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¿Más Piñericosas?


El gobierno dice que la encuesta CASEN que dio a conocer hace diez días es «el mismo termómetro» que representaban las CASEN de 2006 y 2009. Pero los que hemos ido al colegio aprendimos que si uno se ponía una cáscara de plátano en la planta de los pies, el termómetro marcaba fiebre y uno podía quedarse en cama y no ir al colegio, sin cambiar de termómetro. Claro, eso lo hacían sólo los más «diablos». Los «quedados» sabíamos del truco sólo de oídas.

Un columnista de izquierda de «El Mercurio», Franciso Javier Díaz, titulaba su comentario de ayer «Pobre CASEN». El ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco, denunció ayer en TV: «Han ‘chacreado’ la CASEN». ¿Por qué dicen todo eso? Porque, la verdad sea dicha, a la última encuesta le han sucedido algunas cosas raras.

Primero, el gobierno dio un bono de diez mil pesos a cada integrante de las familias pobres, que fue catalogado de «bono sorpresa» por el propio gobierno, en noviembre pasado, justamente el mes en que se hacía el trabajo de campo de la encuesta. Como ésta pregunta por el ingreso familiar en el preciso mes del sondeo, un bono que en cada familia puede haber ido desde veinte mil a ochenta mil o más pesos puede incidir en «sacar de la pobreza» (vía «cáscara de plátano») a centenares de miles de personas.

Segundo, expertos de la CEPAL y de la Universidad de Chile que trabajaron en la CASEN han revelado cándidamente que el gobierno les pidió cambiar el cuestionario acerca de cómo se reportan los ingresos de las personas. ¿Creen ustedes que mediante las modificaciones solicitadas por el gobierno los ingresos reportados aumentaron o disminuyeron?

Por ejemplo, si el Gobierno Militar hubiera sido «más avispado», habría obtenido que la canasta de bienes de la primera CASEN no incluyera los limones, que experimentaron un alza desmesurada y extemporánea de precio, por una razón climática. precisamente cuando se hizo la primera encuesta. Pero ese régimen era «quedado» y no intervino el termómetro, de modo que cargó con centenares de miles de pobres más por el solo efecto del alza extraodinaria de los limones. En su momento los economistas de ese gobierno se quejaron de que eso hubiera sucedido, pero no intervinieron el termómetro.

Tercero, todavía no se entrega el margen de error de la encuesta. ¿Por qué? Obviamente, por el apuro en anunciar sus resultados. Hubo premura para revelar la disminución de la pobreza, la indigencia y la desigualdad. ¿Por qué? Los mal pensados, entre los cuales, desde luego, me incluyo (porque conozco el paño), creemos que intencionadamente, porque el anuncio iba a favorecer la imagen del gobierno precisamente en el período en que se estaba haciendo el trabajo de terreno de la encuesta CEP, la cual justamente contiene preguntas sobre el grado de apoyo al gobernante.

Puede haber sido una mera coincidencia, y que se hayan anticipado los anuncios, aun sin contar con el dato del margen de error, por otras razones. Pero nadie las ha dado y el
hecho es que todavía (al escribirse estas líneas), no se conoce ese margen de error, que podría determinar, con las mismas cifras dadas a conocer, que la pobreza aumentó, disminuyó o se mantiene igual. Claro, el efecto publicitario ya conseguido ha determinado que a la gente se le haya comunicado que disminuyó. Y esto, se supone, ayudará al gobernante a remontar en las encuestas.

Los romanos tenían buenas razones, cuando se trataba de identificar al responsable de algo, «¿qui bono?», «¿quién ha salido ganando?». La respuesta determinará si, en el caso de la CASEN, fueron meras coincidencias o, simplemente, otras piñericosas.

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