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Lavín y Aguas Andinas

El cortoplacismo y el valor presente erróneamente calculado han sido los triunfadores en esta publicitada operación comercial. Mientras tanto, un sonriente Lavín está frotándose las manos, ya que así salió airoso «de esta pelea de políticos», como le gusta decir a él desde las alturas.


Debemos entender que Joaquín Lavín ejerce como alcalde de Santiago para «demostrar» a la opinión pública que él sí sabe administrar eficientemente los siempre escasos recursos públicos, y que, asimismo, tiene la varita mágica para solucionar los problemas concretos de la gente. Este es el discurso de sus promotores políticos, y así piensan llevarlo a la Presidencia de la República.



Lavín incluso no se considera parte de la llamada «clase política», porque sus especialistas en comunicaciones le han dicho que él tiene que ser «diferente» al resto, para que así sea reconocido y valorado por los votantes.



En todo caso, y somos los primeros en reconocerlo, es un hombre bien preparado técnicamente y como buen exponente del «modernismo» está consciente que el marketing es una útil herramienta con la cual se obtienen excelentes resultados. También sabe que su proyecto tiene que estar sustentado en el trabajo muy bien coordinado de un equipo, y por eso ha trasladado a sus más leales hombres y mujeres de confianza del municipio de Las Condes al de Santiago.



Así, vemos que la ex concejala Ana María Illanes y el funcionario municipal de Las Condes Omar Saffie ahora ejercen como concejales en Santiago (elegidos con el chorreo del líder). Los jefes de relaciones públicas, el administrador municipal y el director de administración y finanzas , Jorge Romo, Patricio Cordero y Héctor Feeley, respectivamente, ahora ejercen las mismas funciones en Santiago.



Los otros concejales de derecha, Carolina García de la Huerta y Renato Sepúlveda, también son del barrio oriente de la ciudad, y lo es su influyente director de cultura, Juan Pablo Moreno, quien fue su acompañante en el periplo a La Habana. Como vemos, es una operación muy bien diseñada para que durante los cuatro años de su administración, se muestren los positivos resultados que sus mentores esperan del hombre, que le servirán de base en la plataforma electoral que se iniciará con coloridos bombos y platillos tan pronto entregue la alcaldía a su sucesor.

Lavín sabe que «con plata se compran huevos», y por ello hizo esta absurda negociación con la empresa sanitaria Aguas Andinas (que una vez más salió ganando en sus negocios en Chile). Sus asesores están conscientes que ahora «el grupo» podrá tomar iniciativas conducentes a mostrar logros, ya que el mismo, por ser «afuerino», no tiene mayor preocupación por lo que sucederá después del 2004.



Ese será un problema que deberán abordar las nuevas autoridades municipales, y por lo tanto, dirán ellos, «no estamos ni ahí» con las futuras cuentas de agua que facture esta subsidiaria de Aguas de Barcelona, especialista en hacer triquiñuelas para sacar más provecho aún del permisivo marco regulador que el Estado de Chile hizo para ella.



Como los consumos de este vital elemento son crecientes, y dadas las especiales características del contrato recién conocido, la Municipalidad de Santiago en ocho años se habrá comido -o mejor dicho, bebido– su derecho perpetuo a no pagar sus cuentas de agua. Los lamentos y sinsabores vendrán después, pero ya será demasiado tarde.



El cortoplacismo y el valor presente erróneamente calculado han sido los triunfadores en esta publicitada operación comercial. Mientras tanto, un sonriente Lavín está frotándose las manos, ya que así salió airoso «de esta pelea de políticos», como le gusta decir a él desde las alturas.



Algunos opositores al regalo que se le ha hecho a la empresa sanitaria argumentan que se debe hacer un plebiscito comunal, ya que esta opción está contemplada en la Ley Orgánica Constitucional de Municipalides, de tal forma que sean los vecinos inscritos en los registros electorales los que decidan sobre su futuro. Como Lavín sabe que su iniciativa es impopular, se apegará a lo que decidió el concejo municipal y próximamente se firmarán los leoninos contratos.



El sabe que este «traje a su medida» le servirá para hacer cosas, y también sabe que los chilenos tenemos muy mala memoria. Su objetivo ya está trazado y nadie ni nada serán obstáculos para lograr el soñado «triunfo del cambio».



* Agrupación «Defendamos la Ciudad».



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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