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Venezuela: la enfermedad del Elsinore Opinión

Venezuela: la enfermedad del Elsinore

Es la hipocresía de la lucha por el poder detrás de bambalinas, mientras se intenta mantener un fachada de perfecto orden institucional y que llevaba a uno de los personajes de Hamlet a señalar la famosa frase: “Algo huele a podrido en Dinamarca”.


Con la muerte del Teniente Coronel Hugo Chávez, después de 14 años de gobierno, varias de las enfermedades que han contaminado a la democracia venezolana en el último tiempo saldrán a la luz.

Un gobierno que se caracterizó por intentar aniquilar la libertad de prensa, destruir la independencia del poder judicial, por el atropello a los derechos humanos de sus opositores políticos y que construyó su legitimidad en torno a la figura de un líder populista, es simplemente incapaz de legar una institucionalidad robusta y eficaz que permita avanzar en la convivencia democrática de Venezuela.

En las declaraciones de su vicepresidente, Nicolás Maduro, ya se pueden percibir algunas luces de alerta sobre esa debilidad institucional. Su oscuro manejo de la información sobre la enfermedad y muerte del presidente Hugo Chávez, y sus recientes dichos señalando que el cáncer que afligía al mandatario era obra de los “enemigos” de Venezuela, para —acto seguido— declarar que se “desplegarán todas las fuerzas bolivarianas para garantizar la seguridad del país”, es decir, las FF.AA. y las milicias chavistas, no puede más que generar profundas sospechas sobre el futuro respeto a la institucionalidad venezolana.

[cita]En las declaraciones de su vicepresidente, Nicolás Maduro, ya se pueden percibir algunas luces de alerta sobre esa debilidad institucional. Su oscuro manejo de la información sobre la enfermedad y muerte del presidente Hugo Chávez, y sus recientes dichos señalando que el cáncer que afligía al mandatario era obra de los “enemigos” de Venezuela, para —acto seguido— declarar que se “desplegarán todas las fuerzas bolivarianas para garantizar la seguridad del país”, es decir, las FF.AA. y las milicias chavistas, no puede más que generar profundas sospechas sobre el futuro respeto a la institucionalidad venezolana.[/cita]

Más preocupante resulta un hecho anterior, cuando el propio Chávez señaló que Nicolás Maduro era su heredero natural y que deseaba gobernar hasta el 2031 para poder concluir con éxito la “revolución bolivariana”.

Ante esta misión sagrada que concluiría el 2031 y con el profeta ungido para ella ocupando el poder presidencial, ¿resistirán los chavistas la tentación de romper la institucionalidad para “proteger” la revolución y al pueblo venezolano?

Venezuela hoy en día ha comenzado a sufrir la llamada “Enfermedad de Elsinore”. Me refiero a la enfermedad institucional descrita por Williams Shakespeare en “Hamlet” y que se vive en el Castillo Real de Elsinore, en Dinamarca, donde para llegar al poder, Claudio asesina en secreto a su hermano, el Rey Hamlet, quedándose con la Corona y, además, con su viuda, para una vez coronado intentar que todo vuelva a la normalidad como si nada hubiese ocurrido.

Es la hipocresía de la lucha por el poder detrás de bambalinas, mientras se intenta mantener un fachada de perfecto orden institucional y que llevaba a uno de los personajes de Hamlet a señalar la famosa frase: “Algo huele a podrido en Dinamarca”.

Para el escritor, analista y columnista venezolano Moisés Naím, también “algo huele a podrido” en Venezuela, al señalar en una reciente entrevista a un medio nacional que “en Venezuela existen diversas facciones del chavismo, todas las cuales creen ser más poderosas que las otras; todas cuentan con un líder, apoyo popular, vínculos con los militares y milicias armadas”, por lo que Naím pronostica un escenario de violencia entre las distintas facciones del chavismo por monopolizar el poder.

Si a lo anterior le sumamos el hecho inevitable de que para suplir la dosis de delirio, populismo y carisma que caracterizaban el gobierno de Hugo Chávez, sus líderes menos “iluminados”, como parece ser el caso del vicepresidente Maduro, se deberán enfrentar a la tentación de “proteger el legado” y el “futuro de la revolución bolivariana” incluso por la fuerza, tenemos en plenitud todos los síntomas de la shakesperiana enfermedad de Elsinore.

Ojalá me equivoque y que en treinta días más tengamos unas elecciones libres y democráticas en Venezuela, respetando sus resultados. Pero, al menos hasta ahora, sin duda que algo huele a podrido en Venezuela.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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