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Chile y los juegos olímpicos

Por: Alejandro Pacheco


Estamos llegando a los últimos días de las Olimpiadas y no es necesario esperar más para decir que la actuación de la delegación chilena ha sido un rotundo fracaso.

Salvo por la participación de Tomás, que válidamente nos brindó una medalla de oro “moral” con el momento culmine de paralizar a todo un país para ver un salto de caballete (sí, eso sí que es un mérito), todos los demás atletas, obtienen un resultado de mediocre para abajo que ni siquiera da para ilusionarse con Río de Janeiro.

¿Es culpa de ellos? Por más que busquemos explicaciones, algunos expertos podrán decir que en algunos deportes sí, en otros, no.

Como ciudadano común y corriente me cuesta entender que una Tiradora con Arco pudo haber llegado más lejos si hubiese tenido más recursos.

Que te tiemble el pulso en ese momento no creo que sea un tema de recursos, pero en fin, me parece que recursos más, recursos menos, el problema de Chile para que brille en los JJOO es mucho más de fondo, es mucho más cultural, en definitiva, es mucho más de cuna…

Y claro, comienza con nosotros mismos, con nuestros padres y abuelos, que ya incluso antes de nacer, nos están diciendo, vía panza de la mamá, que vamos a ser el “9” de Colo-Colo o el futuro goleador de la U.

Entonces, estamos jodidos de entrada.

O sales bueno para la pelota u olvídate que tu familia te va a apoyar para jugar ping-pong. Es más, si sales malo para el fútbol, igual tus amiguitos te hacen ponerte al arco para parchar (de lo contrario, sumérgete en el bullying de ser un mariquita por no jugar fútbol).

Primera conclusión: ya tenemos partida falsa al nacer. Ahora bien, esto se acrecienta aún más, cuando llegas al colegio y conoces al vago de tu profesor de Educación Física y te das cuenta de las pocas horas que tienes a la semana para ponerte zapatillas.

Si andas con mucha suerte y a ese tipo le apasiona lo que hace y es un profesional, por ahí te “entrena” para el test de Cooper, para el salto alto y los 110 mts vallas, pero lo más probable es que te haya tocado, como en mi caso, que ese flaco te haga trotar 2 vueltas al patio y con el resto de la hora jugar una pichanga mientras él se encarga de “entrenar” con las profesoras guapas del kínder el deporte de la conquista, aprobando una que otra licencia “mula” que le presentaron los gorditos de tu clase que ni siquiera quisieron ponerse el buzo.

Segunda conclusión: mejor comenzar a preparar la PSU. Y luego, ya sabemos lo que sigue, los más aplicaditos a la Universidad con cero horas de deporte obligatorias, pero con una cancha de fútbol para entrenar para el Campeonato de Universidades y los con menos suerte, a trabajar en cualquier cosa, comenzando a ser especialistas en zapping sincronizado viendo al Kike Morandé y la teleserie nocturna de moda, zambulléndose un completo que es lo más fácil, rico y rápido de preparar y engordar.

Por lo mismo, alguien tiene alguna duda de que en Río vamos a volver a hacer el ridículo con nuestros deportistas?

Siempre he creído que es mejor lo del “Pastelero a tus Pasteles”, por eso, resignémonos, busquemos ser más felices, dejemos de llorar y criticar tanto el deporte olímpico y concentrémonos en lo que más nos gusta y apasiona, invirtiendo en ello: el fútbol y en todo lo que eso conlleva (estadios, canchas, técnicos, cadetes, giras, etc.) y como conclusión final, rezar para que en los próximos años podamos decir que al menos en el fútbol no somos tan malos, y con un poco de suerte, al igual que México, encontrar una llave para aspirar a la tan ansiada y esquiva medalla de oro.

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