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El grupo de Río y Cuba

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Detrás de esa solidaridad sincera con Cuba de parte de todos lo gobiernos en el Grupo de Río, poco importa ni les preocupa a esos presidentes lo que sucede en el interior de la economía y el régimen de la dinastía de los hermanos Castro. Porque al fin de cuenta, es la propia Cuba la que tendrá que


Por Javier Campos*

En la reciente reunión del Grupo de Río de Janeiro, llamada por el presidente Lula de Brasil, se invitó a Cuba para que fuera parte de él. Algunos como Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa principalmente, han pensado que el Grupo de Río debe ser una alternativa a la OEA o una suplantación a ese organismo internacional donde Cuba no estaba. Todos los países allí reunidos celebraron la presencia de Cuba, y aún más, pidieron que el nuevo presidente de EE.UU. terminara con el embargo de 50 años a la isla. Nada nuevo en todo caso pues siempre esos mismos países han votado en las Naciones Unidas por lo mismo desde hace varios años. Lo distinto ha sido ahora el reforzarle aquello a la nueva administración norteamericana que comienza el 20 de enero de 2009.  Obama ha dicho que no quitará el embargo sino que aliviará ciertas medidas bastante duras que impuso Bush, como permitir más viajes desde EE.UU. a Cuba de los cubanos residentes, aumentar el envío de remesas a la isla, entre otras. 

Sea lo que fuere, el Grupo de Río no llegó a ninguna resolución sobre aquello ni menos a propuestas más radicales como las de Evo Morales, apoyado por Daniel Ortega y Hugo Chávez, de expulsar a todos lo embajadores de Estados Unidos si Obama no termina con el embargo (o «bloqueo» como llama el gobierno cubano). El grupo de Río lo integran Argentina, Bélice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guayana, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, más la Comunidad del Caribe (Caricom), representada actualmente por Jamaica.

Pero es importante analizar por qué todos los países del Grupo de Río aceptaron que Cuba fuera parte, con la presencia de Raúl Castro, donde aquel país caribeño posee un sistema político y económico totalmente diferente a los demás. Cuba entra a ser parte de economías activas. En cambio Cuba casi no puede ofrecer nada a cambio puesto que, por ejemplo, compra cerca del 85% de los alimentos que consume (la mayoría a EE.UU.), no posee una economía de exportación competitiva. Es decir, claramente no puede igualarse a los países de economías activas y exportadoras de America Latina y ello no es a causa del «bloqueo» sino de una testaruda economía socialista que aún mantienen, la de los tiempos de la URSS y la de los países del entonces Este socialista. Economías que China y Vietnam dejaron hace décadas.

Recientemente en el último informe de la CEPAL de 2008, del 18 de diciembre, Cuba aparece con un PIB de 4.3%, por sobre el de Chile por ejemplo. La CEPAL ha dicho que desde 2005 el gobierno cubano calculaba el PIB sólo de un sector, incluyendo únicamente las actividades de Servicios Comunales, Sociales y Personales, como la educación, la salud, y efectuando un cálculo bastante distinto al utilizado regularmente por el resto de los países de la región. La CEPAL protestó pues esa medición no era la que correspondía a las recomendaciones internacionales respecto a la economía nacional. De allí que, de acuerdo con las estadísticas oficiales, en el periodo 2005-07 ¡la economía cubana creció a una tasa promedio anual del 10,6%, la más alta de América Latina (el promedio regional fue 5%)!  Pero aún más, ¡un crecimiento económico comparable con el de China!  Por las criticas de la CEPAL que Cuba debía seguir la medición recomendada, esta vez, en el informe de diciembre de 2008, Cuba ha tenido que «arreglar sus números» bajándose de ese idílico PIB de 12.4 a 4.3. Pero esta vez en su informe la CEPAL señala, en una nota, que ese 4.3 de PIB viene dado directamente del gobierno cubano (o de sus economistas). 

Como se sabe el  Producto Interno Bruto es el valor de todos los bienes y servicios que produce un país en un lapso de tiempo determinado. Es la riqueza nueva o valor agregado a la que ya existía. Una forma de determinarlo es por el consumo de la población, los gastos del estado, las inversiones o formación de capital y las exportaciones netas.

Expertos en economía cubana, como Carmelo Mesa-Lago, dice que la combinación de la ayuda venezolana junto con los factores autóctonos de la economía no explican los enormes crecimientos del PIB de los últimos tres años en Cuba (2005-2007). Entonces se pregunta Mesa-Lago ¿Por qué hay diferencias entre los valores oficiales y los reales? ¿Dónde hay que buscar la explicación? Seguramente, se responde, «el fuerte crecimiento económico oficial hay que atribuirlo a factores metodológicos y cambios estadísticos en el cálculo del PIB. Así por ejemplo, desde 2003 al PIB cubano se le agrega el valor de los servicios sociales gratuitos (educación, salud, etc.), así como el valor de los subsidios a los precios de los bienes racionados, lo cual genera una sobreestimación del PIB y no lo hace comparable con el del resto del mundo que utiliza la metodología de las Naciones Unidas.»

Para Mesa Lagos la conclusión es clara: la economía cubana está creciendo estadísticamente pero no en los hogares. No hay diferencia entre el crecimiento económico real y el oficial.  Nadie sabe cuál es el ritmo real de crecimiento de la economía cubana ya que sólo el gobierno inventa un crecimiento y un desarrollo que no existe.

Detrás de esa solidaridad sincera con Cuba de parte de todos lo gobiernos en el Grupo de Río, poco importa ni les preocupa a esos presidentes lo que sucede en el interior de la economía y el régimen de la dinastía de los hermanos Castro. Porque al fin de cuenta, es la propia Cuba la que tendrá que demostrar si puede exportar algo más allá que médicos a Venezuela o níquel a China o a Rusia.

Bien escribía Juan Antonio Blanco de la Reunión de Río. «Raúl Castro apenas habló en la mañana del día inicial. ¿Cómo podría hacerlo si las grandes economías del continente debatían acuerdos mercantiles, políticas y acciones para su comercio exterior? Sobre eso poco puede aportar Cuba. Mientras tanto, los hábiles diplomáticos brasileños se dedicaban a tejer el único acuerdo que les interesaba en verdad obtener de la inversión realizada para convocar esta maratónica serie de reuniones: el nacimiento de una institución regional inclusiva -libre del radicalismo que fomenta Venezuela- y propicia a gravitar hacia Brasilia. Y lo lograron sin tener para ello que declarar al naciente organismo en necesaria colisión con la OEA. Pero sin libertades básicas – incluyendo la de poder ejercer iniciativas económicas- el sistema que rige en Cuba no será capaz de responder a esa razonable expectativa. Son detalles no resueltos por la retórica de la «solidaridad».

La aceptación de Cuba al Grupo de Río, queda claro, fue mucho más por solidaridad con un país que no ha estado integrado a las muchas Cumbres latinoamericanas que por lo que ese país económicamente pueda ofrecer. Porque después de todos, en estos tiempos globales, cada economía del continente es responsable de su propio PIB. 

 

*Javier Campos es escritor y columnista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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