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Lo que sucede es increíble


Es increíble que una serie de marchas conducidas por el Partido Comunista haya tenido tanta adhesión ciudadana. El comunismo ha desaparecido en casi todo el mundo y entre nosotros tiene una adhesión electoral del tres por ciento. Sin embargo, ha logrado convulsionar al país y conducir un proceso que parece tener un gran apoyo ciudadano. Podría haber sido porque hubiera impulsado propuestas geniales y merecedoras de ser abrazadas por la ciudadanía, pero no ha sido así, sino todo lo contrario: sus propuestas, comos se ha visto y se verá, son absurdas, retrógradas e irreales. ¿Es que la ciudadanía ha perdido la razón?

Es increíble que el ruido de las cacerolas vacías sea utilizado para protestar cuando hay abundancia de todos los abastecimientos imaginables. El golpear de cacerolas vacías nació en 1972, cuando las políticas del partido comunista y sus socios socialistas (ocupaban los ministerios de Economía y Hacienda) habían provocado la mayor escasez de alimentos conocida en la historia del país. Por eso las dueñas de casa, todas las noches, salían a golpear cacerolas vacías en protesta. Por eso es inverosímil que en una protesta conducida por los generadores de la escasez de alimentos se usen las cacerolas vacías para protestar. Es usar como símbolo «la soga en la casa del ahorcado».

Es increíble que el gobierno y la oposición hayan tomado en serio la demanda por una educaciòn estatal gratuita y la prohibición del lucro en la enseñanza. Si se acogiera esa doble demanda se destruiría lo mejor de la educación chilena, que son las instituciones particulares pagadas, y se consagraría al monopolio estatal, que la mayoría rechazó cuando se quiso imponer en 1972, bajo la UP, como Escuela Nacional Unificada. Porque el monopolio estatal de la enseñanza conduce a que sólo se enseñe lo que el gobierno disponga.

Y, además, esta propuesta es increíble porque, comprobadamente, el Estado es el que enseña peor y los particulares son los que lo hacen mejor, en términos de resultados. Si se buscara realmente una «educaciòn de calidad», ella debería ser proporcionada exclusivamente por estos últimos.

Es increíble que en un país en que la Constitución garantiza la libertad para fundar, organizar y mantener establecimientos de enseñanza y la libertad de trabajo con una retribución justa; y en que, al amparo de esto último, se desarrollan las más variadas actividades, entre ellas hasta los juegos de azar y el cine pornográfico, se pretenda, en cambio, prohibir a los particulares mantener establecimientos de enseñanza. ¿Es que el país se ha vuelto loco?

Es increíble que el vandalismo y el delito desatados en estos días en las calles y en las ocupaciones ilegales de establecimientos de enseñanza susciten menos crítica pública que el esfuerzo policial por impedirlos. ¿En qué país vivimos?

Sólo la extrema debilidad de un gobernante carente de definiciones propias e incapaz de imponer su autoridad ha podido conducir a que estas cosas increíbles estén sucediendo entre nosotros y comprometiendo la gobernabilidad, cuando aquél todavía tiene por delante dos tercios de su mandato.

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