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Autorretrato


El Presidente ganó titular de primera página en «La Cuarta» de hoy. Un diario popular en los estratos bajos, donde más le flaquea el apoyo en las encuestas. Y «La Cuarta» lo mostró tal cual es.

«En las redes sociales ya se lee que usted es yeta ¿Qué opina?» Respuesta: «No, el año 2010 fue duro básicamente por el terremoto, pero recordemos que éste ocurrió antes de que se iniciara nuestro Gobierno». Elemental, siempre hay que tener alguien a quien echarle la culpa.

Cuando le preguntan por sus equivocaciones, él mismo cita el caso de Robinson Crusoe, a quien, en una visita a la isla, presentó como habitante de ella, en circunstancias que fue Alexander Selkirk. Y explica: «Yo estaba contando la historia ficticia». Dice haberla leído dos veces, en la novela de «Willem Dafoe». Pero éste no ha escrito ninguna novela, pues es un mediano actor norteamericano. El verdadero autor fue Daniel Defoe. Leyó dos veces la novela pero no aprendió el nombre del autor.

«¿Y el tuiteo poético de ‘galáctea'»?, le preguntan. Respuesta: «Mi twitter lo operamos dos personas, yo y mi hija Magdalena. Así que no quiero culparla a ella, pero compartimos aciertos y errores». Siempre «yo» primero. ¿Y también compartirán «gabiota» y «cubrido»?

Pero «La Cuarta» volvió a arremeter:

«¿Se acuerda cuando mató al antipoeta Nicanor Parra?». No se acuerda, pues dice: «A él le entregamos el premio en Fundación Futuro y sé muy bien que está vivo. Ahora, que pueda haberlo puesto en el grupo equivocado, tal vez…».

Cuando dijo ser «hincha de Colo Colo», «La Cuarta» no lo dejó pasar: «Pero usted pololeaba con la Cato ¿Celebró el campeonato?». No respondió a esto, pero explicó: «Desde niño fui hincha de la Católica, hasta que un día estábamos viendo televisión unos amigos y vimos que Colo Colo estaba quebrado… Y ese día les propuse a los amigos:
‘Hagamos algo grande, entretenido y motivante'».

Económicamente oportuno y políticamente indiscutible (Colo Colo tiene cuatro veces más adherentes que la UC). Luego, cuando aducía razones vinculadas al «alma» para no vender sus acciones, parece no haberse expresado tampoco con exactitud.

En todo caso, su entrevista le ganó al Presidente el titular principal del diario: «Ahora el Cisarro se llama Capurro». Pues, al referirse a la delincuencia, citó el ejemplo del juvenil transgresor, pero le confundió el nombre. Tampoco se lo perdonaron ni, en este caso, tuvo a quién echarle la culpa.

Cuando uno quiere ser el protagonista y acaparar todas las miradas, al final la gente termina viéndolo tal como es.

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