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Las Vacaciones del Willy

Manuel Riesco
Por : Manuel Riesco Economista del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda)
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Hungría y Bolivia le echaron a perder la navidad, terminando con sus respectivos sistemas de AFP de una vez por todas. El porrazo de la bolsa chilena le echó a perder las vacaciones.

El hombre andaba de paseo y haciendo lobby. Según El Mercurio del 2 de febrero del 2011, en su carácter de presidente de la Federación Internacional de AFP (FIAP), se entrevistó con John Lipsky, sub director gerente del Fondo Monetario Internacional y «solicitó a representantes de organismos multilaterales que establezcan un sistema para que los países que tienen sistema previsional de reparto, contabilicen en forma transparente la deuda que tienen con los trabajadores cotizantes, con el fin de evitar que países con altos niveles de deuda abandonen el sistema de capitalización individual para mejorar su contabilidad».

Claro, el Willy sigue preocupado que otros países que han adoptado parcialmente el sistema chileno sigan el ejemplo de Hungría y «abandonen el sistema de capitalización individual para mejorar su contabilidad».

En este caso no se trata de malabarismos contables, como los que propone el Willy para los países con sistema de reparto, que arrojen supuestos déficit contabilizando a valor presente escenarios llenos de supuestos interesado para cincuenta años más.

No, hoy la cosa es clarísima. Todos los países con sistema de reparto ¡todos! arrojan un superavit fiscal en esta cuenta, es decir, las cotizaciones previsionales exceden a las pensiones pagadas en el año y la diferencia queda a favor del fisco. En cambio, todos los países con capitalización individual arrojan enormes déficit en esta cuenta ¡todos! Por este motivo, ahora que se ven apurados por sus acreedores, estos países están pensando en imitar a Hungría y terminar con las AFP.

En el caso de Chile, el sistema de reparto arrojaba en 1981 un excedente de ¡un tercio!, según un estudio encargado por las propias AFP a la Universidad Católica. A partir de ese momento, la cuenta pasó al rojo y a lo largo de treinta años ha significado para el fisco un desembolso neto anual superior al 5 por ciento del producto interno bruto (PIB).

La razón es muy sencilla y conocida. Antes las cotizaciones las recibía el fisco, con ellas pagaba las pensiones y le sobraba un tercio. A partir de 1981, las cotizaciones previsionales se las embuchó el Willy, mientras el fisco siguió pagando o financiando casi todas las pensiones, incluidas las que pagan las AFP y compañías de seguros.

Las cotizaciones previsionales suman nada menos que seis mil millones de dólares por año, el 13 por ciento de los salarios. Como muestra el estudio de CENDA «Resultados para sus afiliados de las AFP y compañías de seguros relacionadas con la previsión,» estas «administradoras» se han echado al bolsillo uno de cada tres pesos cotizados en forma obligatoria desde 1981 a la fecha, mientras el resto lo han prestado casi integramente a sus compinches; de lo invertido en Chile, la mitad está en manos de sólo 12 grandes grupos económicos, entre ellos los propietarios de las AFP.

Esa es la tetita que no quiere aflojar el Willy ni tampoco sus socios de la FIAP.

En lo que le había ido bien era en recuperar las pérdidas de la crisis. Terminó el 2010 ras-ras. Es decir, había logrado recuperar lo perdido desde el 25 de julio del 2007 cuando empezó la crisis, aunque el fondo A seguía para atrás en cerca de 10 por ciento.

Sin embargo, estas notas alertaban que ello se apoyaba principalmente en la desenfrenada especulación en mercados emergentes, que estaban inflados nuevamente como una burbuja. Especialmente el mercado chileno, que terminó el 2010 con una capitalización bursátil equivalente a 2,08 veces el PIB del año precedente, lo cual es un record histórico a nivel mundial.

Ello se muestra en el primero de los gráficos adjuntos, elaborado por CENDA en base a world-exchanges.org y worldbank.org. Éste muestra la capitalización bursátil de los países desarrollados (azul), emergentes (roja) y Chile (naranja), expresadas como proporción del PIB respectivo, desde 1990 a la fecha. Se comprueba que ni en sus momentos más enloquecidos, fines de 1999 para los países desarrollados y octubre del 2007 para los países emergentes, su capitalización bursátil no sobrepasó 1,5 veces el PIB respectivo. La bolsa chilena, en cambio, terminó el 2010 en más de 2 veces el PIB del país.

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