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BBC News Mundo

Polémica por instalación de hidroeléctrica en Brasil

Activistas sociales, campesinos e indígenas reclaman porque la represa se servirá del río Xingú, uno de los principales afluentes del Amazonas.


Un consorcio de nueve compañías ganó la licencia para construir una represa hidroeléctrica gigante en el corazón de la selva amazónica de Brasil.

El organismo que regula la electricidad en ese país informó que Energía Norte será el encargado en construir la represa Belo Monte, un proyecto criticado por grupos indígenas y ecologistas.

Caio Quero, de la BBC, informa desde Sao Paulo que la represa ha sido calificada como la tercera más grande del mundo en capacidad instalada, sólo superada por la de las Tres Gargantas, en China, y la de Itaipú, en la frontera de Brasil con Paraguay.

Según el gobierno, la represa generará en promedio 4.571 megavatios por hora y alcanzará un máximo de 11.233 megavatios en las épocas de máxima crecida del río Xingú, uno de los principales afluentes del Amazonas.

En contra

Autoridades brasileñas explicaron que la represa es crucial para el desarrollo del país, pero los críticos argumentan que miles de personas tendrán que ser desplazadas y que ocasionará grandes daños al ecosistema.

Unos 500 activistas sociales, campesinos e indígenas se reunieron en Brasilia, la capital de Brasil, en las inmediaciones de las oficinas de la Agencia Reguladora de la Electricidad (Aneel, por sus siglas en portugués) para protestar en contra de la licitación.

El grupo ambientalista Greenpeace derramó varias toneladas de estiércol a las puertas de Aneel con un mensaje que decía que ese era «el legado que el gobierno de Lula (Luiz Inácio da Silva) está dejando» al insistir en este proyecto.

Sin embargo, puertas adentro, Aneel anunció que Norte Energía había ganado el derecho de desarrollar de Belo Monte con una oferta de 77,97 reales (US$57,12) por megavatio producido.

El grupo tenía otro competidor, el consorcio Belo Monte. Las otras dos compañías que estaban en la puja se salieron del proceso por considerar que las ganancias serían muy bajas.

El gobierno brasileño fijó un precio máximo de 83 reales por megabite.

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