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Tiempos difíciles: petróleo, alimentos y la economía mundial

René Reyes
Por : René Reyes Ingeniero forestal. Estudiante de Doctorado en la Universidad de British Columbia, Canadá.
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¿Nuestras autoridades estarán conscientes de los riesgos que se nos avecinan?, ¿habrá algún plan? Después de la experiencia del terremoto, me temo que en Chile no hay mucha consciencia ni menos planes.


La Agencia Internacional de Energía (IEA), uno de los organismos más importantes en materias energéticas, publica anualmente informes sobre producción y consumo de energía a nivel mundial. Los informes publicados desde el 2008 en adelante han sido especialmente preocupantes en relación al abastecimiento de petróleo. De hecho, en el informe del 2008 IEA declara que “el tiempo del petróleo barato llegó a su fin”.

Pues bien, si la producción de petróleo barato, es decir, aquel cuyos costos de producción son relativamente conocidos y estables (debido a accesibilidad y otras características) va a comenzar a reducirse, ¿cómo se proyecta suplir el resto? IEA espera que los déficits sean compensados con lo que se ha denominado “petróleo no convencional”, el cual está compuesto por varias fuentes distintas: pozos nuevos que aún no entran en producción (debido a sus costos), arenas de alquitrán, esquistos bituminosos, etc. Se estima que estas fuentes permitirían suplir el déficit y mantener un abastecimiento estable hasta el año 2030. El problema es que las fuentes no convencionales tienen costos de producción mucho más altos, lo cual incrementaría significativamente el precio del petróleo y sus derivados durante los próximos años.

[cita] ¿Nuestras autoridades estarán conscientes de los riesgos que se nos avecinan?, ¿habrá algún plan? Después de la experiencia del terremoto, me temo que en Chile no hay mucha consciencia ni menos planes.[/cita]

Sin embargo, el problema no termina ahí. Las proyecciones realizadas por IEA han sido catalogadas por distintos expertos como “demasiado optimistas”. Éstos argumentan que la producción mundial de petróleo ya alcanzó un “peak” máximo de producción, en torno a los 85 mbd, a partir del cual comenzará su agotamiento. Es decir, las fuentes no convencionales de petróleo no permitirían suplir el déficit. Esta situación no sólo implica alzas muy significativas en los precios, sino que gradualmente problemas de abastecimiento, lo cual es especialmente delicado para un país como Chile cuya matriz energética depende en un 44% de petróleo importado.

Ayer, 10 de febrero, el diario inglés “The Guardian” publicó un artículo sobre este tema, analizando una “inesperada” reducción en la producción de petróleo por parte de Arabia Saudita. Esto habría provocado alarma en el cuerpo diplomático británico y estadounidense, cuyas comunicaciones al respecto trascendieron a través de Wikileaks. Según el experto saudí Sadad al-Husseini, ex miembro del directorio de la Compañía Nacional de Petróleo de Arabia Saudita, se podría llegar a un nivel máximo de producción el año 2012.

Esto inquieta, especialmente porque el petróleo es uno de los principales componentes del precio de los alimentos (transporte). Este año, se han visto aumentos importantes en el precio de varios alimentos ocasionados por fenómenos climáticos derivados del calentamiento global. Si a eso sumamos posibles aumentos en los costos de transporte, tendríamos alzas muy serias en el precio de los alimentos durante los próximos años, los cuales impactarían fuertemente en la economía chilena y en el bolsillo (y la nutrición) de nuestros compatriotas.

Por ello, y tras analizar decenas de documentos y proyecciones de distintos países del mundo, me pregunto ¿nuestras autoridades estarán conscientes de los riesgos que se nos avecinan?, ¿habrá algún plan? Después de la experiencia del terremoto, me temo que en Chile no hay mucha consciencia ni menos planes. Por ello, me permito hacer algunas sugerencias: a) incrementar significativamente la producción de energías renovables, incorporando a los ciudadanos en esto. Es decir, cada casa, granja, municipio, podría ser un productor individual de energía, cuyos excedentes venda al sistema (experiencia alemana). El carbón y el gas natural no son soluciones de mediano y largo plazo, porque al subir el precio del petróleo subirán también éstos,  b) iniciar la producción de bioetanol a partir de biomasa lignocelulósica. Esto podría ir reemplazando gradualmente al petróleo y sus derivados para abastecer el transporte. En Canadá y Estados Unidos ya existen plantas a escala comercial. Lo mismo se puede hacer a partir de algas. ¡Tenemos 5 mil kilómetros de costa!, c) incentivar la producción agrícola local. No podemos seguir importando lentejas desde Canadá. La ruralidad podría jugar un rol muy importante en la producción diversificada de alimentos, por tanto es necesario fortalecerla y tomar medidas en serio para adaptar nuestra agricultura a las locuras del clima (esta será una constante).

Sin embargo, todas estas propuestas implican que el Estado asuma un liderazgo fuerte. Muchas de estas medidas u otras no son rentables en el corto plazo, y por tanto implican un riesgo que el sector privado normalmente no asumirá. Son decisiones estratégicas, y las decisiones estratégicas las toma el capitán del barco no los marineros (menos cuando los marineros tienen la opción de cambiarse de barco). El mercado no lo regula todo señor Presidente, y Ud. lo sabe. Las crisis permanentes que ha sufrido la economía global se deben principalmente a que el mercado no es perfecto, y que requiere regulaciones y guías. Ud. es una persona decidida, lo que haga podría significar una gran diferencia en los próximos 10 años para nuestro país y su gente. ¿Se anima?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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