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Matte y las preguntas olvidadas de la UP


Eliodoro Matte Ossa, el principal accionista de la Papelera, falleció el sábado a los 95 años. Fue sepultado el lunes, en una ceremonia a la que asistieron amigos y familiares, políticos, empresarios y hasta el comandante en jefe del Ejército, el teniente general Ricardo Izurieta.



El funeral incluso obligó a la suspensión de la reunión de la Alianza por Chile, prevista para esa mañana, ya que los principales líderes de la oposición asistieron a la misa y entierro.



Sólo menudas columnas y párrafos intentaron dar cuenta de la figura del patriarca de los Matte, de la forma como abordó el mundo de los negocios -de la osadía que en un momento eso representó-, y de los valores que encarnó, que daban cuenta de un cierto tipo de empresario, y de una manera de mirar al país y su futuro. Eso, que seguramente era lo más interesante, quedó parcialmente ocultado por la enumeración de quiénes fueron a su entierro, por esa suma que, a la larga, daba cuenta de una franja de nuestra sociedad que -paradojas de la vida- en cierta época se alineó tras la Papelera en la lucha contra la Unidad Popular, cuando ese gobierno intentó asfixiar a esa empresa que, así, se convirtió en símbolo de la entonces oposición.



Esa es una de las anécdotas de una historia que aún no se ha escrito: el enfrentamiento del gobierno de Allende con el mundo empresarial. Mal que mal la UP quería, a la larga, terminar con la empresa privada, lo que hacía inevitable el choque.



Lo que nadie se ha dado la tarea de analizar es cuánto de esa historia, de esa batalla, terminó empujando a la mayoría del empresariado no hacia la derecha -que allí ya estaba-, sino que hacia el más duro de los pinochetismos: ese que terminó justificando o considerando superfluas las violaciones de los derechos humanos y que, en su versión más chilena, más huasa, consigna a importantes terratenientes movilizando a carabineros y militares a sus fundos para detener a los «revoltosos», muchos de los cuales ahora figuran como detenidos desaparecidos.



En verdad se echa de menos un estudio serio que cuente cómo fueron esos años para los empresarios chilenos (los que se quedaron y no los que arrancaron en 1970), y que eso sea relatado ojalá por alguien que no caiga en el tono de las viejas siúticas que reducen el «drama de la UP» a las colas, dejando de lado lo importante: el carácter excluyente del «proyecto revolucionario»; el acoso a los disidentes; la extensión de una cierta impunidad hacia quienes, desde una trinchera «popular», cometían abusos; la permanente reiteración del discurso de que el proceso revolucionario tenía por finalidad un estado de cosas en el que no cabían todos los chilenos; la arrogancia de quienes, en el gobierno, se sentían ungidos por «la» verdad, etcétera.



Otrosí: el lunes, en la misa por Eliodoro Matte, se leyó un pésame enviado desde Roma por el secretario de estado del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano.



Suponemos que lo envió por una cuestión personal, por la amistad que, imaginamos, cultivó con la familia Matte cuando se desempeñó como nuncio apostólico en Santiago. Lo otro, que enviara un pésame en su calidad de secretario de estado, sería difícil de explicar. ¿Por qué Matte y no los otros que murieron el fin de semana pasado (basta mirar la página C8 de El Mercurio para constatar que son varios los que mueren y cuyas familias pueden pagar el aviso en ese periódico)?



Porque si es por cuestión de figuración social -que a veces en relación directa con el monto de las donaciones-, habría que ser más prudente. Algunos acusan a la Iglesia de haber inventado ese cuento de la «opción preferencial por los pobres» como una forma de camuflar elegantemente su histórica opción preferencial por los poderosos. Tal vez sea cierto. Tal vez no. Pero cuando se publicitan pésames tan escogidos, uno simplemente duda.




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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