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Siete Años Perdidos


Hace siete años una firma canadiense, Blue Energy, ofreció al Ministerio de Obras Públicas hacer el puente sobre el canal de Chacao, para unir a Chiloé con el continente, por la séptima parte del costo del puente que en ese tiempo impulsaba Ricardo Lagos: 65 versus 410 millones de dólares. Después el costo de este último aumentó a más del doble, así es que el proyecto de Blue Energy pasaba a ser catorce veces más barato. Probablemente porque no utilizaba acero, como el Elefante Blanco de Lagos, sino sólo hormigón.

El proyecto de Blue Energy contemplaba generadores mareomotrices en la parte inferior del puente, aprovechando las fuertes corrientes del canal de Chacao, con las cuales proveería energía eléctrica equivalente al 45 por ciento del Sistema Interconectado Central (2.600 megawatts).

El peaje demandado por el Elefante Blanco de Lagos iba a ser de 8 mil pesos; el del puente de Blue Energy, de 4 mil pesos. Frente a un sistema mareomotriz francés en La Rance, que funciona cinco horas al día, el de Chacao podría funcionar dieciocho horas diarias. Además, sus rotores lentos eran amigables con los peces, en particular con los salmones.

El ingeniero del puente de Blue Energy iba a ser el chileno René Fischmann, graduado en la Universidad de Ohio y que construyó en Chile numerosos puentes, como ingeniero de obras públicas: justamente los que «no se cayeron», pues hubo otros viaductos concertacionistas que se vinieron abajo, a veces sin terremoto de por medio.

El proyecto de Blue Energy se publicó a página entera en «El Mercurio», el 15 de abril de 2005. Pero en el MOP nadie le contestó siquiera a los canadienses. El MOP sólo les dijo que «habían llegado atrasados», pues sus funcionarios estaban entusiasmados con el Elefante Blanco. Tenía demasiadas «ventajas»: costaba entre siete y catorce veces más, no generaba electricidad y su peaje costaba el doble.

Desde 2009 podríamos haber estado cruzando por el puente a Chiloé y recibiendo el aporte de las turbinas mareomotrices al Sistema Interconectado Central, tras habernos ahorrado entre casi 400 y hasta 900 millones de dólares. Pero la burocracia le dijo a Blue Energy que «había llegado tarde» y, de hecho, nunca le contestó nada.

¿Por qué somos subdesarrollados? Por cosas como ésa.

Pero, bueno, ahora hemos visto y oído al Presidente de la República admirando las turbinas mareomotrices en Corea del Sur y dándose cuenta de su conveniencia. Y tenemos un ministro de Obras Públicas como Laurence Golborne, que va a examinar con ojo objetivo y no comprometido todos los proyectos que hay en el ministerio, incluso los más baratos y convenientes, aunque hayan «llegado tarde». Hay, pues, una esperanza.

Estamos en 2012. Tal vez en 2015 o 2016 podríamos estar cruzando a Chiloé por un puente y generando 2.600 megawatts adicionales. ¿O la burocracia va a volver a elegir al Elefante Blanco de mil millones de dólares?

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