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Piñeristas de segunda vuelta en el comando de Marco

Jorge Insunza B.
Por : Jorge Insunza B. Integrante del Comité Central y de la Comisión Política del Partido Comunista de Chile.
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El dirigente histórico del Partido Comunista responde al columnista John Charney quien el miércoles escribió sobre Jorge Arrate acusándolo de entrar en «el juego concertacionista de la compra venta de convicciones». Según Insunza «la «discolía” es una conducta que puede significar grandes aportes y puede también provocar desastres».


John Charney no entiende bien el español. No lo lee ni lo escucha. El desafío de Arrate planteado a Eduardo Frei y Marco Enríquez-Ominami fue claro: concordar antes de la primera vuelta un compromiso mínimo de medidas de gobierno expuestas en los programas de gobierno o discursos de los 3 candidatos y sobre esa base comprometer el apoyo de todos a quien pase a la segunda vuelta y enfrente al candidato de la derecha.

Charney, un “marquista” evidentemente acérrimo, convierte el desafío que ni Frei ni su candidato han asumido, en planteamiento que se hubiese dirigido sólo a Frei. Y desde esa falsificación dispara una diatriba pretensiosa.

[cita]La prepotencia no es atributo necesario de la “discolía” aunque aparezca con demasiada frecuencia. Hacerla propia no engrandece a nadie. [/cita]

¿Es raro? No. No lo es. Charney sabe que Marco no pudo asumir ese desafío. En su comando hay significativos “piñeristas de segunda vuelta”. Destacan personeros como el Sr. Fontaine, responsable de su política económica y muchos otros. Aceptar el reto provocaba inevitablemente el desmoronamiento de su comando.

Tampoco ha respondido Frei por razones que no deben ser tan distintas pero allí la gente sabe a que atenerse. Es claro que un sector de las cúpulas concertacionistas es definidamente neoliberal. Les importa menos el deterioro de la Concertación que el riesgo de que emerja una alternativa transformadora: un acuerdo que implique asumir compromisos de cambio no les es soportable. Para muchos de ellos, a fin de cuentas, Piñera es el mal menor.

La “discolía” es una conducta que puede significar grandes aportes y puede también provocar desastres. Ocurre así cuando se hace expresión de un individualismo acérrimo y se asume como estilo.

Charney, sea quien sea, se comporta con esos criterios. Dirigir fuegos contra los que han sostenido sin concesiones la necesidad de un rumbo distinto para nuestro país y que de hecho han ayudado a los díscolos a expresar sus reclamos legítimos, es una gran torpeza. Construir una alternativa sin, y peor aún contra, los que no han arriado banderas en ninguna circunstancia, por dura que fuese, pone de relieve una inconsistencia que no augura nada bueno.

La prepotencia no es atributo necesario de la “discolía” aunque aparezca con demasiada frecuencia. Hacerla propia no engrandece a nadie. Menos aún la mentira burda y la descalificación agraviante.

Lo mejor, aunque claramente imposible por lo ya dicho, es que se asumiera el compromiso de un acuerdo mínimo para enfrentar al neoliberalismo desenfrenado del que Piñera es representante calificado. Es seguro que Charney, Fontaine y otros ahuecarían el ala. No sería un daño para el pueblo ni el país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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