que dice relación con la fantástica renuncia de Ricardo Lagos, porque en la política cuando hay autoselección, sólo unos pocos terminan votando. Ricardo Lagos sólo simboliza el problema de la autoselección que es quizá la regla más perversa de la informalidad de la política chilena. Al lado de ella, los defectos del mercado son de un niño de pecho.

¿Quién gana con el río revuelto? El que mete menos ruido, el que da menos sensación de incertidumbre, el que no vacila, no olvidemos que todo esto sucede fuera del mundo real, sólo vivimos en las emociones. En suma, Ricardo Lagos puede haber abierto el triunfo de esa ingobernable Concertación a un Eduardo Frei, que silenciosamente, casi sin prensa a su favor, se abre camino a la presidencia. En medio de tanta incertidumbre, el comunica certezas. Los medios que lo ignoran le han hecho un gran favor, porque lo han transformado en una alternativa seria.

Por el contrario, Jose Miguel Inzulsa comunica incertidumbre, porque no logra la nominación de sus partidos, y porque para correr debe renunciar a un puesto por el que muchos darían todo. Él, como Frei, también ha sido autoseleccionado por las informalidades de la política chilena. Las encuestas entre ellas. Los medios que intentan favorecerlo, lo perjudican porque farandulizan su candidatura al mostrar artificialmente vaivenes, como los rumores de Wall Street que hacen vivir y morir a las entidades económicas. Un día lo dan por renunciado, al otro lo resucitan y anuncian su renuncia a la OEA. La única certeza de Jose Miguel Inzulsa es que ha alcanzado un puesto máximo en la carrera internacional, y que ello de suyo es una meta de vida. ¿Dónde está la evidencia de que tiene intenciones de renunciar? Por qué habría de renunciar a algo cierto para saltar al vacío de la incertidumbre de la política chilena? Acaso Jose Miguel Insulza llegue a la misma conclusión de su correligionario Ricardo Lagos. No sólo sería humano sino del todo razonable hacerlo.

Ante la ausencia de mecanismos,  vale el estilo Wall Street en la política chilena, los rumores y las especulaciones son las que determinan los acontecimientos. Corresponde que elijamos nuestros candidatos por el «tufo», el olor a triunfo, más que las certezas, porque vivimos con la informalidad (que muchos interpretan como la arbitrareidad) como mecanismo de funcionamiento. Porque cuando tengamos mecanismos formales seremos desarrollados, y no sub-desarrollados como lo somos ahora. Como dice Dostoievsky nada es más fantástico que la realidad, ya que todo lo anterior sucede en un momento donde hay la mayor probabilidad de que sea la derecha la que gane la elección presidencial. Es decir, nunca antes ha sido tan evidente que el candidato de la Concertación puede perder. El que menos pierde al perder la elección presidencial, es precisamente Eduardo Frei, que quedaría como jefe de la oposición del primer gobierno de derecha después de 48 años. A la vez, es el que puede hacer la elección más estrecha.

*Marta Lagos es directora de Mori.

 

 

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