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Todas queríamos ser iguálicas y populáricas


Nuestro país es un gran país: conmovedor y maravilloso. Todos nuestros dirigentes, la clase política en pleno, están preocupados por la desigualdad y los problemas reales de la gente. Los candidatos están en los barrios y las comunas populares averiguando los detalles de estos problemas. Porque todos son populares y, de ahora en adelante, así se llamarán. La Alianza por Chile se llamará Alianza Popular y el resto Concertación Popular, PPD Popular, PS Popular, Partido Radical Popular y la DC ya tiene el cupo tomado en el Servicio Electoral del nombre Partido Popular, ganándole el quien vive hace algunos años a la Alianza.



El ministro Eyzaguirre hace llorar a la ENADE en pleno, porque en ese momento se enteraron de las torturas y Lavín les saca rabiosos aplausos en pro de la igualdad. Allamand lo ratifica con dulzura olvidando los tiempos en que literalmente incendiaba el Centro, con el democratacristiano Guillermo Yunge, ex flamante Embajador, para demostrar su rechazo a la Escuela Nacional Unificada que tuvo el atrevimiento de aspirar a que los estudiantes chilenos se vincularan a la realidad inequitativa de su país. Aprendió en Estados Unidos que a los electores norteamericanos se les pone cualquier video en árabe de Bin Laden, se les dice que invadirá any time y todos votan por un hombre de pocas luces.



¿Por qué en Chile no se podría borrar la tortura y la muerte (los llamados a un Yakarta con arañas-swásticas negras, agrega Pablo Rodríguez, mientras denuncia enardecido, el rechazo a los recursos de amparo en favor de su cliente que nunca ha mentido) si nos llamamos populares? Ahí está la papa, ¿cómo no se nos había ocurrido antes?, porque EL CAMBIO ya no corre, a la gente le gusta esto, les gusta el Presidente Lagos retándolos, y mostrando que se las sabe todas. Habla inglés, es el hombre de América Latina y futuro Presidente del Mundo, como decía Heraldo Muñoz.



Además, son ellos los culpables del desempleo y la mala educación que lleva a la desigualdad, agrega Cristián Monckeberg, con el mismo rostro inocente inspirado en el estilo Lavín/Allamand.



Claro, así es, no es que el Estado tenga que dar trabajo, ya que prácticamente no hay empresas estatales, se regalaron todas. Pero no han impulsado políticas generadoras de empleo. Insisten en que se respete el sueldo mínimo y en que haya indemnización por despido, Ä„este país es de una rigidez laboral inaceptable! Si hubiese flexibilidad laboral los empresarios podríamos despedir fácilmente a todos los que ganan $120.000 y que aún tienen contrato y podríamos contratar el doble de personal por $60.000 o por hora, ya que aún nos quedan algunos molestos contratos de trabajo que rigidizan el mercado, pese a los grandes esfuerzos de flexibilización que hacen los subcontratristas y las infinitas formas de contratación por hora o por faena. Así, se hace en China, por eso que es el taller del mundo. Las chinas entre 14 y 25 años trabajan por un dólar diario, pero tienen trabajo, eso es lo que importa, me decía un amigo jubilado del FMI.



Aprovechando esta coyuntura, en que todos están preocupados de nuestros problemas y de la igualdad, la «gente» se puede permitir algunas exigencias, o precisiones, ya que somos el foco de atención y los que finalmente los elegiremos.



Podemos exigir que se nos informe cómo van a combatir la desigualdad los diferentes candidatos populares.



Los de los primeros quintiles, es decir los más desiguales y populares son los ancianos sin jubilación, los discapacitados, los cesantes, los trabajadores del mercado precario, los temporeros. Zaldívar dice que hay un 70% de la población olvidada. La Fundación Terram, con estadísticas confiables, demuestra que el 80% de la población vive con un ingreso máximo de $400.000. El último quintil, donde están los ABC1, los que tienen ingresos 14 veces superiores al primer quintil, son los empresarios, los rentistas, los profesionales de alto nivel.



¿Cómo traspasamos parte de la torta de ese quintil a los otros cuatro quintiles? A los profesionales de alto nivel no se les puede pagar sueldos miserables, como nos decía el ex Presidente del Banco Central, porque emigrarían: del Estado a la empresa privada, del país a la India o a China. Además, este estrato paga altos impuestos a la renta. Por lo tanto deberíamos sacar plata a los empresarios y a los rentistas, pero ellos están protegidos por la ley, el DL 600, las reglas del juego. Además, eso perjudicaría la producción y el crecimiento, y por lo tanto el empleo, aunque manden a hacer todo a China.



Sólo nos queda esperar que crezca más la torta para poder repartir, porque no podemos revertir la regla del superávit estructural que nos ha traído fama en el mundo de país confiable, ni cambiar las reglas del juego, especialmente con las industrias de punta en nuestro país relacionadas con la extracción de nuestros recursos naturales: forestales y mineros, que bien merecido tienen obtener la renta de la tierra. Y haremos todo, porque no se vuelva nunca más a hablar de Royalty. Que en Chile eso no ocurra nunca más. ¿Entonces para qué vamos a detectar los problemas de la gente? Ya los sabemos. Lo que no sabemos es cómo solucionarlos, porque no hay plata.



No tenemos de dónde sacar, porque no queremos tener problemas con el quintil que se lleva más del 60% del Producto Nacional, no queremos tener problemas con los inversionistas extranjeros. Aun el Estado está pagando la Deuda Subordinada, quedan 3 mil millones de dólares que pagar todavía. Este esfuerzo lo hacemos todos los chilenos por la crisis que vivió la Banca a comienzos del 80. Les pagamos la deuda para que superaran su crisis, pese a que estamos contra los subsidios y la ineficiencia.



Regalamos las empresas estatales por eso: «Es preferible regalar las empresas estatales a los privados, porque en el largo plazo es más rentable para el país», afirma Rolf Lüders, recién sobreseido por la Justicia.



Gracias a este esfuerzo de todos los chilenos, el Sistema Financiero ha tenido ganancias magníficas. A octubre de 2004, afirma Daniel García, en el diario de los empresarios, aumentó ganancias en un 10% superando los $564.000 millones. Y ¿dónde estuvo la clave? agrega el columnista, en la diferencia entre los intereses que pagan por los depósitos y los que cobran por los créditos. Pero ganan más con los préstamos a las personas, porque las grandes empresas tienen «mucho poder de negociación», por lo que dejan poco margen.



Mientras más ganancias tiene la gran empresa, mayor crecimiento, mayor respeto en la comunidad internacional, mejor lugar en los rankings.



Lamentablemente para nuestra clase política y los candidatos iguálicos y populáricos, automáticamente las mayores ganancias de las empresas no solucionan los problemas de la gente, ni chorrean, ni mejoran la distribución del ingreso. Los trabajadores bancarios, por ejemplo, opinan que los bancos son multados por la Dirección del Trabajo, el sindicato demanda en los tribunales, gana los juicios en primera y segunda instancia, pero éstos duran más de dos años. La empresa contrata abogados y alarga los juicios hasta cuatro o cinco años. Cuando termina el proceso judicial, el sindicato está totalmente destruido.



«A modo de ejemplo, el sindicato del Banco Santander, en 1992, tenía 1.400 socios y hoy no tiene más de 250. Además, existe una situación que no se dio ni siquiera durante la dictadura, hoy tenemos socios clandestinos. Trabajadores que pagan las cuotas directamente, para que no se las descuenten por planilla a fin de que el empleador no sepa que están sindicalizados. La sensación que existe entre los trabajadores, principalmente en los dirigentes sindicales, es que en Chile no existe el estado de derecho», exponía un dirigente bancario a la Comisión Investigadora de los Derechos de los Trabajadores de la Cámara de Diputados.



Los informes entregados por los trabajadores de distintos sectores a dicha Comisión constituyen una gran fuente de información para los precandidatos que andan averiguando cuáles son los «problemas reales de la gente». Hay mucho material en las Comisiones Investigadores de la Cámara Baja que nacen y mueren mágicamente sin que nadie sepa lo que significaron.



Por lo pronto, mientras la coaliciones se cambian los nombres, los electores debemos exigir que las promesas electorales vengan con su financiamiento de acuerdo a la Ley, con los cambios que ésta requeriría si alguna forma de financiamiento no es legal y luego que se publique sistemáticamente la forma en que cada parlamentario, con nombre y afiliación, vota cada proyecto en el Diario Oficial o a lo menos en las páginas web del Senado y Cámara de Diputados.



Ä„Hagamos un esfuerzo para no permitir que nos sigan tomando el pelo!



Patricia Santa Lucía es periodista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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