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El caso del disco duro robado


¿Se imagina usted que alguien entrara en su casa, encendiera su computador y le borrara de su disco duro un libro que usted recién ha terminado de escribir? ¿Se imagina que ese alguien fuera un funcionario estatal?



Esto es precisamente lo que le ocurrió al señor Humberto Palamara Iribarne, cuyo nombre trae evocaciones de una novela de Sábato, y que ha debido vivir su propia novela.



Pero en realidad lo que había escrito el señor Palamara no era una novela, sino un libro titulado Ética y servicios de inteligencia. «Ä„Ah!, la cosa se pone seria», dirá usted. Pero ni tanto. El libro no cuenta ninguna historia secreta ni nada por el estilo. En rigor, contiene una serie de pautas que, a juicio del autor, debieran seguir los servicios de inteligencia para ajustar su conducta a los derechos humanos. Por ejemplo, no dedicarse a detener personas (que para esos existen otros órganos estatales), ni menos torturar.



Entonces, ¿cuál es el asunto? El asunto es que don Humberto es un ex-oficial de la Marina y los tribunales navales consideraron que su libro se basaba en información adquirida mientras pertenecía a esa institución. ¿Era peligrosa la información contenida en el libro? No, dijeron dos peritos designados por el tribunal naval. Pero ante tal no, el tribunal consideró su deber pedir la opinión de más peritos, hasta dar con algunos que sostuvieran que el libro sí era peligroso para la seguridad institucional de la Armada.



Pero a las alturas de ese segundo informe de peritos, el disco duro del computador del señor Palamara ya había sido borrado hacía meses. Claro, era una medida preventiva, se dijo. Así como se ordenó preventivamente la incautación de todos los ejemplares del libro antes de su publicación -pero siempre se escapan algunos, señores censores-, el fiscal naval también dispuso que se allanara la casa de don Humberto y se borrara el disco duro de marras. Preventivamente, eso es.



Por cierto que de haberse levantado más tarde tal medida hubiera sido difícil haber retrotraído las cosas a su estado inicial y repuesto la información borrada. Pero en eso los tribunales fueron coherentes: terminaron por prohibir definitivamente la publicación del libro.



¿Cuándo ocurrió esto? Durante la transición a la democracia. Los tribunales acabaron condenando al autor del libro por dos delitos: el de incumplimiento de deberes militares (al no haber solicitado permiso a sus superiores para publicar el libro) y el de desobediencia militar (al no acatar la orden superior de entregar los ejemplares ya impresos, cosa que finalmente se hizo a través de la intervención del tribunal naval).



El caso se encuentra actualmente pendiente en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, donde el señor Palamara Iribarne presentó una denuncia por violación a la libertad de expresión y al derecho a un debido proceso.



Moraleja, señor lector: siempre haga una copia de respaldo en un diskette, incluso cuando se trate de su diario de vida.





* El autor es abogado, profesor de la Escuela de Derecho la Universidad Diego Portales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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