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Secundarios y focalización


Hace algunos días, mientras Carabineros echaban de la vereda del Ministerio de Educación a los transeúntes que usaban uniforme escolar, me encontré con Jorge, un viejo amigo, economista y socialista, quien insistía en la «locura de los secundarios al pedir la universalidad y gratuidad del pase escolar» ¿cómo va a ser posible si eso significa subsidiar a los más ricos?. En esa misma dirección se pronunciaba pocos días después el senador radical Nelson Ávila, quien despectivamente hablaba de no subsidiar a los «niñitos de papá».



El mismo concepto se encuentra -aun cuando con un matiz importante, pues parece que el criterio de la disponibilidad de caja fiscal tiene incidencia en esta oferta- en el trasfondo de la propuesta presidencial sobre el pasaje escolar, no al pasaje gratuito, y en vez de él, se otorga un subsidio de locomoción.



Por cierto que para toda ciudadano de sentir y alma progresista, tal vez sin la carga despectiva de Ávila, parece lo más justo. Sobre todo para una mujer u hombre de izquierda que entendemos que nuestra identidad doctrinal se funda, en último caso, en un precepto ético: libertad e igualdad son aspiraciones permanentes y simultáneas, no estamos dispuestos a relegar el valor de la igualdad a un segundo plano ni valórica, ni conceptual, ni cultural, ni programática, ni políticamente.



Por lo mismo, entendemos que el Estado debe ser el garante de un desarrollo creciente de la libertad y la igualdad en la sociedad y, por tanto, en una sociedad como la nuestra que crecientemente genera profundas desigualdades, debe ser el principal factor de corrección de ellas.



Y como estamos concientes que somos nosotros, la izquierda, la que ha desarrollado esos valores que hoy día permean culturalmente a toda la sociedad, incluso a los programas de la derecha, sabemos de la importancia del debate conceptual. En ese entendido, parece necesario discutir los conceptos que se hallan a la base de la conceptualización de mi amigo Jorge o de Ávila, que aparentemente son muy progresistas, pero que requieren ser desmenuzados más en profundidad para entender su real significado. Sobre todo por que se ha transformado en un criterio muy difundido entre quienes toman decisiones de políticas públicas.



Tras él se encuentra una mirada que dice que el Estado debe concentrar sus esfuerzos y recursos en los más pobres y en lo que más urgentemente ellos requieren. Es el concepto de focalización. La movilización de los estudiantes secundarios, implícitamente, lo ha puesto en tela de juicio, aun cuando todavía no se entre en este debate, que de todos modos será imprescindible hacer.



Este concepto desarrollado desde los años 70, y que tanto mi amigo Jorge como Ávila grafican lo bien internalizado que él está como criterio de asignación de todo tipo de recursos públicos, se enseña en la educación universitaria y los múltiples post-grados y post-títulos con que todo tipo universidades buscan recursos para financiarse.



Lo dramático del tema radica tanto en la incapacidad para tener una mirada crítica al aprenderlo, como en el hecho que se enseñe como criterio de racionalidad, es decir, el que lo aprende pero no lo aprehende, así con h entre medio, es -de acuerdo al paradigma dominante- un ser irracional.



Tanto es así que, por ejemplo, es parte de los criterios de racionalidad que, en sus distintos programas de «reformas estructurales», los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial le imponen a los estados nacionales.



Por ello se torna de vital importancia analizar los supuestos en los que este concepto descansa. Por cierto descansa en primer lugar en un criterio de necesidad, es decir, cómo asignar recursos escasos entre múltiples requerimientos, poner los recursos en el foco de prioridades que se establece. Constatando los problemas de pobreza y de desigualdades de oportunidades parece de toda racionalidad hacerlo.



Sin embargo, es una prioridad en los más pobres sólo referida a la prestación de ciertos servicios y no necesariamente a atacar las causas de fondo de la pobreza o de las desigualdades distributivas. Es decir sólo alcanza servicios como educación o salud en el sentido de prestar cierta asistencia o de proveerlos a quienes no los pueden adquirir por sí mismos .



En segundo término, para la asignación focalizada de recursos normalmente, y en todos los ámbitos, se aplica el criterio de la cuadratura de la caja como punto de partida en vez de ser el punto de llegada, de este modo, sólo se trata de definir los focos a los cuales destinar los recursos. Ello tiene consecuencias nefastas para el pleno ejercicio del Estado de lo que son propiamente funciones públicas. En los niveles superiores tiende a estimarse los recursos como inamovibles, es decir rara vez se hace una estimación de los recursos necesarios para la realización de todo lo que debería ser considerado una función pública. En los niveles inferiores lo habitual es que ni siquiera se estime lo necesario para cumplir adecuadamente con el foco predeterminado, más bien se ajustan los parámetros para que el alcance de la acción pública calce con los recursos, que es, por ejemplo, lo que tiende a suceder en el Ministerio de Educación.



En tercer lugar, el concepto de focalización, supone un rol determinado que el Estado debe cumplir, por defecto, el resto está destinada a los privados, y sólo en cuanto se tratare de bienes socialmente meritorios, es decir de bienes que se consideran como necesarios de ser consumidos por todos y si los más pobres no tuvieran acceso a ellos por su precio, es el Estado quien los provee. Es decir, el concepto mismo desde ya restringe al Estado en cuanto a lo que puede hacer, no por un problema de recursos, si no por definición acerca de lo que le corresponde y lo que no le corresponde de acuerdo a la visión más liberal del mundo, es decir a una visión que estima que el Estado es el enemigo de las libertades más que el órgano encargado de cautelar por la corrección de los desequilibrios sociales. Demás esta decir que en esas condiciones el Estado sólo puede terminar legitimando el orden social preexistente.



Por último, un concepto de base de esta idea es que cada persona debe pagar individualmente por los bienes que consume. Es decir, en la base de la focalización, se encuentra la idea que no deben existir bienes que por ser considerados socialmente meritorios, es decir bienes en que el interés social es que cada individuo los consuma individualmente , sean gratuitos, y que su financiamiento, por lo tanto, sea independiente de su precio como ocurre, por ejemplo, con el pase escolar para los alumnos de educación básica.



Importa una distorsión muy grave del concepto de ciudadanía el hecho que no se defina que el Estado debe proveer en condiciones de igualdad para todos los ciudadanos servicios o bienes que importan el ejercicio de ciertos derechos básicos. No hacerlo es en primer lugar un criterio ideológico y en segundo lugar, es muy delicado para el ejercicio del principio de igualdad.



Es un criterio ideológico en tanto importa una opción de organización de la sociedad y del modo de proveer bienes y/o servicios, sin amparo en un criterio técnico de ninguna naturaleza. Es un criterio ideológico que de progresista no tiene nada.



Es muy delicado para el ejercicio ciudadano del criterio de igualdad, por cuanto se establece una grave discriminación entre quienes pueden proveerse por si mismos bienes esenciales para el ejercicio de la ciudadanía como la entendemos en el mundo moderno, con consecuencias sociales gravísimas; de un lado escinde a los más ricos a sus ghettos de ricos, de otro lado genera en los beneficiarios de los subsidios un grave problema de acreditación de la situación de pobreza y de un sentimiento permanente de vivir de favores más que ejercer plenamente derechos que les corresponden como ciudadanos del siglo XXI.



Aplicada en el límite, se transforma en un perverso instrumento de discriminación cuando, por ejemplo se discrimina al interior de una sala de clase de una escuela muy pobre entre quienes se reparten o no raciones alimenticias.



Nuestros secundarios han hecho así, tal vez sin darse cuenta, un cuestionamiento a la aplicación de la racionalidad de la focalización, tal como actualmente se hace. Y han hecho que se torne urgente un amplio debate nacional al respecto que redefina la manera como se asignan los recursos públicos.



Por nuestra parte, nos parece que es indispensable, en primer lugar, dejar de lado el criterio que todo lo que se consume individualmente debe ser pagado de modo análogo, y que en su lugar, debe definirse qué bienes son socialmente meritorios y por lo tanto deben ser provistos por el Estado, independientemente del ingreso de los ciudadanos y de sus condiciones de producción (cuestión que debiera ser objeto de un debate aparte, aunque también importante y necesario), y en que el financiamiento provenga de los impuestos directos, que si paguen quienes tienen mayores ingresos. Y que en la elaboración de esa definición participen los actores sociales.



Y, en segundo término, nos parece que una vez realizada esta discusión se debe discutir el problema de los recursos, ya sea para determinar los montos en que se deben incrementar, lo que difícilmente ocurrirá en un mismo ejercicio presupuestario -cuestión que todo el mundo puede comprender-; ya sea para reasignar recursos.



Creo que de una u otra manera esto estaba implícito en el mensaje de la Presidenta Bachelet al reconocer la legitimidad de la aspiración de gratuidad del pasaje escolar de nuestros secundarios.



Tal vez si la Presidenta hubiese sido más explícita en ello, y si en esa respuesta a los secundarios, más allá de reconocer la legitimidad de sus propuestas en general, y hablar de lo máximo que es posible para el gobierno, hubiera planteado que el pasaje gratuito no era posible para este ejercicio presupuestario, y los hubiese convocado a discutir un cronograma de aplicación, que quizás podría significar que el 2007 fuese viable para los primero medio y sucesivamente fuese incorporándose los demás cursos en ejercicios presupuestarios sucesivos, y que en el intertanto se aplicaba el subsidio a los cursos aún no beneficiarios, al menos no habría continuado el problema del pasaje escolar .



En todo caso le debemos a nuestros secundarios poner un tema que será un nuevo debate que debe enriquecer la vida nacional. Este es un primer efecto secundario de esta movilización. También por eso gracias muchachas y muchachos, también eso Chile se los agradecerá.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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