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El mito de la caverna: realidad cotidiana


Cuesta un poco meterse en el debate nacional si se piensa que tiende más bien a reflejar algo que se ha dicho respecto de la política: es como algo «más de lo mismo», lo que obviamente hace que palabras, ideas, conceptos y propuestas se transformen en sombras de si misma. La idea del Mito de la Caverna que genialmente resucitó Saramago, en nuestro caso parece ser la
realidad cotidiana.



Es francamente agotador y no parece posible seguir con esta cantinela del control total de los medios que van fijando las pautas de lo que está permitido discutir y, por el mismo sistema, establecer lo que no lo está.



Es degradante y desmoralizador constatar que se usan todo tipo de trucos y herramientas para asumir la defensa del statu quo, como si fuese posible detener la evolución permanente de todo, congelar y retardar la maduración de los hechos sociales.



Ya lo dije en un artículo anterior, esto de que nuestros sectores conservadores saben que los cambios son inevitables y que tarde o temprano llegarán; pero ellos juegan a retardarlos y entonces, además de reaccionarios, son retardatarios. Esto hace que la filosofía del tango Cambalache tome el lugar de las normas que regulan corrientemente a las sociedades.



Personas y sectores de lo que debía ser el núcleo progresista asumen la visión y posición de los conservadores, mientras algunos de estos últimos se ubican en la perspectiva de una democracia mas avanzada y perfeccionada. El alcalde del Opus Dei libera vitrinas de la censura, mientras senadores de prosapia democrática quieren inclusive reemplazar el matrimonio civil por el religioso y supongo en pocos meses reinaugurar los autos de fe de la Inquisición para quien haya pecado de acción o pensamiento.



Buena parte de los intelectuales se mueven entre el desengaño y la decepción, apretados además por el peso cínico de los poderes fácticos que controlan los mass media y hasta las editoriales. Vamos siendo únicos en la sociología actual, pues tenemos jóvenes apáticos activos, que es como decir pasividad
militante.



¿Es posible continuar con este auto engaño? ¿Es cierto entonces que la dignidad pasó por aquí y se fue a rumbear por otros lares?



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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