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Regionalismo pichiruchi: Aysén y los Cores

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Imaginemos un momento que Dinamarca quiere explotar el petróleo del Ártico y no consulta a los esquimales. O que la Alemania federalista, tras conocer los horrores del poder total, le impone a la ciudad de Sttutgart la mega estación de trenes que la ciudadanía rechazó eligiendo un nuevo gobierno regional social demócrata-verde.


La escena es conocida, perfecta, cómica y cínica. Piñera es el cuarto Presidente que anuncia con solemnidad que los consejeros regionales serán electos. El minnimum minimorum de la descentralización.

Chile rezagado en las antípodas de la modernidad: es el único país de desarrollo medio del mundo que no ha querido elegir los gobiernos regionales por el pueblo y sigue con la delegación centralizada que proviene de tiempos romanos y legalismo francés decimonónico. Es una reforma relevante, pero el diagnóstico es pesimista. La anomalía presidencialista chilena -como lo califican los constitucionalistas más lúcidos- encaja perfecta con la clase política que vive en 90% en el Barrio Alto de Santiago, con la desconfianza y el afán de control que caracteriza al ser «nacional». Por cierto, exacerbada por el modelo institucional que fortaleció a los brokers (intermediarios) del poder centralizado, parlamentarios asistentes sociales que «consiguen proyectos» y funcionarios del aparato de la coalición de turno que reparten cargos nadie quiere, en verdad, mover una hoja. Es la encarnación del pinochetismo en derechas e izquierdas tradicionales. Allí quedó la propuesta que con MEO y otros democratistas estampamos, en una solitaria Comisión de Nuevo Modelo Político. Pero, en los pasillos senatoriales y congresionales, la mayoría era clara: » no estamos preparados para autonomías, el modelo funciona comparado con otros países, así los cores no nos hacen competencia…no hueveen más»

[cita]Imaginemos un momento que Dinamarca quiere explotar el petróleo del Ártico y no consulta a los esquimales. O que la Alemania federalista, tras conocer los horrores del poder total, le impone a la ciudad de Sttutgart la mega estación de trenes que la ciudadanía rechazó eligiendo un nuevo gobierno regional social demócrata-verde.[/cita]

Frei lo hizo un 21 de mayo del lejano 97 y nunca le puso urgencia. Lagos  lo relevó en su programa cuando Lavín comenzó a pillarle en las encuestas. Bachelet sacó aplausos cuando lo prometía en los cabildos regionales en el peregrinaje por las regiones rezagadas de Chile, esas que miran la vitrina del esplendor capitalino, y vuelven a la Calama y al Rancagua sin universidad pública, a Chiloé sin puente, a la Aysén sin que nadie le pregunte en serio por su futuro.

Es el regionalismo cínico, pichiruchi, folklorista  y autoritario a la chilena. Si Piñera es sincero, debería comenzar su ejercicio de devolución de soberanía a las regiones promoviendo un plebiscito en Aysén. Que esos patagones, los que habitan el territorio, puedan generar una deliberación sustancial, al decir habermasiano. Que Villa O’Higgins pueda imaginarse convertida en un gran campamento, Coyhaique en el pueblo del far south transitorio y Chile Chico pueda ensoñar con la modernidad apreciando las mega torres como gigantes del fin del mundo que atraviesan sus bosques del silencio verde.

La UDI no cree en la autonomía regional, sólo en el municipalismo. En los pasillos de la «vieja» Concerta (no la crítica y renovada) demasiados sueñan con el retorno al poder para volver a vivir en la repartija paternalista y social….lejos, muy lejos, de la creencia  sincera en que los que habitan un territorio son personas con derechos, dignidades y opinión propia.

Imaginemos un momento que Dinamarca quiere explotar el petróleo del Ártico y no consulta a los esquimales. O que la Alemania federalista, tras conocer los horrores del poder total, le impone a la ciudad de Sttutgart la mega estación de trenes que la ciudadanía rechazó eligiendo un nuevo gobierno regional social demócrata-verde. Imaginemos que a los Vascos un gobierno central hubiese osado evitar que construyeran el Guggemheim porque lo lógico era otro museito en el Paseo del Prado de Madrid… O que habitantes de la Patagonia argentina aceptasen unas cuantas centrales nucleares con sus líneas de alta tensìón para cruzar el Calafate, las montañas y glaciares de la belleza austral junto con  las Torres del Paine…Los tecnócratas insensibles y los jinetes del apocalipsis centralista  dirán lo de siempre; los «intereses nacionales priman» , » no es posible ahorrar energía y pedir racionalidad al consumo de las mineras», «después vendrán otras regiones a vetar proyectos y vendrá el caos secesionista…»

Si Piñera es sincero con dar pasos reales en regionalismo, que mande con suma urgencia el proyecto de elección de los Consejos Regionales y se atreva a realizar un referemdum popular en Aysén sobre las represas. Lo puede asesorar Lavín: el inventó las algo inocuas consultas en Las Condes. El liberalismo, supuestamente, no teme a la democracia y deconfía del Estado centralizado. Entonces, dejemos que esos patagones debatan y voten, además de construir  el monstruo bueno en las regiones: unos consejeros regionales electos que enriquecerán con su voz la monótona gestión de las regiones que bostezan con sus autoridades delegadas y no hacen «apuestas de desarrollo».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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