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Fulvio y sus amigas con ventaja

Teresa Marinovic
Por : Teresa Marinovic Licenciada en Filosofía.
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Y es que lo que haga Fulvio en las horas que no pasa frente al espejo me importa poco, pero tengo que reprocharle que las cosas que él dice y hace han contribuido, con su granito de arena, a quitarle al cargo de Presidente la poca solemnidad que le va quedando.


Disponer de todos los beneficios que ofrece la amistad de una mujer y de todas las prerrogativas de su amor es probablemente una fantasía que muchos hombres acarician en su interior; y como toda fantasía, es imposible de realizar. La amiga con ventaja no será nunca ni una verdadera amiga ni un verdadero amor, y a medio camino entre la amistad y el amor, lo que hay es sólo un juguete sexual que se toma al momento de la necesidad, y se desecha en el de la satisfacción. Puede ser un juguete divertido, pero que dura menos que juguete chino.

Quizá por eso me cueste entender que sea un Senador de la República el que diga que entre una amiga con ventaja y una Primera Dama, se queda con la primera. Por más que me alegre descubrir que dentro de las fantasías del Honorable hay también algunas que son masculinas, no deja de preocuparme que quien aspira a ser Presidente diga con desparpajo algo semejante; no deja de preocuparme porque demuestra que hacerlo no tiene ya costos personales, sociales y por ende, tampoco electorales.

[cita]Y es que lo que haga Fulvio en las horas que no pasa frente al espejo me importa poco, pero tengo que reprocharle que las cosas que él dice y hace han contribuido, con su granito de arena, a quitarle al cargo de Presidente la poca solemnidad que le va quedando.[/cita]

Y es que lo que haga Fulvio en las horas que no pasa frente al espejo me importa poco, pero tengo que reprocharle que las cosas que él dice y hace han contribuido, con su granito de arena, a quitarle al cargo de Presidente la poca solemnidad que le va quedando.

No objeto ¡insisto! lo que haga el Senador en su tiempo libre. Tampoco que tenga nombre de proxeneta (no sea que me llamen clasista). Pero me aterra la idea de que el día de mañana cualquier otro Don Juan de macetero sienta que tiene méritos suficientes como para aspirar a la más alta Magistratura.

A fin de cuentas, el que requiere de los servicios de una amiga con ventaja hace un contrato abusivo, y a cambio de unos minutos de placer, obliga a pagar en carne propia intereses que son usureros; intereses que a mi juicio ameritan un desafuero.

Si además el susodicho dice con descaro “prefiero una amiga con ventaja”, en momentos en que su vida privada es materia de conversación, el desatino raya en la falta de elegancia. Y me es inevitable dudar del talento seductor que explica el 90% de la fama del connotado Senador.

¿Qué en pedir no hay engaño? Puede ser ¿Qué nadie obliga a nadie? También. Pero que no se me impida preguntarle a las mujeres ¡qué le ven!  Porque si alguno que puede usar a una mujer que llama amiga, para intereses no del todo altruistas, me pregunto qué hará de las instituciones, del gobierno y en general de cualquier cosa que caiga dentro de su jurisdicción de poder.

Me conformo con que por el momento, y en materias como el aborto, el post natal (y cualquier otro asunto que diga relación con la mujer), el Senador declare de antemano que tiene conflictos de interés.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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