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Japón no descarta seguir cazando ballenas y anuncia que estudiarán cómo responder a prohibición de la CIJ

Japón no descarta seguir cazando ballenas y anuncia que estudiarán cómo responder a prohibición de la CIJ

«Las ballenas son una importante fuente de alimentación, como cualquier otra especie marina. Japón mantiene su posición para continuar usándolas de una manera sostenible y con fines científicos», aseguró el ministro de Pesca, Yoshima Hayashi, luego de que el lunes la Corte Internacional de Justicia prohibiera a ese país continuar con sus programas de caza.


El ministro de Pesca de Japón, Yoshimasa Hayashi, anunció este martes la suspensión de los programas de investigación actuales sobre ballenas en la Antártica, un día después de que la Corte Internacional de Justicia dictaminara que la pesca de ballenas por parte de Tokio no tiene fines científicos y prohibiera la concesión de nuevos permisos. Sin embargo, el Gobierno dejó la puerta abierta a futuros programas.

Y es que aunque los ambientalistas de todo el mundo celebraron el lunes la anhelada decisión de la corte, el gobierno japonés ha dado indicios de que la caza de ballenas podría continuar bajo otros fines. «Las ballenas son una importante fuente de alimentación, como cualquier otra especie marina. Japón mantiene su posición para continuar usándolas de una manera sostenible y con fines científicos», aseguró el ministro nipón, agregando además que  estudiarán «de manera cuidadosa el fallo y pronto decidirá cómo responder a la prohibición del CIJ», según informó El País.

Hasta el momento, Japón ha mantenido dos programas de captura de ballenas con fines científicos en el océano Antártico y el Pacífico Norte, así como de la pesca comercial de especies más pequeñas de cetáceos, incluidos defines, en sus costas. Desde 1987, se han capturado alrededor de 400 ballenas anuales en la Antártica, según los datos de la Agencia nipona de Pesca. En 2005 se estableció un objetivo anual de 935 piezas, capturando los balleneros un total de 853 ese año y 679 en 2008. En 2012 sin embargo, debido a las acciones de grupos ecologistas que han impedido a los cazadores cumplir con su cometido, las capturas anuales se desplomaron hasta 103.

Aunque Tokio siempre ha asegurado que su programa de caza de ballenas en la Antártica tenía, entre otros fines, ejercer un control del ecosistema de la población de la especie -lo que le facilitó actuar con el permiso de la comisión ballenera-, siempre existió mucho escepticismo de parte de asociaciones y países como Australia. Fue este último el que demandó a Japón en 2010 ante la Corte Internacional de Justicia alegando que los cazadores perseguían fines comerciales.

En su fallo dado a conocer ayer, la Corte aseguraba que Japón no había logrado demostrar de qué manera su programa de caza contribuía a fines científicos. La entidad acusó al país asiático de violar la Convención Internacional para la Reglamentación de la Caza de Ballena, firmada en 1946 para promover la conservación de estos mamíferos.

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