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El mito del mercado como asignador racional de recursos


El país entero estuvo frente a los televisores mirando los partidos de tenis en Atenas, que nos conbdujeron a dos medallas de oro, hecho inédito en nuestra larga historia de participación en esos juegos.



Sin parecer zalamero, creo que ambos muchachos, González y Massú, encarnaron los más profundos sueños que tienen
muchos de nuestros jóvenes; llenaron de orgullo a los menos jóvenes y emocionaron a la mayoría inmensa del país.



Yo me cuento entre esa masa y, sin sensiblería barata, debo decir que algo más rápido me palpitó el pecho en las dos ocasiones. Fue bastante más reconfortante que los comentarios que se hicieron sobre la encuesta Casen y el afán absurdo de demostrar que aquí la pobreza va en retirada.



Qué más que desear que los ejemplos de este olímpico triunfo puedan ser seguidos por nuestros jóvenes. Y este deseo, y no otro oculto, nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de que se ponga fin al mito del mercado como asignador racional de recursos.



¿Cuántos talentos ocultos y no desarrollados hay en la juventud chilena de hoy? ¿Puede, seriamente, un joven de Colbún o de Lolol o de La Granja aspirar a ser parte del próximo equipo olímpico? Varias comunas que se jactan de tener dos o tres malls, ¿cuántas canchas deportivas tienen? Para hacerlo menos dramático: ¿cuántos de nuestros mapuches podrían ser campeones olípicos de lanzamiento de jabalina o de bala? ¿Y qué posibilidades tienen en Cunco, Puerto Saavedra o Villarrica?



Es vital que el Estado y todos nos pongamos de acuerdo para que hayan muchos Massú y González.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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