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Jubileo


Con motivo del año del Jubileo, en el que la Iglesia Católica conmemora los 2000 años del nacimiento de ese notable personaje que fue Cristo, esa iglesia ha organizado gran cantidad de eventos.



A falta de milagros visibles, como multiplicación de panes o resurrección de Lázaros, el guión actual exige procesiones televisadas y muchos actos multitudinarios, todos ellos transmitidos vía satélite. No todo será ceremonia. Habrá recogimiento, oración y -atención- peticiones. Porque el Vaticano, a propósito del Jubileo, ha pedido cosas.



Por ejemplo, ha solicitado a los países ricos que condonen parte de la deuda que con ellos mantienen los países pobres. Algo se ha logrado en ese aspecto. En Perú, Argentina y otros países del continente, se han juntado firmas y las Conferencias Episcopales locales han emitido duras declaraciones contra la deuda externa.



Chile ha sido, en ese aspecto, una excepción notable. De ese tema, nuestra Iglesia no habla. Como si también desde allí quisiéramos separarnos de América Latina.



También la Iglesia Católica ha pedido que con motivo del año del jubileo los Estados de todo el mundo realicen un gesto de clemencia para con los presos. En suma, que se condonen penas, se liberen prisioneros. Por de pronto, también la Iglesia debiera pedir a los delincuentes algún gesto de clemencia. ¿Por qué no? Por ejemplo, que hagan su trabajo con delicadeza, que no abusen, que no recurran a la violencia para robar. Por lo menos eso, ya que el oficio es el oficio y eso se entiende.



Lo que es claro es que la Iglesia ha pedido gestos, y en el pedir no hay engaño. Seguramente, también pedirá misas, contribuciones, limosnas y dádivas para mantener su obra. Ese es otro cuento.



Pero, a propósito de estas peticiones, ¿qué ofrece la Iglesia? ¿Qué gestos hará ella? Por ejemplo, la Iglesia Católica es propietaria de colegios, liceos y Universidades. ¿Condonará las deudas de sus estudiantes con problemas financieros? ¿Condonará las deudas de los inquilinos que arriendan sus propiedades? ¿Rebajará los precios de los productos de las empresas en las que participa? Porque es bueno pedir, pero sin abusar: a veces también es bueno entregar, que es justamente lo que la Iglesia tantas veces predica. Veremos.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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