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El vivero extremista de los sirios que se sienten abandonados Argumentan que esta situación alimenta las filas islamistas

El vivero extremista de los sirios que se sienten abandonados

El principal bloque opositor contra Bashar al Asad, la Coalición Nacional Siria, ha visto como menguaban los fondos que le llegaban de las potencias occidentales y en la actualidad depende de la ayuda turca y de donaciones que llegan de Qatar por su trabajo humanitario. Estados Unidos ha prometido entrenar y armar a unos 5.000 rebeldes «moderados» para combatir, no al ejército sirio, sino a Estado Islámico.


Imagine por un momento que las más de ocho millones de personas que viven en Londres vieran sus casas destruidas por un constante bombardeo.

Agregue 3,8 millones de esos londinenses buscando refugio en países vecinos. Y que no pueden volver.

Esta es la escala de la crisis humanitaria que vive en Siria cuatro años después de que comenzaran los alzamientos contra el presidente, Bashar al Asad.

Unas 220.000 personas han muerto. Tantas, que ya no son noticia. Para que esas muertes lleguen a los titulares es necesario un incidente de gran escala.

Desde el fracaso de las conversaciones de paz llamadas Ginebra 2, a principios de 2014, y con la toma de gran parte del territorio sirio e iraquí por Estado Islámico más tarde, la oposición del país ha sido ignorada, si no abandonada.

El principal bloque opositor, la Coalición Nacional Siria, ha visto como menguaban los fondos que le llegaban de las potencias occidentales.

En la actualidad, depende de la ayuda turca y de donaciones que llegan de Qatar por su trabajo humanitario.

Estados Unidos ha prometido entrenar y armar a unos 5.000 rebeldes «moderados» para combatir, no al ejército sirio, sino a Estado Islámico.

Muchos eran parte del Movimiento Hazm, brigada apoyada por EE.UU. que se desintegró tras perder a 200 hombres en los combates del mes pasado contra el Frente al Nusra, filial de Al Qaeda.

«El mundo nos ha abandonado y hemos tenido que combatir sin apoyo», se queja desde Estambul Nagham Ghadri, vicepresidente de la Coalición Nacional Siria.

«Luz verde»

Meses de ataques de la coalición liderada por EE.UU. en Siria no han conseguido impedir que los milicianos de Estado Islámico expandieran su control en el país.

Cada sirio con el que hablé en Turquía dice lo mismo: que el mundo los ha abandonado y que los combates contra Estado Islámico sólo empeorarán su situación.

Muchos creen que la coalición está deliberadamente librando una guerra contra el Islam sunita mientras ignora los crímenes contra la humanidad de las fuerzas del gobierno sirio y las milicias chiitas apoyadas por Irán.

«Estados Unidos nunca ha sido serio en eso de apoyar a los rebeldes moderados», dice Manhal Barish, periodistas que acaba de llegar a la ciudad turca de Gaziantep desde Alepo.

«Ahora, los estadounidenses quieren construir un ejército contra Estado Islámico y que sea leal. Quieren que este ejército trabaje con Al Asad para combatir a Al Qaeda y Estado Islámico», agrega.

«El silencio y la falta de apoyo por (los proopositores) Amigos de Siria le dieron luz verde a los grupos extremistas para eliminar al Ejército Libre Sirio. El mundo lo ve y luego se pregunta de dónde sale el extremismo».

Red de apoyo

Los sirios han concluido que el conflicto en su país no va a terminar pronto.

Esta realidad es particularmente dura de asumir para los desplazados y los que viven en campos de refugiados.

Los organismos de la sociedad civil han dado un paso adelante para ayudar y hay ahora cientos de ONG operando tanto dentro de Siria como en los países vecinos.

Gran parte de Siria ha sido devastada por el conflicto y todavía el fin de la guerra no está a la vista.

Kesh Malek (Jaque mate) se estableció en Gazientep casi hace un año con el objetivo de ayudar a jóvenes partidarios de la oposición a promover los proyectos educativos al otro lado de la frontera.

«Tenemos diez escuelas y centros culturales, todos en Siria», dice desde Alepo Marcel Shahwaro, activista de Kesh Malek.

Ash-Sham Care es otro ejemplo de organización que ha estado ayudando a los sirios a ayudarse a sí mismos.

«Los sirios tienen mucha dignidad y prefieren aprender a pescar a que le des el pescado», dice su fundador, Oscar Bergamin.

El grupo, fundado en Suiza, está trabajando en una encuesta con los sirios que viven en Gazientep para evaluar sus necesidades.

Punto de quiebre

Umm Abdul Rahman, madre de cuatro hijos de Alepo que lidera el grupo de trabajo de Ash-Sham Care, dice que el extremismo pone en riesgo sus esfuerzos para ayudar.

Rahman afirma que la frustración y la violencia están volviendo locos a todos, en especial a los jóvenes.

Muchos de los que quieren unirse a Estado Islámico tienen apenas 14 años.

«La presión a la que estamos sometidos todos y la violencia de la que somos objeto hará que todo explote y empujará a la gente al extremismo. Esto no será sólo dentro de Siria».

Rahman se las ha arreglado para persuadir a su hijo de no unirse a Estado Islámico, pero advierte: «Si el mundo sigue ignorando el origen del problema, que es Bashar al Asad, el extremismo seguirá creciendo».

«El mundo debería ayudarnos a terminar con la guerra. Todo el mundo debería sentarse en una mesa, incluido Al Asad y Estado Islámico. De otra forma, la guerra va a llegar a todos los países».

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