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Municipales ¿el comienzo del fin del duopolio?

Sebastián Kraljevich
Por : Sebastián Kraljevich Consultor y profesor de campañas políticas de la Universidad Católica
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Para cerrar la era del duopolio, los ciudadanos críticos son condición necesaria, pero no suficiente. Además, son imprescindibles partidos y liderazgos con voluntad y capacidad de disputar cultural y electoralmente el poder.


Según la última encuesta CEP, más de un tercio de los chilenos desaprueban tanto al gobierno de Sebastián Piñera y a la Concertación (34,1%). Ahora, al hacer doble clic en estos ni-nis criollos encontramos que menos de un 7% de ellos se identifica con la derecha o la centro-derecha. Surgen dos conclusiones obvias: una, los consejos al gobierno de derechizarse para re encantar su voto duro no son más que deseos ideológicos que poco tienen que ver con la realidad; y dos, hay agua en la piscina para terminar con el duopolio de la Concertación y la Alianza por Chile.

Ahora, para cerrar la era del duopolio, los ciudadanos críticos son condición necesaria, pero no suficiente. Además, son imprescindibles partidos y liderazgos con voluntad y capacidad de disputar cultural y electoralmente el poder. Un rápido repaso a los partidos opositores que están fuera de la Concertación (para abreviar los llamaremos oposición-no-concertacionista, ONC), muestra una serie de partidos de liderazgo público único —el Senador Navarro y el MAS, Enríquez Ominami y el PRO, los humanistas y Hirsch, Lautaro Huanca e Igualdad— y el Partido Comunista, que por caudal electoral, desarrollo orgánico, pluralidad de liderazgos e historia, pareciera ser el indicado a liderar la manada.

[cita]Para cerrar la era del duopolio, los ciudadanos críticos son condición necesaria, pero no suficiente. Además, son imprescindibles partidos y liderazgos con voluntad y capacidad de disputar cultural y electoralmente el poder.[/cita]

Complicado panorama entonces para los pequeños que quieren voltear a los gigantes. Como David hizo frente a Goliat, para cambiar la geografía política de Chile habrá que elegir muy bien el momento y la herramienta. Un David cegado en orgullo, convencido de ser tan grande como Goliat, habría recibido una paliza tan predecible que no habría alcanzado a entrar en la pauta del Antiguo Testamento. Así, una tarea ineludible de todo aspirante a David es pensar en serio la próxima elección y diseñar la estrategia que les permita maximizar su fuerza.

La municipal está en las antípodas de la presidencial: si en la presidencial cada candidato cuenta con largos minutos de spots en TV abierta, en la municipal no hay franja política; si en la presidencial el voto “a perdedor” está despenalizado por la existencia de la 2ª vuelta, en la municipal la victoria por mayoría simple de alcaldes hace carísimo el voto testimonial; mientras la presidencial se juega en los medios nacionales, donde el talento para generar contenidos atractivos permite visibilizar a candidatos menores, en la municipal los medios nacionales están ausentes, a excepción de un puñado de comunas que concentran la atención.

¿Todo mal para los chicos? No, alcaldes y concejales  ofrecen excelentes oportunidades para los partidos que estén dispuestos a jugar con estrategia. Si la presidencial es la mejor cancha para instalar una figura a nivel nacional, las municipales son idóneas para transformar esas figuras en líderes de proyectos con liderazgos plurales. Si la presidencial es David contra Goliat, la municipal es el momento para que David construya su honda.

Partamos por los concejales: el sistema proporcional de esta elección invita a la constitución de una lista nacional de todas estas fuerzas, que sea capaz de levantar como identidad ser la alternativa a las fuerzas que gobiernan Chile desde 1989. Así, una meta razonable para la ONC es elegir al menos un concejal por comuna, sentando bases para una articulación más fecunda a nivel local, clave para disputar el próximo año el pase a segunda vuelta.

La elección de alcaldes, por su parte, es ideal para una estrategia mixta de competencia y coordinación con la que todavía es la mayor fuerza opositora, la Concertación, más si comprendemos que en un clima político de alta polarización respecto al gobierno, la presentación de candidatos testimoniales que faciliten la elección de alcaldes oficialistas será castigada por parte del público opositor más politizado. Así, en aquellas comunas donde la oposición no tenga posibilidades de triunfo electoral, hay espacio para competir y presentar un candidato ONC sume apoyo a los concejales. En otras comunas, donde sí está en disputa la alcaldía, resulta fundamental que los partidos y liderazgos fuera del duopolio constituyan una posición de fuerza que obligue a la Concertación a ceder espacios —vía primarias y negociación— donde los candidatos de la ONC puedan competir en serio por las alcaldías, y no solo participar testimonialmente.

¿Se parece al camino que han tomado los comunistas? Sí, pero hay diferencias importantes, estratégicas y tácticas. En las tácticas, la negociación del PC desde un discurso de no confrontación con la Concertación, se ha plasmado en una negociación donde los comunistas presentarán candidatos en 19 comunas y llamará a votar por la Concertación en las otras 327. Una proporción de 1 a 17, cuando en la última ocasión que los comunistas compitieron con la Concertación, la proporción de votos entre Arrate y Frei fue solo de uno a cinco. En la estrategia, la decisión del PC de negociar directamente con la Concertación y no liderar la pluralidad de fuerzas de la ONC se explica porque hay ahí una diferencia fundamental: la estrategia de los comunistas, denominada “hacia un gobierno del nuevo tipo”, no tiene por objetivo el fin del duopolio derecha-Concertación, sino su integración en cuotas de poder y políticas públicas a un eventual segundo gobierno de Michelle Bachelet.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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