Sería una canallada responsabilizar a Bachelet criminalmente por las muertes del 27/F, pero nadie puede negar que esa noche se mostró como una perfecta incompetente. Encantadora, pero incompetente.
Acusar a Bachelet de tener responsabilidad criminal por lo acontecido el 27/F es una canallada, si es que puede calificarse en esos términos una estrategia política absurda. Porque nadie puede —de buena fe— culpar a la ex Presidenta de haberse negado a auxiliar a quienes estaban en riesgo vital esa noche. Y nadie puede —con un mínimo de realismo— creer que una acusación de esa naturaleza puede prosperar en el plano legal o funcionar en el ámbito electoral.
Porque la falla generalizada de las comunicaciones y la absoluta ambigüedad de la información que proporcionaban los organismos técnicos no solo eximen a Bachelet de una responsabilidad semejante, sino que a mi juicio incluso atenúan su responsabilidad política, lo cual no obsta para que uno pueda preguntar…
Preguntar, por ejemplo, qué hacía Bachelet en la Onemi el día de la catástrofe. Porque no es mucho pedir que un Presidente de la República sepa cuál es su lugar en el momento de la emergencia; y desconocer que su centro de operaciones debía ser La Moneda y no la Onemi no es simplemente una cuestión de locación. Equivocarse de lugar es, en este caso, equivocarse de función.
[cita]Sería una canallada responsabilizar a Bachelet criminalmente por las muertes del 27/F, pero nadie puede negar que esa noche se mostró como una perfecta incompetente. Encantadora, pero incompetente.[/cita]
Uno puede preguntar también qué hacía una chica como Bachelet comiendo chicle en un lugar y un momento como ése. Porque si hubiera estado en Caburga, uno podría disculparle esa pequeña vulgaridad; pero habiendo antecedentes como para pensar que lo ocurrido podía haber sido una tragedia de proporciones, uno tiene derecho a exigir que el Presidente de la República guarde la compostura y exprese en su gestualidad corporal que está siendo consciente de lo que ocurre ¿O se imagina usted a Obama comiendo palomitas de maíz mientras seguía por televisión el ajusticiamiento de Bin Laden?
Uno tiene derecho a preguntar también por qué razón Bachelet se hacía acompañar esa noche por la Jupi. Porque por importantes que sean las comunicaciones en un Gobierno, uno se cuestiona si es razonable que tengan un lugar tan preponderante en momentos como los del 27/F. Hay derecho a preguntar, a propósito de lo mismo, por qué la Presidenta consulta a su asesora comunicacional sobre lo que debe hacer en la emergencia y no sobre la forma de comunicar tal o cual decisión.
Sería una canallada responsabilizar a Bachelet criminalmente por las muertes del 27/F, pero nadie puede negar que esa noche se mostró como una perfecta incompetente. Encantadora, pero incompetente.
