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Elecciones trasandinas


El resultado de las elecciones argentinas deja algo más que una interrogante. Contrario sensu de cuanto se dijo antes el voto de protesta o la negativa a participar fue menos de lo presagiado por varios gurúes locales y trasandinos.



Entre las víctimas claras de la decisión popular está -ni más ni menos- que la vieja y querida Unión Cívica Radical, que se situó entre los finalistas del conteo de votos y cuyo destino aparece como incierto. No se ve cómo podría imitar la recuperación que en Perú tuvo el APRA y, de no mediar una gran generosidad del grupo dirigente actual, quizás sea el primer muerto importante de la fracasada «era neoliberal argentina».



Pero hay un tema especialmente preocupante que tiene que ver con nosotros, los chilenos. Este es el de Menem, esposo de la Sra. Bolocco, quien parece gozar de una cobertura noticiosa y de opinión en el medio chileno, francamente sospechosa y bastante empalagosa, lo que rebota en los medios argentinos como una especie de visión favorable hacia su reelección.



No cabe duda que eso resulta favorable a sus pretensiones en la segunda vuelta del 18 de mayo próximo. Lo malo es que resulta poco favorable a nuestros intereses como país, y de paso a los inversionistas chilenos en el país vecino.



Es que el contrincante Sr. Kirchner deberá tener una actitud diametralmente distinta para disputar electorado.



Las relaciones con Argentina han tenido un mejoramiento notable, si se piensa que hace solo 25 años, las dos dictaduras gobernantes estuvieron al borde de la guerra. La integración ha sido favorable para ambas economías y, probablemente, eso se reflejará en los planos culturales, sociales, tecnológicos. Y eso ha sido posible gracias a la existencia de democracia en ambos países, siendo precursor de ella nuestro gran amigo Raúl Alfonsín.



Pero, con motivo de una coyuntura electoral, crear la imagen que Chile está interesado en la victoria de Menem, es francamente pernicioso para el futuro de nuestras relaciones y, más allá del marketing que estupidiza, deberían los medios nacionales y los periodistas actuar con mas parsimonia y serenidad, pues lo que está en juego es una decisión solo de los argentinos, de la que debemos ser más que respetuosos, so pena de aceptar en el futuro lo mismo para nosotros de países vecinos.



Otras hipótesis son de más bajo nivel y no vamos a detenernos en ellas.



Argentina está saliendo en modo aún bastante parcial de la grave crisis en que la sumió la corrupción y las agencias internacionales que, además de la usura, se yerguen como rectoras del planeta. Obviamente, hay una visión ideológica tras los pro y contra el candidato casado con una chilena; pero crear la imagen que eso sería como una conquista chilena de la Casa Rosada, es algo más que una imbecilidad de marketing.



En estas nuevas condiciones planetarias, que varios de nuestros dirigentes describen con más resignación que un yanacona ante el empalamiento de Caupolicán, solo la unidad y armonía entre chilenos y argentinos, a todos los niveles, nos asegura la posibilidad de pesar algo mas en el debate mundial y en las decisiones que se tomen y que nos afectan.





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