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La tensión soterrada entre el bacheletismo y Escalona Opinión

La tensión soterrada entre el bacheletismo y Escalona

Edison Ortiz González
Por : Edison Ortiz González Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago.
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Todo fue aprovechado por la dirección de Andrade para también obtener sus propios réditos: la posibilidad de imponer a Escalona —quien en todas las mediciones pierde ampliamente frente a Quinteros— por secretaría, al igual que a José Miguel Insulza y al resto de los aspirantes que faltan.


Dice un viejo proverbio popular que “obras son amores y no buenas razones”, y parece que la cita le viene como anillo al dedo a la relación por la que está atravesando la candidata del PS-PPD con su núcleo más duro: la Nueva Izquierda de Camilo Escalona.

Y es que desde su regreso a Chile y a pesar de las declaraciones de bienaventuranza de sus autoproclamados voceros en la colectividad —Andrade y el senador por Los Lagos—, los hechos demuestran que la convivencia entre la aspirante a La Moneda y su antiguo círculo no ha resultado fácil durante este primer mes, lo que ha quedado en evidencia en una multiplicidad de ocasiones pues, cada pronunciamiento de la ex Presidenta —exigencia de primarias, educación gratuita y reforma tributaria, petición al PS-PPD para incluir nuevos actores en la política y recientemente la comisión para una nueva Constitución— ha sido replicado negativamente tanto por Escalona como por las decisiones que está tomando el partido que hoy controla Andrade.

[cita]Luego sería el propio Escalona —sabiendo que en la Constitución del 80’ está el poder que lo ha mantenido como un dirigente de peso en la Concertación— quien cuestionó públicamente a uno de los integrantes que se abocarían a la reforma de la Carta Fundamental y en su lógica del miedo reiteró que “la asamblea constituyente es un camino de quiebre institucional”, enviando un potente mensaje de malestar hacia la precandidata.[/cita]

La necesidad de una reforma tributaria para costear la promesa de educación pública y gratuita fue seguida por críticas desde el propio corazón de la oposición y obligó a Bachelet a retroceder; luego sería el propio Escalona —sabiendo que en la Constitución del 80’ está el poder que lo ha mantenido como un dirigente de peso en la Concertación— quien cuestionó públicamente a uno de los integrantes que se abocarían a la reforma de la Carta Fundamental y en su lógica del miedo reiteró que “la asamblea constituyente es un camino de quiebre institucional”, enviando un potente mensaje de malestar hacia la precandidata; para qué hablar de las recientes y fallidas primarias: apenas llegó Bachelet a Chile, y pese a su diferencia abismal con los demás aspirantes, comenzó por entregar una señal inequívoca de transparencia al expresar que se sometería a ellas y esperaba que los partidos que la apoyaban hicieran lo mismo. El PS, a vista y paciencia de todo el mundo, se burló de ella e hizo todo lo contrario: las eliminó y cuando se discutió el tema al interior de la oposición asistió con complacencia. Y es que el panorama poco alentador que se le venía al PR y al PDC, al tener que enfrentar sus candidatos al parlamento a precandidatos del PS-PPD que partirían con una ventaja notable, fue aprovechado por la dirección de Andrade para también obtener sus propios réditos: la posibilidad de imponer a Escalona —quien en todas las mediciones pierde ampliamente frente a Quinteros— por secretaría, al igual que a José Miguel Insulza y al resto de los aspirantes que faltan. Recordar que en esa lógica —la del reparto— y con el apoyo de la misma Nueva Izquierda, el PS ratificó la repostulación al Senado de Juan Pablo Letelier, quien era amenazado por el diputado Juan Luis Castro adscrito a la misma corriente del senador por Los Lagos. En el PS la mesa está servida desde hace rato y los comensales dispuestos.

Seguramente vendrán más temas de discordia entre la candidata y su núcleo histórico —ya se avizoró otro: la elección de los intendentes nunca querida por los senadores y Barones del PS—, sin embargo, la no realización de primarias parlamentarias —que habían resultado exitosas para la alicaída coalición en las pasadas municipales— marcarán un punto de inflexión en la relación entre la renovada Michelle Bachelet y sus antiguos camaradas ya que, luego del dedazo parlamentario, ella tendrá el derecho otorgado por la legitimidad cívica que obtendrá el próximo 30 de junio, para que de su puño y letra, tal como ocurrió en 2005 —cuando también la disputa parlamentaria no pudo ser consensuada en el PS y Solari y Aleuy fueron mandatados para solicitar a Bachelet que zanjara la lista final—, salga la nómina que la acompañará en la próxima contienda presidencial del 17 noviembre, hito clave para los cambios que ella quiere implementar a partir de 2014.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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