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La jauría progre

“¿Apoya usted la Ley Antidiscriminación?”, “¿está usted a favor de destruir la Patagonia instalando represas?”, “¿apoya el proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja?”, “¿qué le parece que se hayan rechazado en el Senado los proyectos de aborto terapéutico?”, “¿usted apoya la brutal represión policial en Aysén?”, “¿por qué la derecha es tan mala?”, “¿por qué los diputados de la UDI son tan momios?”, “¿por qué atacan a la pobre Camila por decir que Fidel Castro debería ser la luz de Chile?”, etc, etc, etc.


Llegando al estudio de un canal de televisión (estatal, pero no por eso de gobierno…) para una entrevista política, voy haciendo el ejercicio mental de revisar las posibles preguntas que me harán.

“¿Apoya usted la Ley Antidiscriminación?”, “¿está usted a favor de destruir la Patagonia instalando represas?”, “¿apoya el proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja?”, “¿qué le parece que se hayan rechazado en el Senado los proyectos de aborto terapéutico?”, “¿usted apoya la brutal represión policial en Aysén?”, “¿por qué la derecha es tan mala?”, “¿por qué los diputados de la UDI son tan momios?”, “¿por qué atacan a la pobre Camila por decir que Fidel Castro debería ser la luz de Chile?”, etc, etc, etc.

Llegando al estudio, tomo el asiento que me señala la gente de producción y me doy cuenta claramente que no podré decir nada “políticamente correcto”.

[cita]La centroderecha, por su parte, mucho menos preparada para la dictadura del pensamiento (en nuestro país solo tiene experiencia práctica en la dictadura física, menos elaborada y sutil), generalmente se retrae, incapaz de desenmascarar a la jauría, terminando muchos de sus dirigentes rindiéndose, ya sea con el silencio o, peor aún, pasando a opinar igual que el mundo progre, en un intento desesperado por calzar con lo políticamente correcto.[/cita]

A la salida de la entrevista, me encuentro con el grupo de “amigos” que acompañó al diputado de la Concertación que estaba en el programa, quienes me miran con cara de odio y haciendo gestos de asco mientras paso a su lado (al parecer tendré que cambiar de colonia), después de lo cual se me ocurre revisar mi cuenta de Twitter y….

El mundo progre chileno tiene sus peculiares formas de actuar en el ámbito de la acción política. Uno de ellos —y tal vez el más eficaz— es ese tumulto anónimo, pero sumamente belicoso, que se comporta como una verdadera “jauría”, siempre lista para descuartizar sin piedad a la presa que se atreva a ir contra lo “políticamente correcto”.

Sin embargo, la técnica de la jauría no es un invento criollo. En su inmortal novela “1984”, George Orwell describía los tentáculos muchas veces ocultos y con apariencia de bondad que la mentalidad progre construye, con el fin de ir minando la libertad de la sociedad. Uno de esos tentáculos era precisamente el construir una jauría de “activistas” muy bien adoctrinada y belicosa, que pasa a constituir el verdadero brazo armado del “Código Penal” de lo políticamente correcto.

En “1984”, Orwell incluso describía los delitos destinados a “proteger” lo que el mundo progre considera políticamente correcto. Es así como nos encontramos con el siempre temido Crimental (crimen mental = pensar distinto a la política progre) y con el más sutil Caracrimen (cuyo ilícito consistía en poner “mala cara” ante lo políticamente correcto). Aquí, debo hacer un mea culpa, pues debo reconocer que cometí ambos delitos en forma reiterada durante el programa en el Canal de Televisión estatal (no de gobierno…).

Para lograr los objetivos de tolerancia, respeto y libertad de toda política progre es necesario, por tanto, fijar a través de la “jauría” los límites del debate político, más allá del cual —entiéndase en contra de lo políticamente correcto— es necesario que la “jauría” entre en acción.

Como magistralmente aconsejaba uno de los personajes de la novela de Orwell, la única forma de estar a salvo del ataque de la jauría progre es: “Grita siempre con los demás, es el único modo de estar seguros».

Es cosa de hacer un simple ejercicio e intentar, por ejemplo, disentir de lo políticamente correcto “progre” en las “redes sociales” para apreciar el gran vocabulario que maneja la jauría progre, porque saber tantos sinónimos de insultos no es un logro menor: facho, reaccionario, discriminador, homofóbico, opresor, dictador, retrógrado, ultramontano, por nombrar sólo algunos, a los cuales hay que agregar los de “turco c…” y “judío de m…” que le gritaban al alcalde Zalaquett y al Ministro del Interior cuando intentaron ir a ver al joven Zamudio.

La centroderecha, por su parte, mucho menos preparada para la dictadura del pensamiento (en nuestro país solo tiene experiencia práctica en la dictadura física, menos elaborada y sutil), generalmente se retrae, incapaz de desenmascarar a la jauría, terminando muchos de sus dirigentes rindiéndose, ya sea con el silencio o, peor aún, pasando a opinar igual que el mundo progre, en un intento desesperado por calzar con lo políticamente correcto.

Sin embargo, “así es como muere la libertad: con un estruendoso aplauso”. Gran frase, ¿no?

¿Se imaginan quién la dijo?: Orwell, Nietzsche, Sartori, Carlos Peña, Huaquipan… ¡No señores! Ninguno de ellos. Lo dijo nada menos que la bella (perdón por el comentario sexista-políticamente incorrecto) Natalie Portman, en su personaje Padmé Amidala (Princesa de Theed y Reina de Naboo) en el Epidosio III de Star Wars “La Venganza de los Sith”.

Nota: Para los menos “eruditos” es la que se casa con Anakin (futuro Darth Vader) y por tanto madre de Luke Skywalker. ¿Ahora sí se acuerdan?

¡Qué bien! Ahora la “jauría” progre podrá agregar el adjetivo de “ñoño” a la larga lista de insultos con los que actúan en defensa de la tolerancia, el respeto y la libertad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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