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Por qué Menem perderá

Menem perderá porque faltó a la palabra comprometida con el pueblo argentino en 1989. En efecto, un programa presidencial es un verdadero contrato político que se ofrece al pueblo.


Un duro golpe recibimos los demócratas y latinoamericanistas al ver cómo Carlos Saúl Menem alcanzaba la primera mayoría en las elecciones presidenciales argentinas. Nos dolió por las mismas razones que este domingo 18 de mayo perderá.



Menem perderá porque faltó a la palabra comprometida con el pueblo argentino en 1989. En efecto, un programa presidencial es un verdadero contrato político que se ofrece al pueblo. Y se debe cumplir o explicar muy bien el porqué no se pudo hacer. Lo otro es faltar al honor y, en extremo, a la más elemental honestidad. Lo prometido se cumple.



En 1989 el gobernador de la pobre y distante La Rioja se disfrazó con el viejo discurso peronista que es nacionalista, partidario de los asalariados y protector de la industria nacional. Propuso una «revolución productiva», el «salariazo», «el no pago de la deuda externa» y llegó a especular con la recuperación militar de Las Malvinas y la unidad latinoamericana para detener al imperialismo norteamericano. Sin embargo, apenas electo inició el más brutal proceso de privatización de empresas públicas y de la seguridad social, apertura a los capitales financieros especulativos, desnacionalización de la banca y el establecimiento de «relaciones carnales» con Estados Unidos.



¿Por qué hizo esto? La razón es que se planteó como objetivo el acabar con la hiperinflación, reducir el déficit fiscal y pagar la deuda externa. Creyó que acogiendo el recetario neoliberal tendría el visto bueno del FMI y de los inversionistas extranjeros. Logrado la anterior, vendría el crecimiento económico del país.



Y si esto lo tenía claro, ¿por qué no lo dijo? Ángel Jozami en su libro: «Argentina, la destrucción de una nación», recuerda la entrevista dada por Menem en abril de 1993. Volvamos a leer esta pieza de cinismo político. «Si yo en la campaña electoral le digo a la gente: Vamos a reanudar las relaciones con Inglaterra, pierdo un 20% de los votos. Si le digo a la gente: Voy a privatizar teléfonos, ferrocarriles y Aerolíneas, tengo en contra todo el movimiento obrero. Todavía no había conciencia clara de lo que había que hacer».



El no cumplimiento de sus promesas electorales o sus silencios fueron un desastre para la Argentina. La privatización de las aerolíneas, el petróleo, la telefónica, pensiones, aguas, ferrocarriles, etc. fueron hechas en condiciones absolutamente favorables al capital financiero internacional, perdiendo Argentina decenas de miles de millones de dólares. Además, los sobornos corrompieron desde Ministros de Estados a dirigentes sindicales peronistas.



La deuda externa no sólo no se acabó, sino que, además, saltó de 65.000 millones de dólares, en 1989, a 144 mil millones, el 2001, sin incluir la deuda privada y la de las provincias que alcanzan a 70 mil millones de dólares más. Y ese ascenso fue a pesar que el Estado presuntamente recibió en ese lapso más de 23 mil millones de dólares por concepto de privatizaciones. La explicación es simple, para pagar la deuda, Argentina se endeudó con el extranjero cada vez más. El año 2001 el Estado argentino pagó 10.175 millones de dólares por concepto de intereses de la deuda externa. Entre 1989 y el 2000, el Estado argentino ha pagado un total de 151.000 millones de dólares entre amortizaciones de capital e intereses.



Recordemos que la deuda externa era, al iniciarse la dictadura militar en 1976, de 8.280 millones de dólares y fundamentalmente privada. Con el colapso económico de 1982 el joven presidente del Banco Central designado por la dictadura, Domingo Cavallo, la hizo pública. El muy liberal Cavallo la estatizó para tranquilizar a los acreedores externos de los empresarios argentinos.



La pregunta es: ¿cómo es posible que Carlos Menem haya ganado su forzada reelección a mediados de la década? Porque logró acabar con la hiperinflación y hacer crecer la economía vía privatizaciones y endeudamiento. Recuerdo a un joven universitario entrevistado en 1995 por CNN. Se le preguntó por qué votaba por la reelección de Menem. La respuesta fue que él sabía muy bien que el gobierno menemista era corrupto, pero la economía funcionaba y el país estaba ordenado. Y punto.



La lección argentina es que necesitamos líderes políticos y empresariales honestos. Que ponen el interés nacional por sobre el beneficio del capital financiero mundial. No lo olvidemos tampoco en Chile.





(*)Director Ejecutivo Centro de Estudios para el Desarrollo, CED.



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