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Mirarse el ombligo


Los temas internacionales son mas bien de segundo orden, y hasta un poco soslayados por nuestros analistas. Qué decir de nuestros políticos y autoridades, quienes muestran una tendencia a mirarse el ombligo que causaría envidia en los conservadores chilenos del siglo XIX.



Esto, naturalmente, empobrece el debate y la capacidad gerencial que se muestra en el manejo de nuestras relaciones exteriores, y se mostró claramente en el caso del golpe-contragolpe-regolpe en Venezuela.



El silencio cómplice en el caso del Medio Oriente y varias otras muestras, hacen pensar que la renovación no fue solo para convertirse a la nueva religión del dios Mammon. También parece haber una pérdida de los valores originales con los que se llegó al gobierno y con los que se obtuvo el necesario apoyo popular.



Mas aún, da para pensar que esto es una chacota. Son varios los casos de gente que obtuvo cargos ostentando títulos y curriculum que no eran del todo verdaderos, quizá cometiendo delito si se considera que hay leyes que regulan el acceso a las funciones diplomáticas.



Pero aquí no ha pasado nada. Amigos, parientes y compadres pueden saltarse las formalidades de estudio, pues tienen la confianza, que es lo que acaba de perder el ex embajador en Caracas.



¿Es posible pensar en un modelo de desarrollo sostenido en estas condiciones? Es algo cuando menos dudoso, y una materia que la coalición de gobierno debería revisar en serio.



Me temo que se están «aguando» un poco los tratados con Estados Unidos y la Unión Europea, y eso no se puede encubrir con un cambio de embajadores o directores de la cancillería.
Ya hay un caso con lo de la Corte Penal Internacional, y el país abriga a uno de los personajes punibles por esa misma corte, el general abandonado en La Dehesa.



Esta fue, entonces, una «equivocación», ¿o ya está claro que los demócratas chilenos no quieren diferenciarse de los 17 años famosos?



Se tiene la impresión que al país no se le está informando en serio. Menos a los socios de la coalición, y en nombre del poder unipersonal, se está usando nuestro nombre para hacer tonteras o maldades. Es casi una estafa.



Ä„Ah! Es bueno que se sepa que el golpista de marras es de Copei, el partido socialcristiano de Venezuela.



* Doctor en ciencias políticas y dirigente nacional radical.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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