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Globales, locales y pueblos originarios


El mundo global tiende a tres «nacionalidades» (¿corrientes identitarias, más bien?): los globales, los locales y los pueblos originarios. No es claro aún donde clasificar a los japoneses: ¿resabios precrisis? Ä„Porque nadie osaría tratarlos como locales! No ha asistido usted a seminarios sobre «Cómo hacer negocios con los japoneses»? ¿De ésos donde le enseñan que las tarjetas de presentación se colocan delante de la mesa antes de empezar la reunión, sin importar dónde sea la reunión? (Siento pudor de decir país)

Los globales se reconocen por ser expertos en saber cuál tarjeta de crédito acumula más millas en las más diversas direcciones, y por su leve acento al hablar inglés. No se les pregunta ¿de dónde eres?, sino: ¿de dónde vienes viajando? Se sienten muy cómodos en cualquier destino local, porque al fin han hecho realidad el lema de los hoteles Hilton en los años cincuenta: «un hotel para que usted se sienta como en casa». Son rápidos, asertivos y sin temor a emitir juicios «globales».

Los locales, en cambio, pagan su cuenta del supermercado con la tarjeta de crédito y obtienen descuentos en farmacias. El idioma de Goethe es muy preciso al respecto: les llama «Ortskräfte», mano de obra local. Estos, a diferencia de los globales, guardan sus paraguas en verano y sus bañadores en invierno.

Cuando unos y otros se encuentran, el local hablará de lo suyo como un caso, mientras que el global hablará de la región. Si el local hace de anfitrión en su hogar, deberá servir platillos típicos (pero no muy picantes, sin grasa, livianos y en cantidades moderadas, previo a averiguar si la religión o el estilo de vida del invitado le impiden comer determinados alimentos). Si un local visita a un global, observará una infinidad de artesanías de pueblos autóctonos esparcidos por las repisas de su hogar. Si tiene dudas sobre qué beber entre su oferta muy localmente surtida, prefiera vino, sin más.

Pero los pueblos originarios son distintos. Y se les trata algo así como a los japoneses: locales y globales procuran entender y aceptar sus costumbres, que siempre son ancestrales. Si usted es miembro de un pueblo originario, corra a esconder su parafernalia electrónica si le visita un global o un local, y de paso vístase lo más folklórico posible. Y no olvide contar la historia de sus ancestros (o sea de su familia) cuantas veces sea necesario.

Pero las fronteras identitarias aún no son tan rígidas, Ä„pero hay que tener cuidado! Por ejemplo, si usted es local con pretensiones globales, verá que las buenas costumbre que le enseñó su mamá no le sirven de nada; aprenda las globales en un cursito de ésos, y siga siempre la regla de oro: evite el contacto físico (en la mesa y en el trabajo; en el eros, vea primero la legislación, recuerde que el acoso sexual es penado por ley). Si usted es global con pretensiones locales, Ä„ va por pésimo camino! Si se sabe que usted canta ya el himno nacional local, su despido es inminente. Todavía podría defenderse si se sabe que en su casa se habla el idioma local, o si usted baila muy bien los ritmos correspondientes. Podría adjudicar estas insólitas costumbres a un matrimonio con local (matrimonio anterior, se entiende), o a historias familiares conteniendo exilio o servicio diplomático. Si usted es pueblo originario con pretensiones globales, Ä„que no le vean usando su laptop en el avión!

Escrito en una cadena global de hoteles, escuchando la «radio de los salseros» local, después de un tour arqueológico por los pueblos originarios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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