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El tábano de la TV o una defensa de Felipe Avello


Antes de iniciar este texto consigno dos asuntos relevantes: alguna vez trabajé para el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y Felipe Avello es mi amigo. La acusación del CNTV contra Felipe Avello sería por atentar: «Contra la formación espiritual e intelectual de la niñez y la juventud». Esta acusación se parece bastante a la que, según Platón, se esgrimió contra Sócrates el año 399 ac. «Sócrates es reo por los delitos de no reconocer los dioses que el Estado reconoce y de introducir nuevas deidades. Es también reo del delito de corromper a la juventud. El castigo que se pide es la muerte». Avello no es Sócrates pero sí podríamos decir que es un tipo de tábano (apodo que recibía Sócrates en Atenas), de otra menor y distinta calaña; es un tipo de insecto molesto e incómodo pero necesario para el buen destino de la televisión.



La democracia de los acuerdos, la democracia tutelada o protegida. La democracia con minúscula. La democracia imperfecta, la democracia de lo posible sigue sorprendiendo. No por su gárgaras libertarias o igualitarias o por el vergel de oportunidades que nadie ve con más claridad que los que están en el poder, no.



El último desliz de nostálgica arbitrariedad cuasi dictatorial es el último fallo del ilustre Consejo Nacional de Televisión (CNTV) contra Felipe Avello, lo que provocó su salida de las pantallas, además de una cuantiosa multa de dinero. Quienes deciden lo que sale en TV son los avisadores. Bienvenidos a la realidad. Los contenidos, los valores, los ideales son buenos conceptos para escudar legítimos deseos empresariales o ideológicos. La gente es tonta. Eso supone que como es tonta hay quienes deben velar por qué, cómo y cuándo se dan ciertos contenidos. Si tienes el infortunio de almorzar viendo un noticiario de medio día estarás sometido a contener las arcadas. Un informativo nocturno -salvo los goles- provoca jaqueca o depresión.



La hipocresía de un organismo anquilosado en este ámbito-porque en el apoyo y distribución de fondos para tv de calidad lo hace de gran modo- sólo da testimonios de una democracia que hace agua. No quiero parecer tremendista ni pecar de exceso de amistad pero que un consejo de señores y señoras respetables y honorables decida sancionar una acción de arte o una performance permanente, como es el oficio del señor Avello, es patético. Más patético es que nadie diga nada (salvo el siempre lúcido Gumucio). Que nadie se escandalice por un ataque flagrante a la libertad de expresión y al arte. Sí, al arte. Felipe Avello es un artista.



¿Sabrán los señores del CNTV lo que es un «Stand Up Comedy» o una intervención artístico subversiva como las que realiza Avello en cada espacio televisivo que ocupa? Creo que no. No saben y no tiene humor. Gente sin humor no puede mirar críticamente la industria televisiva. No puede siquiera mirarse al espejo y sonreír. Los respetables jueces de lo que puede o no salir por la pantalla pequeña han pecado de soberbia. Han desplegado el sable de su cordura para cortar cabezas pequeñas siendo cómplices de aberraciones mayores.



¿Qué dice el CNTV por los spots del sida, por la programación infantil, por los infomerciales semi pornos, por espacios como Pare de Sufrir?. La verdadera amenaza no es Felipe Avello sino quienes, protegidos por sus honorables currículos, definen en las sombras quién y quién no merece cargar la cruz. El CNTV -en su sanción fiscalizadora- encarna el último vestigio antidemocrático de un sistema plenamente antidemocrático. Una democracia de superficie, como toda democracia. Eso ya es harina de otro costal pero siguiendo con este cocimiento Felipe Avello airea una televisión oprimida por el facilismo y los discursos tartamudos de sujetos torpes y vanidosos. Más torpes y vanidosos son quienes creen estar un sitial que les permite juzgar a sujetos como Avello.



Un consejo que dudosamente posee criterios estéticos mínimos más que mi mamá o algún sesudo abogado que aún tiene nostalgia de «Tertulia» y si le preguntan de tv dice que ve «La Belleza de Pensar» aunque piense poco y la belleza le resulte una experiencia lejana.



No pretendo atacar a los ilustres dinosaurios del consejo sólo decir que un organismo anacrónico no puede definir bajo sus criterios qué castigar y qué no. Pura subjetividad alevosa. Pura hipocresía enmascarada tras gárgaras de democracia escrita con minúscula. La basura que sale por televisión es infinita pero no veo sanciones para los descerebrados o para las sobre operadas.



El CNTV defiende una supuesta dignidad atentando contra la inteligencia. Los tutores de la dignidad, los vigilantes de los valores. Puaj! El CNTV por suerte y gracias de nuestras tristes disposiciones legales no puede anticiparse y censurar por lo que se limita, a posteriori, a cachetear las nalgas de lo que no entienden y les parece atenta contra sus estrechas y rígidas categorías de lo posible o permitido. Al menos esta vez Felipe Avello no beberá cicuta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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