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La excepción universitaria: una invitación a reflexionar sobre la educación superior

Sylvia Eyzaguirre
Por : Sylvia Eyzaguirre Doctora en Filosofía
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¿En qué consiste el carácter público de una institución?, ¿acaso se reduce a quién es el propietario o más bien al fin que persigue?, ¿en qué consiste ese fin que haría de ella algo público?, son las preguntas que orientan el tratamiento de lo “público” y que resultan iluminadoras, pues logran sacar a luz los principios en que se fundaría la educación pública, que como sólidamente argumentan los autores también pueden ser compartidos por proyectos privados.


La excepción universitaria es una excepción. En medio de un debate pobre de ideas y de bajo nivel académico, este ensayo, escrito por tres filósofos, sorprende positivamente por la originalidad y rigor con que son abordadas las ideas matrices del movimiento estudiantil a la luz del sistema de educación superior, que resumen en la consigna “educación pública, laica y gratuita”.

Los autores nos invitan a repensar los conceptos claves de este lema, que lamentablemente en el debate público hoy han sido rebajados a simples lugares comunes, y con ello a reflexionar sobre nuestro sistema educacional, los principios que debieran orientarlo y las implicancias de la demanda estudiantil para nuestro sistema educativo. Este ejercicio es valioso, pues con ello se gana claridad sobre los supuestos que están en la base de esta demanda y sobre las consecuencias que conllevaría su materialización, algunas veces contrarias al espíritu que las anima.

El texto parte desafiando al lector con una aguda observación: en los últimos años en Chile no se ha discutido sobre educación. “La educación es el foco en el que se han concentrado más bien otras discusiones. Ella se volvió campo de batalla de diversas luchas, pero asombra lo poco que se ha escrito y dicho sobre la educación misma”. Con tono provocador pasan revista a los discursos de los “ideólogos” detrás del movimiento estudiantil así como también a sus adversarios, los comúnmente llamados “neoliberales”, criticando su reduccionismo y sesgo; esta misma crítica, sin embargo, cabe hacer a los autores, que mostrando gran prolijidad y profundidad en algunos análisis, a la hora de sopesar las distintas posturas polarizan el debate dejando fuera de consideración posiciones más matizadas.

[cita]¿En qué consiste el carácter público de una institución?, ¿acaso se reduce a quién es el propietario o más bien al fin que persigue?, ¿en qué consiste ese fin que haría de ella algo público?, son las preguntas que orientan el tratamiento de lo “público” y que resultan iluminadoras, pues logran sacar a luz los principios en que se fundaría la educación pública, que como sólidamente argumentan los autores también pueden ser compartidos por proyectos privados.[/cita]

Sin duda las secciones más interesantes y mejor logradas son aquellas que tratan sobre el concepto de lo público y lo laico. ¿En qué consiste el carácter público de una institución?, ¿acaso se reduce a quién es el propietario o más bien al fin que persigue?, ¿en qué consiste ese fin que haría de ella algo público?, son las preguntas que orientan el tratamiento de lo “público” y que resultan iluminadoras, pues logran sacar a luz los principios en que se fundaría la educación pública, que como sólidamente argumentan los autores también pueden ser compartidos por proyectos privados, ejemplo de ello son la Universidad de Concepción, la Universidad Austral o la Universidad Federico Santa María.

A raíz de estas preguntas abordan la tensión entre lo privado y lo público, y muestran cómo ambos más que oponerse se complementan para alcanzar un sano equilibrio de poderes, que en último término tiene por fin resguardar la libertad y bienestar de la ciudadanía en su conjunto. Algo similar ocurre con la demanda por una educación laica, ¿acaso el carácter laico es un bien en sí mismo, incluso preferible a la diversidad de ideologías? Los autores sacan a relucir los problemas que conllevaría una homogeneización del sistema educativo y las ventajas que trae un sistema que cobija y protege la diversidad, sin desconocer que fomentar la pluralidad a nivel de sistema puede llevar a reducir la diversidad al interior de cada institución.

Por último, es controvertida la forma en que entienden la educación superior y, en especial, la universidad. Los autores optan por una interpretación minimalista de la función de la educación superior, poniendo énfasis en el rol docente de las instituciones. Ello, sin embargo, no responde a una mirada reduccionista, sino más bien a la estrategia de enfatizar la necesidad de desarrollar investigación en toda institución de educación superior, incluso en los centros de formación técnica e institutos profesionales, pues entienden que la investigación es intrínseca a la docencia; asunción que no es evidente y que seguro generará un debate interesante.

Precisamente bajo esta idea los autores rechazan la existencia de lucro en la educación superior, pues éste sería incompatible con la inversión que se requiere para realizar investigación. En este contexto, resulta curioso que los autores sugieran como modelo el sistema universitario de Brasil, donde precisamente el lucro está permitido.

Ad portas de un año político, donde seguramente la educación estará en el centro del debate, este libro aporta reflexiones interesantes, agudas y honestas sobre educación. Escrito en forma de ensayo, accesible para un público amplio y con una prosa amena, La excepción universitaria es una buena oportunidad para acercarse a los temas de fondo del debate en educación superior.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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